n
o v e l a
Entre lo tangible y lo
imaginario
Miguel
Aguilar Carrillo
|
Elena
Poniatowska,
La
piel del cielo,
Alfaguara,
México,
2001.
|
Elena Poniatowska continúa en La
piel del cielo (Premio Alfaguara de Novela 2001) su labor como creadora
de novelas asentadas sobre la realidad del México del siglo xx,
principalmente en el período posrevolucionario y la consolidación
del régimen presidencialista. Al igual que sus obras anteriores,
Hasta
no verte Jesús mío (1969), Querido Diego, te abraza
Quiela (1978), La "Flor de Lis" (1988) y Tinísima
(1992), para no hablar de sus obras periodísticas, Elena Poniatowska
recurre a desarrollar sus personajes dentro de una realidad conocida, no
solamente a través del sustrato material en el que se desenvuelven,
también en su relación con personajes de carne y hueso, políticos
de un tiempo determinado, situaciones de emergencia en la circunstancia
histórica y decisiones que tuvieron relevancia en la formación
del México actual. Es decir, la obra de ficción de Poniatowska
se desarrolla como una crónica de los sucesos del momento donde
sus personajes tienen contacto con la realidad circundante. Esto le permite
a la autora retratar situaciones que tendrán importancia en la historia
posterior. Si en Tinísima novelaba la vida de Tina Modotti
compartida con personajes que actualmente resultan míticos, como
Edward Weston, Julio Antonio Mella y Diego Rivera, entre otros, en La
piel del cielo crea un personaje, Lorenzo de Tena, para platicarnos,
por un lado, la historia de la ciencia en nuestro país (específicamente
la de la astronomía), las relaciones de poder entre las clases privilegiadas
y su concepción de México, las trabas que los científicos
tienen que soportar para el desenvolvimiento de la ciencia, y por el otro,
el crecimiento de un personaje inconforme, en lucha consigo mismo, harto
de la blandura de sus semejantes, intransigente y azorado ante el misterio
mayor de la mujer.
La piel del cielo es trabajada en
dos planos; uno real, la historia de la ciencia, y otro evocado, la adquisición
del conocimiento de uno mismo para encontrar lo verdaderamente importante:
la consolidación de la persona en sus dos vertientes, racional y
emocional. Es decir, por un lado se narra un aspecto poco estudiado como
es la ciencia y por el otro, aquel trabajo que todos los novelistas persiguen,
el de esclarecer los impulsos que rigen la actuación del hombre,
aquello que Javier Marías definía como lo que "no sucede
pero sucede".
En el primer plano, el plano de lo real,
Elena Poniatowska recurre a una gran información para permitirnos
conocer, a un público más amplio, esa faceta del México
moderno oculta en los archivos particulares o de instituciones científicas:
la historia de la ciencia en México. Debido a este tratamiento es
que, ante la inminente aparición de la novela, se creó el
rumor de que se trataba de una biografía novelada de su compañero
de tantos años: el científico Guillermo Haro, investigador
de los observatorios Astrofísico de Tonantzintla y Astronómico
Nacional y director de los mismos durante muchos años. Leer la novela
nos aclara el falso rumor. Si bien, en el plano real, el plano de la historia
de la astronomía, Lorenzo de Tena y Guillermo Haro comparten puestos,
obligaciones e inquietudes, en el plano evocado o novelesco el personaje
Lorenzo de Tena es un ser independiente que responde a los resortes de
la acción narrativa. Como es sabido, persona y personaje son entes
distintos; la persona es el ente real, diríamos de carne y hueso,
con libre albedrío y decisiones que escapan a toda presunción
humana. El personaje, en cambio, es un ser de ficción, elaborado
a partir de lo real pero con vida solamente en el espacio de la narración.
La persona se escapa de las manos; el personaje está atrapado en
las redes del novelista. Sin embargo, aunque esto sucede, la labor del
escritor reside en dotar a sus personajes de la complejidad de la persona
y esto es lo que ha logrado Elena Poniatowska con Lorenzo de Tena.
