MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

lara-agustin-arpa-jpgLara para principiantes

Ernesto Márquez

Escribir de Agustín Lara en momentos en que se prepara un magno festival internacional en su honor es algo que impone sobre todo por el significado que para muchos contiene su obra y su persona.

Para unos, Lara significa la amable añoranza de los años de juventud, matizados con canciones que sirvieron de fondo musical a romances inolvidables. A éstos hay que oírlos exclamar con emoción al evocar esa música: "¡Aquellas sí eran canciones...!"

Para otros, la generación madura que todavía presume de juventud, ese nombre los hace decir: "Hizo muchas canciones, pero la mayoría muy cursis, de un romanticismo pasado de moda".

Entre la juventud actual hay quienes no han oído hablar de él, por lo que al escuchar mencionar su nombre sienten total indiferencia. Naturalmente que hay sus excepciones que lo conocen, lo juzgan y lo aprecian, pero a quienes les resulte ajeno o les sea indiferente les diremos que Lara, con todo y lo que se diga de él, fue un personaje clave en el desarrollo de nuestra vida social. Sus canciones conforman el relato de un tiempo, de un país, de una forma de ser; en ellas se funden sentimientos y formas de decir conlas que describe con asombrosa vigencia esas cosas que todos llevamos muy adentro.

En ese sentido se acepta a Lara como un auténtico cronista social y del corazón; poseedor de un lenguaje inédito, audaz y descriptivo y dueño de una biografía tan subyugante que linda en la leyenda.

En ella descubrimos una infancia y adolescencia aventurera, una actividad como pianista de prostíbulos a los 13 años; su estadía efímera en el colegio militar y su participación como revolucionario bajo las órdenes del mismísimo Pancho Villa; su novelesco empleo en la estación de telégrafo, su primer amor y la cicatriz en el rostro causada por una Carmen de arrabal, la temporada en Puebla de los Angeles y las madrugadas musicales de la colonia Santa María la Redonda; sus incontables amoríos y su accionar de hombre lírico y viril... rasgos históricos que entre otros muchos magnifican el mito, que como el de Carlos Gardel o Louis Armstrong, se alimenta a partir de un fecha de nacimiento imprecisa.

Todavía hoy se discute si la verdadera es el 30 de octubre de 1897 en la ciudad e México, o la del 30 de octubre de 1900 en Tlacotalpan, Veracruz. Los documentos del Flaco de oro consignan la segunda como la oficial y él mismo finaliza la discusión con su canto: Yo nací con la luna de plata/ y nací con alma de pirata/ he nacido rumbero jarocho/ trovador de veras/ y me fui lejos de Veracruz...

Por verdades tan cantadas la veracruzanidad de Lara es tan auténtica como su universalidad: se refleja en los temas de buena cantidad de sus canciones, las cuales tienen el sentido rítmico que les imprimió, lleno de las aguas del Golfo de México y del río Papaloapan; plural y virtual, romántico y cosmopolita

En su labor como compositor Lara logró hacer crónica todas las percepciones del alma mediante el uso del ejercicio canoro en el que el amor aparece como el tema esencial. En efecto, muchas de sus canciones están entrañablemente ligadas al concepto de lo cursi, pero este término adquiere en nuestra contemporaneidad significados más amplios y, por consecuencia, alcanza una acepción más extensa que el simple mal gusto.

Sugerimos una revisión de su obra para corroborar con bastante claridad y certeza su ambición, gusto, voluntad creativa, sueño, meta..., de lograr, mediante un lenguaje poético, un código para decir a su manera la experiencia amorosa.

Ejercicio en el que no sólo empleó todas las letras del alfabeto poético para hacer sus canciones, sino también todos los ritmos en boga. En su música se funden el tango y la guaracha, el son y el pasodoble, la balada sentimental y el bolero, la bamba y el huapango, la jota y el chotís, el tango y el jazz... hasta formar un género único por excelencia, ese que todos los pueblos de América y España pudieran oír y cantar al unísono, con algunas intercalaciones de acentuada exclamación chovinista.

Agustín Lara falleció el 6 de noviembre de 1970 y fue inhumado en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón de Dolores en la ciudad de México.

Hoy, por la costera, en el bulevar porteño, el viento difunde en el ambiente suavísimo las notas de un piano que acompaña la voz trémula de alguien que clama: "Un poco de calor en nuestras vidas y un poquito de luz en nuestra aurora".

El Festival Internacional Agustín Lara se llevará a cabo simultáneamente en la ciudad de México, Madrid, La Habana y en el puerto de Veracruz del 30 de octubre al 4 de noviembre, fechas en que se conmemoran el nacimiento y muerte del músico poeta. Participarán decenas de artistas, entre los que destacan Chavela Vargas, Tania Libertad, Sarita Montiel, Mono Blanco, Tongolele, Yuri, Memo Salamanca, Luz Cazals, Alberto Angel El Cuervo, Astrid Hadad, Ela Calvo y Susana Zavaleta, entre muchos más.

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