SABADO Ť 13 Ť OCTUBRE Ť 2001

Cuauhtémoc Cárdenas y Leopoldo Rodarte

ƑNuevo aeropuerto o ampliación del actual?

La ubicación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México es, en estos momentos, un asunto de primordial importancia no sólo para los habitantes de la ciudad, sino en general, por su importancia, para los habitantes de la región centro del país. El criterio que debería privar para la selección del sitio es, a nuestro juicio, el de un lugar donde los efectos positivos y el costo económico de la costrucción superen en mucho los posibles efectos negativos que traería como resultado de la modificación del medio ambiente y de la calidad de vida de los habitantes del Valle de México. Nosotros consideramos, al igual que algunas organizaciones como la Canacintra, que la mejor opción es la representada por la alternativa ya estudiada desde hace muchos años, de ampliación del aeropuerto actual, por ser ésta no sólo la más económica, sino al mismo tiempo la que más ventajas ofrece para la calidad de vida de los habitantes y la economía del centro del país.

Una de las principales objeciones de los proyectos de Texcoco y Tizayuca radica en que ambos provocarían el surgimiento de grandes desarrollos inmobiliarios alrededor de los aeropuertos, y entre otras cosas, una mayor demanda de agua, recurso ya escaso en el Valle de México y sus áreas cercanas.

En Tizayuca se cuenta con una batería de pozos que aporta el líquido vital para la zona norte de la ciudad de México. El resto del agua subterránea se encuentra principalmente concesionada a la agricultura. Ambos suministros se verían fuertemente afectados si se cumplieran los planes ya elaborados de crear un polo de desarrollo de zonas industriales desde la ciudad de México hasta Tizayuca y, por lo tanto, una demanda adicional de agua para varios millones de habitantes que se asentarían en el área señalada.

En el caso de Texcoco, son de sobra conocidos los problemas de escasez de agua que existen en esta región del estado de México. De esa área, la ciudad de México recibe el agua de una batería de pozos ubicados en el lago Nabor Carrillo, líquido que una vez potabilizado en la planta La Caldera satisface las necesidades de la delegación Iztapalapa, en donde a pesar de las fuertes inversiones de los últimos cuatro años aún se padece por la escasez de ese recurso. El resto del agua subterránea del acuífero de Texcoco es aprovechada en su mayor parte en la agricultura. La creación de nuevos asentamientos para varios millones de habitantes en una zona en donde la disponibilidad de agua es muy escasa afectaría fuertemente a los actuales usuarios. Iztapalapa, Texcoco y las ciudades cercanas corren el riesgo de ver mermada su disponibilidad de agua con nuevas urbanizaciones alrededor de una nueva central aérea.

La ampliación del actual aeropuerto no afectaría el balance hidrológico del Valle de México, ya que el suministro de agua está garantizado tanto para el actual como para el futuro aeropuerto ampliado. En una primera etapa, que resolvería los problemas del tráfico aéreo por los próximos 15 años, se utilizaría básicamente la misma terminal actual y se ampliaría una de las pistas aproximadamente 3 kilómetros hacia el noroeste, usando la misma orientación que tienen las pistas en uso. Esta ampliación no invadiría terrenos del vaso del lago de Texcoco. Las áreas que se aprovecharían son de propiedad federal al igual que el lago. La ampliación del aeropuerto actual no crearía nuevas urbanizaciones y preservaría la importante función del lago de Texcoco como auxiliar, con su capacidad de almacenamiento, en el control y regulación de los fuertes escurrimiento que se generan en el área metropolitana en la temporada de lluvias.

La inversión requerida para la primera etapa de ampliación del aeropuerto actual es pequeña (del orden de decenas de millones de dólares), comparada con el monto requerido para las otras dos propuestas que representan inversiones de varios miles de millones de dólares. La inversión para la segunda etapa, que resolvería los problemas del tráfico aéreo para los próximos 30 años sería mucho menor de la necesaria para la construcción de las alternativas de Texcoco y Tizayuca.

En un país como México, donde el dinero es escaso y las necesidades insatisfechas son muchas, no podemos darnos el lujo de abandonar un aeropuerto como el actual, hecho que ocurriría si se decide instalar el nuevo aeropuerto en el lago de Texcoco, ya que ambos aeropuertos no podrían operar simultáneamente por su cercanía. Tampoco deberíamos arriesgarnos a construir un aeropuerto que resultara poco eficiente por encontrarse muy alejado de la ciudad, como ocurre con Tizayuca, y que podría convertirse en un elefante blanco si los actuales usuarios optaran por otro tipo de transporte u otros aeropuertos.