En el plano evocado o imaginario, sitio
de la ficción, Lorenzo de Tena, hijo natural de una de las familias
importantes venidas a menos del México posrevolucionario, tiene
que dar cauce a su orfandad y a su vocación. Para ello recurre,
como todo joven, a la búsqueda incesante de la amistad, el saber
y el amor. Por un lado, su trato con el doctor Beristáin, padre
de su amigo Diego, le da el saber, lo coloca frente a la sed de conocimiento,
Narciso Bassols lo instala en el compromiso político, José
Revueltas en la indagación de los problemas de México, y
Luis Enrique Erro es quien finalmente le revela su vocación científica.
Por otro lado están las mujeres de su vida: Florencia, su madre,
Leticia, su hermana menor, Lucía la cuarentona que lo inicia en
el amor, Lisa, al mujer liberada y, por último, Fausta
mujer inquietante que mezcla el fervor
por la ciencia con la sabiduría que viene de otros territorios más
allá de la razón, le dan la conciencia de su ser hendido,
de su condición solitaria frente a una sociedad que se rige por
lo inmediato, por la satisfacción bastarda. Y Poniatowska quiere
contar estas historias: incomprensión de las necesidades y de las
respuestas que requiere un país por parte de quienes lo dominan,
e incomprensión del individuo (en este caso el astrónomo
Tena) que observa a los demás sin enterase de sus motivaciones.
Así, La piel del cielo transcurre
diría el poeta Luis Cernuda entre la realidad y el deseo,
entre lo tangible de los datos históricos comprobables y lo imaginario;
por ello, la estructura de la novela es aparentemente simple (uso de la
tercera persona, prosa rápida, ágil, amable con el lector),
no busca apantallar con el uso de recursos técnicos; eso
sí, busca y encuentra la complejidad necesaria para hacer creíbles
las figuras José Revueltas, Narciso Bassols y otros personajes históricos
dentro de la trama de la ficción. En este punto, creo, reside la
mayor de las virtudes de La piel del cielo, obra de madurez de nuestra
escritora.
Antes de concluir esta divagación
que apenas roza con palabras titubeantes los resquicios de la piel de los
cielos, quisiera mencionar otra virtud, ésta dirigida a la narradora.
Elena Poniatowska continúa la labor de otros periodistas, como en
el caso del recordado Fernando Benítez, que no se conforman con
realizar el trabajo diario de la información honesta sino que creyeron
en la palabra como herramienta para ayudar a la divulgación del
conocimiento y a las causas más justas
Casa del Lago. Cine en la Sala Lumière.
Ciclo "Anthony Quinn": Un paseo por las nubes, de Alfonso Arau,
jueves 25 y viernes 26, a las 16:00 horas, entrada libre. Matiné:
Cine para niños: Ciclo "El gran Chaplin": Tiempos modernos,
domingo 21; El vagabundo, El chico y El peregrino,
sábado 27 y domingo 28, a las 11:00 y 15:00 horas, entrada libre.
Cineclub Casa del Lago: Ciclo "Claude Chabrol": Máscaras,
domingo 21; La ceremonia, sábado 27 y domingo 28, a las 15:00
horas, entrada general: $5.00 pesos. Nuestro cine: Los hijos de María
Morales, de Fernando de Fuentes, domingo 21; y Espaldas mojadas,
de Alejandro Galindo, sábado 27 y domingo 28, a las 17:00 horas,
entrada libre.
Batería. En la última sesión
del Décimo Encuentro de Batería Contemporánea, se
presenta el baterista chileno Daniel Peralta y el Ensemble de batería
y comparsa de Hugo Hernández Montes, este domingo 21, a las 12:00
horas, en el auditorio al aire libre de la Casa del Lago.
