MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

ITACATE

Marco Buenrostr y Cristina Barros

Alimentación y ritualidad

LA TENDENCIA DE las últimas décadas a concentrar a la población en las ciudades aleja cada vez más a quienes en ellas vivimos del largo proceso que se requiere para producir los alimentos que a diario consumimos; también nos distanciamos de la naturaleza.

ES EVIDENTE QUE no ocurre así con quienes en el campo trabajan dura y amorosamente para producirlos, pues las buenas o malas cosechas dependen de los vientos, las heladas, las lluvias, la sequías o la aparición del sol. No sorprende entonces que todas las religiones que conocemos actualmente hayan tenido como origen la relación del hombre con los fenómenos naturales. Se consideró que detrás de ellos existían diversas deidades.

MESOAMERICA NO FUE la excepción. En esta región, la ritualidad forma parte de una cosmovisión que supone al universo como un todo animado. Los hombres, las plantas y los animales comparten la misma esencia. Es común entre los indios de muy distintos grupos, decir del maíz que respira, llora, vive, padece.

PODRIA PARECER PUERIL esta actitud; sin embargo, si reflexionamos un poco descubrimos que la humanidad depende del alimento natural para vivir (y por lo demás, ¿significaría ''adelanto" perder los aromas, colores y sabores de los alimentos?). Así podemos decir, retomando los conceptos indios, que somos el alimento, pues éste conforma nuestras células, nuestra sangre, nuestros órganos.

AL OBSERVAR LAS fiestas que integran el calendario católico, encontramos que las más importantes se vinculan con momentos específicos del ciclo agrícola; a su vez tienen correlación con las fiestas que se celebraban en los pueblos prehispánicos.

EN ALGUNOS DE los ensayos que conforman el libro Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, recientemente publicado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), se establecen algunas de estas fechas.

EN EL ANALISIS de la celebración de la Santa Cruz en una zona del estado de Guerrero, escrito por Johanna Broda, aparecen varias: el 2 de mayo, que dedican a la Santa Cruz (aunque en el santoral es el día 3), el 15 de agosto, Ascensión de la Virgen María, y el 2 de noviembre, día de los Fieles Difuntos. Corresponden a la época de la preparación de la siembra (varios pueblos de Guerrero ofrendan el 2 de mayo las semillas que sembrarán a finales de junio, cuando ya se instalaron las lluvias); a la aparición de los primeros jilotes o elotes tiernos, y a la cosecha.

OTRAS FECHAS SON el 13 de septiembre, víspera de la Exaltación de la Cruz, en que se festeja el xilocruz o brote del maíz tierno, y el 29 de septiembre, día de San Miguel, fecha en que se recogen y comen los primeros elotes en colectividad.

EL PAISAJE NO escapa a esta ritualidad. Los cerros, las cuevas, las hondonadas, los manantiales, son motivo de reverencia, pues se asocian con los vientos que traen el agua, y con el agua misma.

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