MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

Teresa del Conde

Alvarez Bravo en Casa Lamm

Son 18 fotografías en nitrato sobre gelatina y dos a color las que se exhiben en el espacio que Casa Lamm, con el apoyo de Omnilife y Pegaso, dedica a Manuel Alvarez Bravo en forma rotativa. Algunas de ellas son la ''clásicas'', es decir, las que conocemos bien todos sea mediante exhibiciones o reproducciones en libros. Dos Buenas famas, la que guarda posición vertical y la que está dormida son de 1938-39 y corresponden a los momentos en que don Manuel abrevó, digamos que de una manera ''consciente'', en el surrealismo.

El rostro de Margarita de Bonampak (1945) sigue fascinando con su belleza intemporal, no tan alejada a la de una máscara clásica, Isabel Villaseñor peina eternamente su cabellera oscura, mostrando su perfil, ya arquetípico.

El trapo negro (1986), que bien puede ser un lienzo áspero, de los que se usan en los estudios de fotógrafos, deja al descubierto los opulentos senos que parecen tener el mismo peso que unas toronjas. Con sagacidad, el seno izquierdo de la modelo no entrega su redondez total.

De este conjunto la toma más antigua es Los obstáculos (1929), unos tristes caballos de Tio Vivo que parecen muy abandonados y que trasminan nostalgia de infancias perdidas.

No conocía yo la serie dedicada a Nicephore Niepce, a quien por lo que veo, don Manuel homenajea como al verdadero descubridor de la fotografía a través de las tomas de su casa, que apenas se ve, antecedida por la placa conmemorativa en la que se lee: Nicephore... ''decouvrit la photographie en I'anne 1822''; es una preciosa toma que tiene como protagonistas la placa oscura con sus caracteres inscritos y el camino que se fuga hacia el horizonte, como sucede con El camino de Middelharnis, de Meindert Hobemma (1638-1709), holandés que rivalizó con Jacob van Ruisdael.

Don Manuel, gran conocedor de la pintura y del grabado, aprovecha las lecciones de estas disciplinas en muchas de sus fotos, šqué sabiduría y qué ojo! Lo digo porque son fotos, no tomas que pretenden transmitir valores pictorizados como sí sucede con obras de varios fotógrafos contemporáneos que he podido ver aquí y allá.

Las cómicas tumbas gemelas de Niepce (posiblemente junto a la de su mujer) se convirtieron en documentos de dos fotografías, la verja de hierro del discreto cementerio es protagonista en ambas. Esta peregrinaje en torno a Niepce fue capturado por el autor durante 1983. Pero no son esas las obras que más llamaron la atención.

Hay una digna de figurar a la altura de los aguafuertes de Rembrandt; se trata de Hospital Juárez (1935). Son dos planos y el tema es una lección de anatomía. Los que ocupan el plano inferior asisten a la lección, serán los cirujanos en un tiempo más o menos próximo.

Los del plano superior están ''en gayola'', así que presumiblemente se trata de pasantes, si no es que de simples alumnos que asisten a esa lección, no muy distinta de la que impartía el profesor Tulp en el más conocido de los cinco cuadros que Rembrandt dedicó al tema. Estos últimos son nueve, sus batas blancas, tapabocas y casquetes blancos describen dos frisos divididos por una radical horizontal, que separa ambos ámbitos. Puede uno pasarse rato largo, pensando en el Hospital Juárez, en su director, que falleció como capitán de barco durante el terremoto de 1985, en Tamayo y sus maravillosos dibujos del Hospital de Brooklyn.

Son las asociaciones que pueden hacerse las que para el espectador enriquecen la obra. Pero independientemente de eso, per se, esta fotografía rebasa en mucho su valor testimonial. Cerca se exhibe otra toma que es de mis predilectas y que a diferencia de la anterior, yo ya conocía: Calabaza y caracol me produce impresión parecida a El trapo negro. El caracol, fuera de su concha protectora, quedó fijado durante su tránsito por la superficie curva de la opulenta calabaza. Uno se pregunta por la intencionalidad del autor que logró ese encuadre, y šclaro! no puede responder, pues acaso ni él mismo conoce sus razones profundas.

Una sola cosa lamenté respecto de esta bien seleccionada muestra. Ni las cédulas ni el catálogo proporcionan datos acerca de la población en la que según los franceses ''fue descubierta la fotografía'' (cosa no cierta, los descubrimientos fueron simultáneos y no es una sola persona la que merece las primeras pisadas en el nuevo mundo de la imagen). Niepce nació en Châlon-sur-Saone (sur de Francia) en 1765. Allí, en 1927, logró obtener una fotografía en placa de metal y en 1929 unió sus esfuerzos a los de Daguerre. Murió cerca de su lugar natal, en Gras, en 1833.

 

Ť En realidad la foto de la casa a la que me refiero se encuentra en Saint Loup de Varennes, cerca de Châlon. Después de su reconstrucción, la edificación, desde 1999, es un museo dedicado a los orígenes de la fotografía