Música de cámara. Recital
de violonchelo y piano. Interpretan Bozena Slawinska, violonchelo, y María
Teresa Frenk, piano, el sábado 27, en el Teatro Rosario Castellanos,
a las 14:00 horas. Entrada libre.
Danza. El impulso del instante,
con Magdalena Villarán y Tania Solomonof, el domingo 28, en el Foro
xxi, a las 15:00. Entrada libre.
Teatro. Caja de rezonancias,
de Lucero Balcazar. Única función el miércoles 31
de octubre, en el Foro La Pérgola, a las 20:00 horas. Entrada libre.
Para mayores informes sobre estas actividades
y otros eventos especiales, dirigirse a la Casa del Lago, Antiguo Bosque
de Chapultepec, primera sección, cp 11850, teléfonos: 5211
6093 y 94.
Casa del Cuento. Y l@s maestr@s
también cuentan, con alumnos de Scarlett Quiroz. Contada colectiva,
a las 19:00 horas; y El morral de los cuentos, con Vivianne Thirion,
Moisés Mendelewicks y Lenis Ávalos, a las 20:00 horas, ambos
eventos son el jueves 25 de octubre, también en el Centro Cultural
El Juglar. Entrada libre.
Exposición. Saga de sueños,
muestra gráfica de Ibasther que permanecerá abierta al público
hasta el 16 de noviembre, de las 10:00 a las 18:00 horas, en el Centro
Cultural El Juglar ubicado en Manuel M. Ponce, col. Guadalupe Inn. Informes
a los teléfonos 5660 7900 y 56 60 8061. Entrada libre. |
e
n s a y o
Una breve descripción
del límite
Raúl
Berdejo Bravo
|
Peter
Handke,
El
año que pasé en la bahía de nadie,
Alianza
Literaria,
España,
2000.
|
Si pudiéramos reunir todos los libros
de Handke publicados hasta ahora, tal vez nos sorprendería, antes
de su lectura, el porqué de una obra de tal extensión de
un escritor amante de la brevedad y la sobriedad. Una vez concluido el
libro descubrimos la razón: no estamos frente a una actividad usual
sino dentro de una acción continua de escritura que se ha liberado
de los obstáculos que impiden una exposición sosegada, suntuosa
y, sobre todo, extraordinariamente cómoda.
Esta confortabilidad, una absoluta conciencia
de arquitectura, es uno de los poderes de Handke. Uno cree que tiene la
fortaleza de enfrentarse a su lectura y presumir que la aventura es simple,
la comprensión asimilable y que el comentario cabe en dos cuartillas,
pero esa es virtud del austriaco. Estamos dentro de una catedral y tenemos
a un monaguillo que sabe a dónde van a parar las confesiones. Si
nos impresionan las naves y sus bóvedas, los santos o la extraña
austeridad del atrio, sólo es para que uno vaya respirando sentido
y él lo dice: "Mi conciencia no tiene nada que ver con ningún
tipo de razón, más bien me inmiscuyo como un demonio de un
modo destructivo." Este equilibrio entre la acción del que escribe
y la comodidad del espectador es parte de una labor que suma y confunde
voluntariamente el desarrollo de habilidades técnicas, la ineludible
confrontación interna de los que descubren que el escribir presenta
y representa problemas consigo mismo y el proceso donde se descubre y establece
el estilo propio.
Nadie como Handke para hacer de la lectura
la experiencia donde pueden coincidir todas las demás experiencias
en un tejido conjuntivo que propicie circularidad. Uno como lector puede
hacer sus preguntas al acompañar durante 587 páginas a un
escritor que ha logrado relajarse a tal punto que parece dejar de lado
cualquier consideración para quien lo contempla. Pero llega el momento
en que deja de hacerlas: uno recuerda las obras anteriores y reconoce que
Handke se había estado, o nos había estado, preparando para
una expresión minuciosamente educada. Ensayos del día logrado,
del cansancio, del jukebox, repeticiones y regresos, declaraciones
y confesiones que indignaron a quienes creyeron que se franqueaban límites
o códigos de formalidad. Uno acepta títulos y pretextos:
que si los amigos, que si las grandes caminatas, que los nombres, los lugares
o las transformaciones, la recolección de setas o el ruido de los
vecinos. No importa, sabemos que el motivo será siempre un animal
astuto.
