Ť Guardias de ese país redoblan el control fronterizo
A balazos impiden a cientos de afganos ingresar a Pakistán
Ť Hay ya 10 mil hacinados en la zona limítrofe; si sigue la ofensiva, la cifra podría alcanzar 1.5 millones, dice la ONU
AP Y AFP
Chaman, 20 de octubre. Guardias fronterizos de Pakistán dispararon el domingo para obligar a replegarse a cientos de afganos que demandaban entrar a este país, e hirieron a un adolescente de 13 años.
Pakistán suavizó el control fronterizo el viernes, al permitir la entrada de varios miles de afganos indocumentados, pero volvió a restringir el paso el domingo, a pesar de que al menos 10 mil personas tratan de escapar de los bombardeos estadunidenses cerca de la ciudad de Kandahar.
Cuando la multitud avanzó y comenzó a tirar piedras, los guardias empezaron a disparar. Funcionarios dijeron que dispararon al aire, pero los médicos de un hospital local dijeron que el niño herido fue alcanzado por una bala y su condición no es grave.
Los analistas prevén que los bombar-deos estadunidenses contra Afganistán, los años de sequía y el invierno, empujarán a 300 mil afganos hacia la frontera con Pakistán en las próximas semanas.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó que al menos 10 mil refugiados se encuentran hacinados del lado afgano de la frontera.
La ONU advirtió que la cifra de asilados puede alcanzar 1.5 millones si Washington continúa su represalia por los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington.
Pakistán ya acoge a tres millones de ciudadanos afganos. "Estamos preocupados porque miles de personas se están acercando a la frontera; todavía no existe un éxodo, pero se dan todas las circunstancias", dijo el portavoz del ACNUR, Peter Kessler.
El funcionario añadió que probablemente haya millones de afganos en zonas remotas del país, demasiado pobres, enfermos y hambrientos para desplazarse. Quienes ya se encuentran en la tierra de nadie, que es la frontera entre Pakistán y Afganistán en Chaman, son ahora presa de traficantes y guardias corruptos.
El ACNUR asegura que los guardias de seguridad cobran dinero y dan trato preferencial a los afganos de etnia pashtú, que domina en el suroeste de Pakistán.
Según la agencia de la ONU, los residentes de Chaman recuperan los documentos de viaje de los refugiados y los vuelven a enviar a Afganistán, donde son vendidos de nuevo. Algunos paquistaníes cruzan la frontera con sus pasaportes y vuelven con refugiados, asegurando que son miembros de su familia.
Niños y mujeres forman el grueso de los afganos que huyeron de Kandahar, el feudo de los talibán en el sur de Afganistán, descrito por un refugiado como "totalmente vacío, sin combustible ni comida para el invierno y tampoco hay electricidad".
Sin embargo, la portavoz del ACNUR, Fatumata Kaba, señaló que la tradicional solidaridad afgana permitió que quienes cruzaron la frontera desde el 11 de septiembre se hayan quedado en los campamentos ya existentes o en casas de familiares. Pero muchos temen ser deportados, sobre todo los heridos que necesitan atención médica, ya que, según Kaba, después de recibir tratamiento en los hospitales paquistaníes son enviados a sus hogares.