Del pincel al píxel Ť
En este CD Rom -que contiene digitalizadas cerca de dos mil imágenes de la historieta popular mexicana- se reconcilian el vidrio y el papel, soportes icónicos AAA que durante la segunda mitad del siglo veinte se enfrentaron en una mediática lucha a dos de tres caídas, donde el electrón destronó a la celulosa.
Hasta los cincuenta, la historieta reinaba en el mundo de la narrativa popular, compartiendo el ocio de las mayorías con el cine y la radio. Pero con la llegada de la televisión se comenzó a romper el equilibrio a favor del novedoso kinescopio. En los ochenta, gracias a la generalización de las videocintas y los videojuegos, aumenta la ventaja de la tele, y en los noventa, al multiplicarse las computadoras personales con acceso a la red, el predominio de la pequeña pantalla deviene abrumador.
De la caja tonta de los sesenta y setenta a la caja lista del fin de milenio, el vidrio duro no ha dejado de ganarle terreno al blando papel.
Acorralada en un nicho de mercado aun multitudinario pero comparativamente pequeño, la historieta se defiende como viñeta boca arriba:
Las estrategias multimedia desdoblan la imagen de los héroes comiqueros en carts, pins, posters, camisetas, cachuchas, figuras, y cuanto merchandaising pueda haber; llevándolos de las viñetas al cine grande, al anime televisivo, a los juegos de rol, a los disfraces, a las páginas web; todo en una vertiginosa retroalimentación y desdoblamiento de las apariciones que somete al consumidor a un implacable cerco mediático.
Al mismo tiempo, la nostalgia, la moda retro, el amor por la trivia y el coleccionismo, transforman en valiosos objetos de culto a las antes efímeras, desechables y proletarias historietas. Así, la narrativa dibujada que inauguró entre las mayorías el consumo intimista de historias impresas, deviene cultura gregaria en convenciones tumultuosas donde lo de menos son los cómics para leer.
Y si la iconografía historietil se traslada a la pantalla chica a través de los videojuegos, el anime y las páginas web, muchos nuevos monitos nacen directamente en el vidrio. Cada vez más cómics se gestan en las tripas electrónicas de una Mac, cada vez más historietas son, de origen, imágenes virtuales.
Si los de antes eran artistas del pincel, el dominio de los moneros del milenio es el píxel, y con frecuencia las imágenes nacidas digitales circulan primero por la red, y sólo más tarde -si bien les va- se trasladan al papel.
No es una catástrofe, todo lo contrario. Me parece que en el nuevo milenio habrá un armisticio entre las cálidas texturas del papel y la luz interior del vidrio frío; un pacto entre la valiosa, exótica y manoseable celulosa y los compactos de alta densidad; una alianza entre los mundos chatos representados e impresos en rústica tricromía y la realidad virtual transitable y de bulto, que en los próximos años -si no es que meses- será cosa de palpar y oler.
Y también las narrativa tendrá que adaptarse a las posibilidades de historias de opción que se bifurcan a voluntad; un modo de contar interactivo y abierto donde no hay lectores sino usuarios creativos y participantes.
Frente a estos sueños guajiros del siglo XX -que son experiencia cotidiana en el XXI- el CD Rom que hoy presentamos es nostalgia. En él se registran algunas de las historietas más memorables del siglo pasado; se deja constancia de su género, cronología, autores y editores; y se cuenta someramente la historia del cómic mexicano; todo aderezado con flashazos de entrevistas con unos cuantos moneros destacados.
Es este un homenaje al papel desde el vidrio, al restirador desde la Mac, al pincel desde el píxel.
Ť Texto leído en la presentación del Catálogo de la historieta mexicana del siglo XX, realizado por Juan Manuel Aurrecoechea, Jacinto Barrera y Armando Bartra, y producido por Fonca-INAH y Cenedic-Universidad de Colima.