El año que pasé en la
bahía de nadie es, de nuevo, un destello donde jamás
encontraremos el objeto que lo emitió. Podemos creer en ese lugar
que tras una larga decisión, Handke sentó cabeza para desde
ahí mirar todo aquello que sucedía. Un lugar sin hábitos
de grandes ciudades donde se puede encontrar gente que ha estado ahí
varias décadas. Podemos asegurar que la bahía es la caja
de resonancias donde el escritor postula sus poderes, se desgaja de los
últimos pudores y juega, en todo momento, con la farsa de la intimidad,
del lenguaje y de la posibilidad de desaparecer la anécdota.
Pocas veces nos habrán llevado al
país de no pasa nada de una manera tan amable. Narración
tras narración tendremos que asumir el contrato donde después
de inmiscuirnos en historias ajenas no recibiremos ninguna a cambio. Ni
siquiera la nuestra. Y nos lo dice por ahí: "Ya nadie merece una
historia". ¿Estamos atrapados en el método de Handke? ¿Se
puede decir desde el espacio de un comentario algo de quien tiene el propósito
de una liberación de lo literario y toda aquella figura accesoria
que le acompaña? A pesar de que uno anda buscando, por costumbre,
la narración, descubre que de Handke sólo se conseguirá
un paseo a una pintura de paisaje donde abundan colores, hojas, sonidos,
descripciones que logran la transparencia.
Desde el engaño mismo Handke nos
saca del engaño, no habría otra posibilidad. Nadie habría
aceptado la invitación a la fiesta para ser expulsado definitivamente
de la posibilidad de cualquier festejo. Y él lo declara: "Me parece
que la actividad de narrar se ha agotado, o que en ella hay algo podrido,
y no sólo en la mía." "Que la narración, la que ocupa
un libro entero, no pueda salir adelante, sin catástrofes es algo
que yo no he entendido nunca. Pongo en duda esta presunta ley. Hay que
derogarla. La quiero de otra manera." No les gustará nada a los
actuales legisladores este anuncio de lo que vendrá. La legitimidad
siempre está por los suelos. Hay algo que disfrutar de manera especial.
A estas alturas el escritor sabe de la cautividad de sus lectores, de las
afinidades que pacientemente se han elegido y de la entrega cautelosa al
estilo que, nos dice, tiene francas adversidades. Handke nos habla.
La desganada confianza que se tiene a sí
mismo es siempre la certeza de que tiene en sus manos una experiencia literaria
que deja de lado cualquier aproximación que se pretende especializada
y que llega hasta la indiferencia. Densidades, variaciones y transparencias,
rodeos y exabruptos, dudas, reticencias, y una lección contundente:
de la pura exterioridad, lo inmediato. Los intersticios son un pliegue.
Esta es una de las obras de un escritor de nuestros tiempos que hay que
dejar añejar en nosotros mismos. Compruebe leyendo después
narraciones violentas y ordenadas. Verá cómo el libro de
Handke traspasa las porosidades y anega todo lo que le ponga encima. Entonces
no era lo inmediato
FICHERO
LOS LIBROS
QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION
derecho
El análisis cultural del derecho.
Una reconstrucción de los estudios jurídicos, Paul Kahn,
Col. Biblioteca Yale de Estudios Jurídicos, Yale Law School/Gedisa
Editorial, Barcelona, España, 2001, 205 pp.
La ética en el ámbito
público, Joseph
Paz, traducción de María Luz Mulón, Serie CladeMa/Filosofía
del derecho, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 2001, 442 pp.
ensayo
La mirada del centauro.
