JUEVES Ť 18 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Legisladores abandonarán Washington ante el peligro de contaminación
Cerrará la Cámara de Representantes todos sus edificios por temor al ántrax
Ť Decenas de casos de exposición a la bacteria han desatado una verdadera paranoia en EU
Ť Proponen reformar la Constitución ante la posibilidad de que muera la mayoría de congresistas
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York y Washington, 17 de octubre. La Cámara de Representantes anunció que cerrará todos sus edificios y abandonará esta capital por la amenaza de contaminación de ántrax, mientras frente a las oficinas del Senado más de 200 personas esperaban ser examinadas después de que a 31 empleados del Congreso se les confirmó contaminación por la bacteria.
Es un país bajo ataque: las noticias en televisión ofrecen números de teléfono para quienes temen haber sidos expuestos al ántrax, y uno de los think tanks más influyentes de Washington propuso re-visar la Constitución federal para establecer un mecanismo sobre cómo seleccionar un nuevo Congreso en el caso de que muera la mayoría de los legisladores.
Todo el mundo entiende que las cartas que contaminaron con án-trax las oficinas de los medios de prensa en Florida y Nueva York (NBC y ABC, hasta el momento) y el Senado fueron enviadas después del 11 de septiembre, hecho que provoca la impresión de que el "enemigo" de Estados Unidos ya está dentro, y con ello cunde la incertidumbre sobre cuándo y dónde se producirá el próximo ataque de esta guerra.
Al parecer el responsable o los responsables -podría ser a quien la cúpula política acusa, Osama Bin Laden- han logrado conseguir su objetivo: aterrorizar a esta nación.
"Haremos todo lo necesario pa-ra proteger a nuestro país", afirmó el presidente George W. Bush poco antes de partir hacia China.
Pero hoy se detectó ántrax en las oficinas de Manhattan del gobernador del estado de Nueva York, George Pataki, y él y varios de sus colegas comenzaron a tomar antibióticos como medida preventiva, y los dos pisos que ocupan sus oficinas en la ciudad de Nueva York serán clausurados hasta la semana próxima para permitir una revisión ambiental completa.
Se focaliza el contagio
Mientras tanto, tres empleados del senador Russ Feingold resultaron contaminados en Washington y, sumando a los afectados en las oficinas de Tom Daschle, líder de la mayoría del Senado, y a los policías del Capitolio, en total hay 31 trabajadores del Congreso de Estados Unidos contaminados.
En la capital los líderes legislativos anunciaron su decisión de suspender sus actividades para realizar una amplia revisión ambiental de los edificios principales y otras instalaciones de la Cámara baja.
Aunque los funcionarios viven en Washington, los representantes saldrán este jueves a visitar sus es-tados. Lo mismo ocurrirá en el Se-nado, aunque sus dirigentes insistieron en que seguirán trabajando hasta el viernes.
Circulaban temores de que el ántrax detectado en algunas oficinas podría haber ingresado al sistema de ventilación de los edificios del Congreso, aunque funcionarios niegan haber detectado la bacteria en los ductos de aire.
Podría tratarse de la primera in-vasión extranjera en casi dos si-glos (con la excepción de la incursión de Pancho Villa en Columbus, Nuevo México).
Aunque aún no hay pruebas de que el ántrax sea parte de un ataque de un enemigo externo (no se puede descartar a grupos ultraderechistas o milicias, que en el pa-sado han intentado conseguir án-trax), lo cierto es que Estados Unidos tiene ahora todos los síntomas de una nación que tiene ya a su enemigo en su propio territorio.
Esta experiencia es inusitada aquí. A pesar de que algunos re-cuerdan el temor de un posible y devastador ataque a territorio estadunidense -por ejemplo durante la "crisis de los misiles" de Cuba a principios de la década de los 60, o la constante posibilidad de acciones militares de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial-, nadie recuerda que hubiese muertos o enfermos en territorio estadunidense debido a acciones dirigidas, aparentemente, por un enemigo externo.
Hasta el momento los saldos de la "nueva guerra" parecen indicar que Estados Unidos está perdiendo las primeras batallas en su propio territorio: el vicepresidente Dick Cheney está casi siempre escondido en "un lugar seguro", las oficinas de los líderes legislativos están bajo cuarentena, el servicio postal sigue interrumpido en varias partes del país, los principales medios nacionales se encuentran bajo ataque bacteriológico y el pánico se empieza a extender entre la población.
