martes Ť 16 Ť octubre Ť 2001

Alberto Aziz Nassif

ƑLas regiones olvidadas?

Puede ser que la vida política de las regiones en México haya pasado a un segundo plano en términos de interés nacional e informativo. Puede ser que las pugnas políticas regionales ya no sean noticia de primera plana, porque se han institucionalizado. Puede ser que la incipiente democracia mexicana, la instalación de una "normalidad" electoral y la alternancia política hayan serenado las viejas contiendas que hace unos años eran motivo de preocupación en el país. Sin embargo, a pesar de que los supuestos anteriores pueden ser ciertos, hay en la vida política de las regiones nuevos problemas que es indispensable analizar.

La semana pasada, mientras caían cientos de bombas en Afganistán y se multiplicaban los casos de ántrax en Estados Unidos, las noticias nacionales, como la del Acuerdo Político para el Desarrollo Nacional, pasaban a segundo plano en la cobertura noticiosa y en el interés de la ciudadanía. Imaginemos lo que pasó con el interés por las elecciones locales en Oaxaca, Chiapas y Tamaulipas, o por la anulación de elecciones en Ciudad Juárez, Chihuahua: simplemente quedaron en el olvido.

Una parte de esta disminución en el interés tiene una razón: los conflictos tienen ahora canales institucionales, lo cual es bastante positivo, porque en lugar de marchas y mítines, hay procedimientos jurídicos y tribunales para la impugnación, y sobre todo los actores aceptan las resoluciones, salvo casos excepcionales, como sucede ahora con Tabasco, donde el PRD no aceptó la validación que hizo el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de las recientes elecciones extraordinarias y ha decidido emprender una lucha política para impedir que el ganador llegue a la gubernatura, es decir, se trata del PRD con los viejos métodos.

Esta situación de "normalidad" electoral también genera sus propios problemas, así por ejemplo en el caso de Ciudad Juárez, la anulación la hizo primero el tribunal estatal, órgano que fue disminuido en su composición e independencia a partir de una reforma electoral en 1997. La debilidad de este tipo de organismos es que no son instancias definitivas y los casos llegan invariablemente al ámbito federal, al TEPJF, en el cual se decide el arbitraje de las luchas regionales en materia electoral. El punto conflictivo que originó la impugnación fue una violación del alcalde panista que emitió spots desde las televisoras de la ciudad vecina, El Paso, Texas, durante los días previos a los comicios, cuando ya está prohibido. El TEPJF decidió anular el triunfo panista y tuvo una cerrada votación de cuatro magistrados contra tres. Posteriormente, el Congreso local, de mayoría priísta, recibió las propuestas del gobernador y nombró un alcalde interino priísta. Con esta acción regresó al gobierno el PRI después de casi diez años de ser oposición.

Hasta aquí las cosas parecen razonables, pero surgen dudas sobre los impactos de estas anulaciones: de ahora en adelante cualquier autoridad puede cometer una violación a la ley electoral y provocar que el tribunal anule unos comicios, lo cual puede resolver un problema a partir de crear otro, porque nadie puede saber el impacto real de estas violaciones.

Al mismo tiempo, las elecciones locales muestran algunos datos interesantes como la aparición de nuevos partidos pequeños que ganan municipios, el caso de Convergencia por la Democracia en Oaxaca o Alianza Social en San Cristóbal de las Casas; el PRI mantiene la mayorías en las legislaturas, como en el estado de Oaxaca; el PAN gana municipios grandes y urbanos, y el PRD avanza en algunas alcaldías pequeñas y medianas, y ambos crecen en sus porcentajes de votación; los índices de participación muestran alto abstencionismo, por ejemplo, 56 por ciento en Chiapas.

Así, mientras la "normalidad" electoral sigue más o menos su curso, la otra "normalidad", la de los gobiernos supuestamente democráticos, todavía muestra problemas importantes.

La semana pasada se llevó a cabo el seminario Regionalismo y Federalismo durante el cual hubo oportunidad de confrontar las experiencias de México y de Alemania. En éste surgió el dato de la comparación en el desempeño de los gobiernos: mientras en México estamos empezando a ver por qué razón la democracia no está funcionado para producir buenos gobiernos, ya que la alternancia no asegura el desempeño y al parecer la variable partido político ya tampoco es una garantía, en Alemania existen condiciones institucionales y de cultura política que llevan a un buen desempeño de los gobiernos regionales, como los límites del poder Ejecutivo, la competencia institucional, la participación de la ciudadanía, la presencia crítica de los medios, y el cumplimiento del estado de derecho. Condiciones que en México todavía no tienen la suficiente fortaleza y están generando aberraciones novedosas: alternancias electorales y gobiernos autoritarios, como sucede hoy con las gubernaturas de Jalisco y Chihuahua.