Los mejores ensayos de ensayo, prólogo y selección de
Mary Carmen Sánchez Ambriz, Col. Las cascadas prodigiosas, 56, Ediciones
Verdehalago, México, 2001, 186 pp.
historia
Ruptura y oposición. El
movimiento henriquista,
1945-1954, Elisa Servín, Cal y Arena, México, 2001, 434
pp.
memorias
Casa del Lago,
textos de Clementina Díaz de Ovando, Guadalupe Lozada León
y Carlos Monsiváis, Coordinación de Difusión Cultural,
UNAM, México, 2001, 138 pp.
De memoria (1952-2001),
Jorge Galván, Juan Pablos Editores/UAG/Instituto Cultural de Aguascalientes/CIEMA,
México, 2001, 399 pp.
narrativa
Los mejores cuentos mexicanos.
Edición 2001, selección
e introducción de Bárbara Jacobs, con la colaboración
de Alberto Arriaga, Editorial Joaquín Mortiz, México, 2001,
284 pp.
poesía
Crujir de la hojarasca,
Silvia Pratt, Serie José Yurrieta Valdés, Universidad Autónoma
del Estado de México/Editorial La Tinta del Alcatraz, México,
2001, 69 pp.
Fadomaquia: Ralhar de Cornos,
Roberto Luviano, Cuadernos de La Perra Pelona, México, 2001, 56
pp.
Itapal Altepetaj Xtamánin
Kasipíjni. El Color de la sierra,
Alberto Becerril Cipriano, poesía en masewal, totonaco y español,
Escritores en Lenguas Indígenas, México, 2001, 150 pp.
Poesía. Prosa, Carlos
Gutiérrez Cruz (investigación y compilación de Luis
Mario Schneider), Col. Lo fugitivo permanece y dura, Secretaría
de Cultura Gobierno de Jalisco, México, 2000, 361 pp.
Signos de hastío,
Pedro E. Parra Reynoso, Cuadernos del oficio/ Taller de letras, Universidad
Autónoma del Estado de Morelos, México, 2000, 63 pp.
salud
Elementos socioculturales en la
prevención del cáncer cervicouterino. Un estudio en
Hermosillo, Sonora, Ma. del
Carmen V. y Gilda Salazar Antúnez, Col. Cuadernos núm. 7,
Cuarto creciente, El Colegio de Sonora, México, 2001, 230 pp.
semiótica
El giro semiótico,
Paolo Fabbri, traducción de Juan Vivanco Gefaell, Col. El mamífero
parlante, Serie mayor, Gedisa Editorial, Barcelona, España, 2000,
159 pp.
revista
Nueva antropología,
59, abril 2001, vol. XVIII, textos de Armando Rendón Corona, Sergio
G. Sánchez Díaz, Sylvia Narváez, entre otros, Nueva
Antropología, ac/uam/Conaculta-inah/Plaza y Valdés Editores,
México, 172 pp.
Oráculo,
núm. 3, otoño-invierno de 2000, año 1, xtos de Jesús
Bartolo, Angie Enciso, Wenceslao Serra Deliz, entre otros, publicación
independiente, México, 33 pp.
Oráculo,
núm. 4, primavera-verano de 2001, año 1, textos de Lourdes
Rangel, Eduardo Oláiz, Thelma Nava, entre otros, publicación
independiente,
México, 33 pp.
Oráculo,
núm. 5, veraño-otoño de 2001, año 2, (poetas
griegos contemporáneos, edición bilingüe), textos de
Titos Patrikios, Manolis Pratikakis, Estela Guerra Garnica, Mario Blacutt,
entre otros, publicación independiente, México, 35 pp.
Sólo historia,
núm. 12, abril-junio 2001, año 2, textos de Adolfo Sánchez
Vázquez, Gregorio Sosenski, Concepción Rodíguez, entre
otros, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución
Mexicana, México, 96 pp. |