JUEVES Ť 11 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť La línea proviene de Condoleezza Rice, consejera nacional de seguridad
Comienza la autocensura a operar en los grandes consorcios mediáticos estadunidenses
Ť En la lucha por el negocio de la noticia televisiva, CNN ha ido perdiendo su hegemonía
JENARO VILLAMIL
La autocensura de las grandes agencias in-formativas estadunidenses es la otra cara de la guerra que se inició el pasado 11 de septiembre con los ataques a Nueva York y Washington. CNN difundió ayer la "recomendación" del vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, para abstenerse de difundir imágenes de Osama Bin Laden ya que los integrantes de Al Qaeda "podrían utilizar los consorcios mediáticos para enviar mensajes codificados". La línea, por supuesto, proviene de la consejera nacional de seguridad, Condoleezza Rice.
CNN ha reclamado para sí el derecho a la exclusividad de ciertas imágenes por encima del uso equitativo que se reclama en situaciones de emergencia y de guerra. Sin embargo, el virtual "bombardeo" de la imagen de Bin Laden tomada de la televisora Al Jazeera rompió con las reglas no escritas de la alta censura mediática.
Curiosamente, en esta nueva competencia por el control informativo CNN ha ido perdiendo su hegemonía y monopolio global por una razón fundamental: la oportunidad de sus imágenes (perfectamente adaptadas a la censura militar) ya no resuelve la necesidad de información y de posiciones que se ha generado en todo el mundo, principalmente dentro de Estados Unidos.
La paranoia desatada ha cumplido un paradójico papel. Las imágenes controladas no tranquilizan ya a una nación que se sabe vulnerable y atacada. Las enseñanzas de la guerra del golfo Pérsico revelan que detrás de una luz de bengala hay decenas de víctimas civiles que mueren en otros países. Y nada garantiza que los ataques "asépticos" no engendren también una próxima venganza en territorio estadunidense.
Si en la guerra de Vietnam el punto de vista del enemigo sólo estuvo representado en 3 por ciento en la cobertura de las grandes cadenas televisivas estadunidenses, según un estudio de George Bayley publicado en 1976, ahora la versión del "terrorismo" se difunde en un promedio de 20 por ciento, estiman monitoreos de Mediachannel.
De esta forma CNN perdió la "exclusividad" de las declaraciones del líder de Al Qaeda transmitidas por la televisora árabe Al Jazeera, y retransmitidas por sus rivales Fox News y MSNBC en Estados Unidos.
También CNN perdió editando estas de-claraciones y las de otras voces del régimen talibán. Incluso el propio Joaquín López Dóriga comentó, en vivo en Canal 5 de Te-levisa, que "algo le había pasado a CNN" que perdió las declaraciones del ministro de Defensa afgano en momentos que otras televisoras la transmitían el pasado domingo.
Con un desparpajo de la mayor falta de profesionalismo, el comentarista de CNN Aaron Brown trató de justificar el papel de la agencia señalando el 10 de octubre que "evidentemente ésta no es una guerra para la televisión". ƑPor qué no lo es? ƑPorque es muy "aburrida" la imagen transmitida durante dos horas el pasado lunes del bombardeo a Kabul sin pasar la línea de censura militar o porque no es "conveniente" pa-ra los intereses de este consorcio global expresar otro enfoque que no sea el de la videoguerra donde no se ven los muertos ni la destrucción ni se le da un peso específico a las voces de "los fundamentalistas"?
Doble rasero periodístico
El doble rasero periodístico se ha expandido a los tradicionales "perros guardianes" de la libertad de expresión e información de Estados Unidos. De acuerdo con una nota de Howard Kurtz, publicada en The Washington Post, 17 periódicos estadunidenses sabían desde el viernes la inminencia del ataque del Pentágono a Kabul y no publicaron una sola línea para no afectar sus intereses y la "confidencialidad" acordada con el vocero de la Defensa, Torie Clarke.
Entre esos periodistas se menciona a Douglas Jehl (The New York Times), Steve Vogel (The Washington Post), Yarislov Trofimov (The Wall Street Journal), Bill Glauber (Baltimore Sun), Walter Rodgers (CNN), Jeffrey Kofman (ABC), los que fueron enviados a la zona desde donde se lanzaron el domingo los bombardeos aéreos.
