lunes Ť 15 Ť octubre Ť 2001
Iván Restrepo
Fracaso de la lucha antidrogas
En agosto pasado, los presidentes de Colombia, Andrés Pastrana, y de Bolivia, Jorge Quiroga, hicieron un llamado a los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea para que redoblaran esfuerzos a fin de abrir sus mercados a los productos alternativos a la producción de coca. Sería, dijeron, una forma efectiva de respaldar la lucha antidrogas emprendida desde hace años por ambas naciones. Se trata de un asunto con más de una década en la agenda de quienes están comprometidos en erradicar los cultivos ilegales, pero que tiene poca correspondencia en los países consumidores de estupefacientes.
Si bien ha habido tibio apoyo a las siembras lícitas que permitan a los campesinos remplazar los que hasta hoy son su medio de subsistencia, se imponen las leyes del mercado y llevan al fracaso los intentos de sustitución agrícola. Además que, recordemos, en las dos grandes reuniones antidrogas -la de Cartagena en 1990, y la de San Antonio, Texas, en 1992- y en otras de menor alcance geográfico y político, el tema de los cultivos alternativos salió a relucir, pero sin la fuerza suficiente para opacar las estrategias en boga para combatir el narcotráfico: la fuerza pública, la fumigación y la eliminación manual de las plantas de coca, mariguana y amapola.
Cabe recordar al respecto la experiencia boliviana con su plan de eliminación de los cultivos ilícitos de coca, puesto en marcha con el apoyo de Estados Unidos. Si bien las áreas sembradas con dicha planta se redujeron, ello originó incontables problemas en las áreas rurales, donde la hoja es parte de la cultura, pero donde también se cosecha como punto de partida del engranaje que controla el narcotráfico y que llega hasta los consumidores. Como era de esperarse, la intervención del ejército y de otras fuerzas del orden agravó las cosas y no sacó de la pobreza a los campesinos, mientras los mismos países que apoyaron la estrategia se encargaron de darle la puntilla con sus políticas proteccionistas.
Las cosechas de los cultivos sustitutos no hallaron precios atractivos, algo difícil de lograr en estos tiempos en que los productos agrícolas que se cosechan en América Latina se encuentran controlados por las grandes empresas trasnacionales de alimentos. Es lo que sucede con el café, el azúcar y el plátano, para citar tres casos emblemáticos. Así, los campesinos que entran a estos programas de sustitución no reciben los ingresos que sí les proporciona la siembra de productos ilícitos y con menor esfuerzo. La obtención de dinero fácil es el camino más corto a la sobrevivencia.
En cambio, esos campesinos ven que la mancha cocalera se extiende por áreas antes ocupadas por cultivos de subsistencia o selva tropical, lo que además ocasiona serios daños ambientales. A la destrucción de plantíos por fumigación o por la presencia del ejército o la policía, se responde con nuevas áreas a velocidad tal que resulta más difícil controlarlas y destruir sus siembras. Esa es la experiencia en Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador.
Asa Hutchinson, al tomar posesión de su cargo como director de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), señaló que con tecnología y atención al consumo de estupefacientes de ese país podrá colocarse un paso al frente de los traficantes. Reconoció que "quizá no le podemos ganar en número, pero si se usa la tecnología tendrá una herramienta para estar adelante del enemigo". Como ejes torales para atacar el problema en casa, anunció mayor apoyo a las campañas de prevención y rehabilitación de los consumidores. Estos últimos, dijo, han disminuido.
Pero la verdad es que la tecnología ha fracasado en el combate al narcotráfico. Los capos van varios pasos más adelante que las agencias encargadas de esa labor en América Latina, Medio Oriente o el sudeste de Asia. Ni las fumigaciones ni la presencia militar en las zonas productoras reducen sustancialmente los envíos a los países consumidores. En tanto, las minorías étnicas y raciales son perseguidas en nombre de la guerra contra las drogas. Así opinan 150 prominentes ciudadanos estadunidenses, entre los cuales destacan el premio Nobel de Economía, Milton Friedman, el cantante Harry Belafonte, la escritora Gloria Steinem y cuatro congresistas. ƑNo será tiempo de que los países consumidores busquen una salida efectiva al problema del narcotráfico? Las anteriores y las actuales son obsoletas.