JUEVES Ť 11 Ť OCTUBRE Ť 2001
Alfonso Morales Carrillo
Carne y demonio
Hace más de dos décadas que Fabrizio León Díez (DF, 1963) eligió la fotografía como oficio y forma de expresión. En esa decisión influyó la proclividad familiar hacia ese perverso juguete monocular, la cámara, que hace de toda genealogía una indiscreta tertulia de snap shots. El gusto por la letra impresa y noticiosa le fue contagiado por los afanes de su padre, Lorenzo León Zazueta, gran conversador y cartomanciano, editor de las revistas La Frase y La Pluma Azul, en cuyas páginas se hayan las primeras imágenes publicadas por el séptimo de sus hijos. Víctor León, el hermano que a fines de los años setenta trabajaba de fotógrafo de la revista Proceso, lo introdujo en los misterios del cuarto oscuro.
La trayectoria profesional de Fabrizio León se ha desarrollado principalmente en La Jornada, medio al que se vinculó desde su fundación en 1984, y donde ahora es jefe de las sección de Espectáculos. Es autor del libro El consejo, la banda y otros panchos, fue director fundador de las revistas Zonas (1993), Clic (1994) y por un breve periodo editor fotográfico del periódico La Prensa. En 1992, el año en que publicó la imagen de un zompantli de vísceras animales y cubrió las explosiones de Guadalajara, le fue otorgado el Premio Nacional de Periodismo.
Fabrizio León ha viajado, tanto como se ha dejado tripular, por un país inagotable y una ciudad desquiciada que comparten el mismo nombre. Los futuros observadores hallarán en su archivo noticias sobre el último relumbrón y la caída de un régimen político; algunos de los emblemáticos y anónimos rostros de la resistencia social; la sorda sobrevivencia y el inútil relajo de las multitudes en calles, plazas y pasadizos subterráneos; las noches adictas al placer fluorescente y al contacto fugaz; las ruinas, las cenizas, los coletazos de la tragedia.
Compañero de ruta de fotógrafos como Larry Clark (el confidente-infidente de Tulsa) y Merry Alpern (la voyeurista de Dirty windows), Fabrizio León ha corrido los riesgos de la extroversión y la impudicia, desvaneciendo los límites entre el trabajo público y las obsesiones privadas, dejando que el objetivo de la cámara apunte hacia su propia desnudez. Para este malicioso noctívago son tan reales los bultos como los espejismos. Hay una ciudad que de repente se le aparece, fantasmagórica, filtrada por los vidrios, ventanas, retrovisores y rendijas. La misma que luego se le escapa a través de las oquedades de las siluetas. Sólo promesas son las figuras apenas perfiladas que, asomadas por un instante al postigo de la foto, se pierden de nueva cuenta entre las fauces de la oscuridad.
No es una Venus la que se va de juerga, como en la famosa foto-secuencia de Nacho López, sino un Cristo a quien se hace el obligado testigo de una ciudad omnívora y libidinosa. No hay estación en que Sísifo, desconocido pasajero del Metro, se libere de la carga de su piedra. La carne es débil, murmuran los salvadores de almas, y en eso están de acuerdo los matanceros del rastro de Ferrería y las putas de un congal en el Soconusco. Nadie en sus cabales puede tirar a locas al profeta que sabe leer las divinas señales de la revista Alarma! En alguna de esas ventanas hacia las que alza su mirada Fabrizio hay alguien que se hartó de esperar; alguien que excreta; alguien con el corazón partido a la mitad.
Con las 50 imágenes que integran Carne y demonio, muestra organizada por La Jornada y el Festival Internacional Cervantino, se ha iniciado la revisión del trabajo fotográfico de Fabrizio León, quien no había expuesto de manera individual desde 1983. En este conjunto, cargado de tintes rojos y negros, hay piezas que no podrían faltar en una antología del fotoperiodismo mexicano de fines del siglo XX. Estas fotos que fueron hallazgos del paseante, candentes noticias entregadas por el reportero a la mesa de redacción, ya se cuentan entre los documentos; memorias que se continúan en la historia que hoy vivimos. Son frutos de un oficio curtido en la vigilia, para el que no hubo segundas oportunidades como tampoco hay periódicos más viejos que los publicados el día de ayer.
Cédula introductoria a la exposición Carne y demonio que hoy se inaugura en el Museo Iconográfico del Quijote de la ciudad de Guanajuato, como parte de las actividades del 29 Festival Internacional Cervantino