La preparación del consenso mediático a favor del ataque a Afganistán se observó con precisión en las tres grandes cadenas televisivas estadunidenses. De acuerdo con un monitoreo realizado por Tyndall Report, ABC, CBS y NBC le dedicaron 58 minutos de cobertura a sus reportes sobre el ataque al régimen talibán -días antes de que se iniciara el bombardeo, del primero al 5 de octubre-, mientras que le dedicaron 54 mi-nutos al recuento de los ataques kamikazes contra Nueva York y Washington.
En este mismo paquete las tres grandes cadenas dedicaron 18 minutos a la cobertura del tema "guerra contra el terrorismo", mientras que la huida de los refugiados de Afganistán mereció siete minutos.
Curiosamente el mismo sesgo televisivo ha provocado que Bin Laden se convierta en un personaje con alto rating. A él se le dedicaron 26 minutos de especiales de las tres grandes cadenas televisivas estadunidenses y, por ende, en sus replicantes de to-do el mundo.
De ahí que la famosa amenaza de Bin Laden a los estadunidenses ("ya no dormirán tranquilos") se escuchara en todo el mundo y fuera retransmitida por las televisoras. De acuerdo con la agencia Ap, Al Jazeera envió desde el lunes una serie de faxes a las cadenas rivales de CNN (Fox News, MSNBC, ABC News y CBS) para insistirles en su acuerdo de exclusividad con CNN durante seis horas antes de que las puedan usar sus competidoras.
Las emisoras han hecho caso omiso de este acuerdo. Al Jazeera, de Qatar, se ha convertido en una de las pocas "ventanas" al mundo árabe e islámico no controlada por una compañía occidental.
El terrorismo mediático
Esto no ha obviado el uso y abuso del término "terrorista" en la cobertura de los grandes medios globales. Prácticamente se ha metido en un mismo paquete a los grupos opositores a los intereses occidentales, a los grupos armados en Asia central y Me-dio Oriente y a los millones de fieles de la religión musulmana.
El resultado es que el verdadero terrorismo se promueva desde la pantalla y en los grandes generadores de opinión estadunidenses. Norman Solomon, en un análisis publicado en Media Beat, el pasado 5 de octubre, destaca la falta de precisión sobre el término "terrorista".
The Wall Street Journal define "terrorista" como "el individuo o la organización no gubernamental que planea y ejecuta actos de violencia contra la población civil". Su definición difiere en mucho de la agencia Reuters, que destaca que lo que para algunas fuentes informativas es "terrorista" para otros es "luchador de la libertad". Solomon destaca en su análisis que muchos gobiernos han presionado a Reuters -con cobertura en 160 países- para que defina a los enemigos de Occidente como terroristas.
ƑPor qué -se pregunta Solomon- a combatientes kurdos en Turquía o a militantes de Palestina en los territorios ocupados o a los rebeldes de Chechenia las agencias los definen como "terroristas", pero no a los grupos radicales israelíes o a la contrarrevolución nicaragüense o a los comandos de la muerte en países como El Salvador?
En su análisis de contenido mediático Daya Kishan Thussu compara la cobertura de la televisión del brutal bombardeo de Is-rael contra Líbano, en 1996, durante la operación Viñas de la ira, y la respuesta de Hezbollah. La mayoría de los periodistas occidentales siguieron la línea adoptada por el ministro británico de Defensa, Michael Portillo, quien definió que la invasión de Israel es respuesta a "una gran amenaza terrorista de Hezbollah destinada a perjudicar el proceso de paz" en Medio Oriente.
Para justificar la incursión militar que cobró cientos de vidas y causó el desplazamiento de medio millón de personas, mu-chas cadenas vincularon al grupo radical palestino Hamas con Hezbollah. La cobertura televisiva occidental difundió videos proporcionados por el ejército de Israel pa-ra mostrar "la limpieza de la invasión".
"Mientras -subraya Kishan- los corresponsales de la zona de combate mostraban a típicos fanáticos musulmanes prometiendo venganza contra el enemigo judío, pero omitían presentar a un libanés que pudiera exponer el punto de vista opuesto de una manera convincente".
Este mismo método se reproduce en la cobertura del ataque a Afganistán. En este caso, el movimiento talibán, antes definido como un grupo de "luchadores de la libertad", igual que los mujaidines que lucharon contra la ocupación soviética, ahora son "terroristas" y "fundamentalistas islámicos", y "fanáticos" opositores en el caso de los simpatizantes del talibán en Pakistán.