JUEVES Ť 11 Ť OCTUBRE Ť 2001

Gustavo Leal F.

Epidemia de "metas"

Desde que Miguel de la Madrid designara secretario de Salud al doctor Guillermo Soberón Acevedo en 1982, el mundo sanitario empezó a poblarse de "metas". En el marco del desfinanciamiento sectorial crónico, que acompañó los últimos 18 años de "política de la no política" priísta, la perversa relación entre el ejercicio de los "presupuestos históricos" y el cumplimiento de sus "metas" terminó por convertirse en una pesadilla consuetudinaria; la patente obligada para la "planeación" de la gestión pública.

Hoy día, y ante la ausencia de auténticos indicadores de impacto, los funcionarios "expertos" responsables del tratamiento de la estadística sanitaria nacional pretenden, además, identificar esas "metas" con los pomposos indicadores de "resultado" (Roberto Tapia, Indicadores de enfermedades transmisibles, Gac Méd Méx, Vol. 136, Suplemento No.1, 2000).

Pero basta considerar las "cifras" del primer Informe del gobierno del "cambio" (en verdad, el séptimo de Zedillo) para acabar de apreciar el alcance de esas "metas": "durante los primeros nueve meses de este año se otorgaron 6.9 millones de consultas de planificación familiar, 3 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior. Se incorporaron al programa 221 mil nuevas aceptantes de métodos de regulación de la fecundidad".

A las tradicionales "metas Tapia" (por el subsecretario de Prevención y Protección de la Salud, Roberto Tapia), como suelen identificarlas los operadores de los sistemas locales de salud, que se proponen, por ejemplo, "alcanzar y mantener en 80 por ciento la cobertura de detección temprana de cáncer cérvico-uterino" (Programa Nacional de Salud, p.94), el foxismo y su Cruzada por la calidad de los servicios de salud han agregado, ahora, las "metas Ruelas" (por el subsecretario de Innovación y Calidad, Enrique Ruelas) que, de acuerdo con el primer Informe, ya "constatan" que "al finalizar el mes de agosto la diferencia de tiempo promedio de espera en los servicios de urgencias fue de seis minutos, cercano a lo previsto".

Pero es un hecho que las "metas" no mejoran el estado de salud de la población ni expresan una mejor atención médica.

Como antes sucediera en Guerrero, no sorprende que ahora médicos oaxaqueños del Programa IMSS-Solidaridad -en paro y huelga de hambre- denuncien que para el cumplimiento de esas "metas", en este caso, para que se practique la esterilización mediante obstrucción tubaria bilateral (OTB) o bien se aplique un método reversible como el DIU a 50 mujeres campesinas al año después de tener un hijo, estén siendo víctimas de presiones y hasta despidos: las autoridades, dicen, "usan mucho el eslogan de que con pocos hijos la familia vive mejor".

ƑQué determina esta execrable inercia? En primer lugar la hegemonía de las voces sociomédicas y administrativas que padece el incoherente diseño de las políticas nacionales de salud desde 1982, que se traduce en el sistemático silenciamiento de la voz de los principales responsables clínicos de la política pública: médicos y enfermeras.

En segundo lugar, el desperfilamiento del Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar. Surgido de un esfuerzo básicamente poblacional apoyado en operadores médicos, este programa sufrió una ambiciosa "modernización" -al calor de la conferencia de El Cairo de 1994, que dilató derechos en materia de salud reproductiva (básicamente salud perinatal y salud de la mujer)-, a pesar de que las instituciones de salud apenas puedan cumplir con sus "metas" en materia de planificación familiar.

ƑEntonces, a quién hay que cargarle esta inercia que esteriliza? No precisamente a los médicos y enfermeras que con salarios de miseria y pobres condiciones de trabajo operan las "metas" para cumplir "presupuestos históricos". Los responsables están, hace tiempo, cómodamente sentados en los escritorios de las oficinas gubernamentales acompañados del Consejo Nacional de Población que, en su segundo Informe de Avances del Programa Nacional de Población, estimó que "la información indica que si se mantienen las tendencias observadas será factible cumplir las metas establecidas para el año 2000".

Frente a las nuevas "metas Quintanilla" (por la directora general del programa, Lourdes Quintanilla), lo que se aguarda del gobierno del "cambio" es un programa de salud reproductiva con indicadores que evalúen el impacto de su labor frente a las tareas de atención que la sociedad ha confiado a la Secretaría de Salud, respetando a la población y, sobre todo, a los que la atienden: los médicos y las enfermeras.

Pero hay que ser escépticos. Como sucede con los programas del tecnocrático Programa Nacional de Salud del foxismo, el de Salud Reproductiva y Planificación Familiar pretende ser "generoso" con la componente preventiva, pero muy avaro en su resolutividad médica.