MARTES Ť 16 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Miguel León-Portilla

El español y el destino de las lenguas amerindiasŤ

Esbozaré una breve reflexión sobre la convivencia de la lengua española con centenares de lenguas indígenas que continúan vivas en el Nuevo Mundo. Nuestra lengua, la que nació en Castilla, goza hoy de excelente salud, hablada por más de 400 millones de personas. A su lado, desde hace cinco siglos, sobreviven las amerindias, legado que conservan cerca de 40 millones de seres humanos.

Estas lenguas han enriquecido el léxico del español. Confieren ellas matices propios a las distintas hablas nuestras en el continente americano. Han aportado también a la lingüística universal elementos y categorías, captados por los frailes humanistas españoles, que las redujeron a los principios de la gramática.

Expresaré en este contexto una pregunta: ¿la supervivencia de las lenguas amerindias constituye un peligro para el español? La respuesta la han dado ya varios intelectuales indígenas. Tajantemente han declarado ellos: ''El español también es nuestro''. Son conscientes de que, a la par que preservan sus lenguas nativas, conocer el español les abre las puertas para comunicarse entre sí los diversos grupos étnicos y para establecer contacto con las mayorías de sus respectivos países. Así pueden hablar con más de 400 millones de mujeres y hombres.

Preguntémonos ahora: ¿qué valor pueden tener en sí mismas esas lenguas nativas? La respuesta la daré en forma de un poema:

Cuando muere una lengua
las cosas divinas,
estrellas, sol y luna;
las cosas humanas,
pensar y sentir,
no se reflejan ya
en ese espejo.

Cuando muere una lengua
todo lo que hay en el mundo
mares y ríos,
animales y plantas,
ni se piensan, no pronuncian
con atisbos y sonidos
que no existen ya.

Cuando muere una lengua
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta,
un asomarse
de modo distinto
a cuanto es ser y vida en la tierra.

Cuando muere una lengua,
sus palabras de amor,
entonación de dolor y querencia,
tal vez viejos cantos,
relatos, discursos, plegarias,
nadie, cual fueron,
alcanzará a repetir.

Cuando muere una lengua,
ya muchas han muerto
y muchas pueden morir.
Espejos para siempre quebrados,
sombra de voces
para siempre acalladas:
la humanidad se empobrece.

Ahora, pensando en que la humanidad, en vez de empobrecerse, debe enriquecerse, expresaré ya sólo un anhelo que comparto con los pueblos indígenas: este es que los gobiernos de Hispanoamérica, las academias e institutos dedicados al cultivo del español vuelvan la mirada a la situación en que se hallan esas lenguas. Importa fomentar la enseñanza bilingüe entre los pueblos indígenas, incentivar su cultivo, crear casas de escritores en lenguas nativas, como la que existe ya en México. Y, ¿por qué no?, invitar también a quienes las cultivan a participar incluso en congresos de carácter lingüístico y filológico.

Rica será la humanidad en posesión de lenguas ecuménicas como el español, hablado por cientos de millones y a la vez dueña de otros muchos idiomas vernáculos. El florecer de éstos hará de nuevo verdad que la diferencia es fuente de creatividad cultural.

Ť Resumen de las palabras pronunciadas en la sesión de apertura del segundo Congreso de la Lengua Española, en Valladolid, España.