Lo peor, comentan muchos, es no saber bien de dónde provienen estos ataques y hasta dónde puede escalar este conflicto -Ƒhabrá más aerosecuestros, lo del ántrax será seguido con viruela o la plaga?- y sus consecuencias directas en Es-tados Unidos. Además, nadie sa-be si proviene de un "enemigo" o de varios, si todos los responsables son extranjeros, o si algunos podrían ser estadunidenses.
"Oye, bajamos o mejor caminamos, porque, pues, el ántrax", dice un hombre a una mujer al comenzar a bajar las escaleras del metro en Greenwich Village. Como para explicarse ante los que escuchan, el hombre agrega: "Es que todos estamos espantados con el ántrax".
Escenas de ciencia ficción
Los gobernantes repiten todos los días en sus mensajes al público: mantengan la calma, sigan con sus quehaceres y tareas cotidianas, vivan "normalmente", mientras equipos de emergencia responden a miles de alarmas sobre polvos y sustancias detectadas en todas partes, vestidos con monos blancos y máscaras antigás; son escenas de películas de ciencia ficción, pero en el Capitolio, en Broadway o Rockefeller Center.
Tropas de la Guardia Nacional patrullan con camuflaje y rifles M-16 los principales aeropuertos del país, y rodean las plantas nucleares, las represas, y otras instalaciones "estratégicas".
El metro de Nueva York, el más grande del país, se interrumpe constantemente por "incidentes" que resultan ser alarmas de pasajeros que detectan polvos blancos o cafés sospechosos en cualquier sitio; todos, hasta ahora, han re-sultado ser "incidentes" falsos.
Y la televisión trasmite imágenes de los logros del poderoso aparato militar estadunidense en la campaña bélica contra Afganistán, se comenta sobre la desarrollada tecnología del nuevo armamento, bombas guiadas por láser, por satélite, por computadoras, las hazañas de los cazas, bombarderos y fortalezas aéreas como el AC-130, además de los submarinos y portaviones; en este frente de la "nueva guerra" los daños no tienen precedente en un conflicto moderno de este superpoder.
El gobierno estadunidense dice que su principal enemigo, Osama Bin Laden, su red internacional terrorista Al Qaeda y sus aliados viven en cuevas, se capacitan en campamentos rudimentarios, no cuentan con aeropuertos, mucho menos satélites o misiles, ni bombas "inteligentes" o "tontas".
Pero resulta que las dos capitales estadunidenses, la financiera-cultural y la política, están en condiciones parecidas a las de ciudades sitiadas. Y la ironía es que la principal arma contra este país son bacterias y virus de eras anteriores, que como asuntos de salud pública ya eran considerados agentes ca-ducos: el ántrax y la viruela.
También miedo a la viruela
Esta semana el nuevo zar antiterrorista para la defensa de "la patria" (homeland defense), Tom Ridge, afirmó que el ántrax es la primera preocupación de su oficina, y que también se teme la reaparición de la viruela.
Indicó que está en consideración una nueva campaña de vacunación de niños y otros contra la viruela, actividades suspendidas en los años 70 al determinarse en-tonces que ya era una amenaza de salud pública superada.
Lo preocupante es que el go-bierno sí sabe qué tan peligroso pueden ser los ataques con ántrax o viruela: a fin de cuentas, durante la guerra fría, los científicos estadunidenses elaboraron todo tipo de pruebas y cálculos al desarrollar una potencial arma militar para su posible uso contra los enemigos de este país: el ántrax.
La gente está comprando antibióticos por todas partes, y también armas para defenderse de un posible "caos" civil. Todos los días la preocupación se incrementa no por cuándo, sino por dónde ocurrirá el próximo ataque.
Mientras tanto, las autoridades instan a la población a mantener la calma, a regresar a la "normalidad". Pero como dijo el cómico Bill Cosby, "nos piden que regresemos a la normalidad, pero yo les digo tú primero".
La pregunta queda en el aire: ƑCómo es posible que un grupo de individuos con ideología tan "antimoderna", que vive en cuevas en uno de los países más devastados y pobres del mundo, esté amenazando tan efectivamente a la nación más rica, más desarrollada, más poderosa del planeta?