martes Ť 9 Ť octubre Ť 2001

Marco Rascón

šAl infinito y más allá...!

Advertencia: esta colaboración sólo puede ser compredida por niños, pues contiene elementos fundamentales para entender la situación actual, contenida en diversos videos y películas infantiles que advirtieron con toda precisión lo que sucedería. En caso de ser adulto, para el análisis y comprensión de este espacio consulte con uno de ellos, no mayor de diez años.

El imperio contrataca. Bush Ligth Year por fin ha dejado de ser un juguete y se ha convertido en un guerrero contra el malvado emperador Zorg, asumiendo íntegramente el papel del general Mandíbula, quien en HormiguitaZ lanzó a su ejército contra las termitas, que se escondían en cuevas inhóspitas amenazando la seguridad nacional. Toy Story ha convertido en realidad y la producción de Disney dicta hoy la política de la Casa Blanca para países como Aquinostán, Tampocoestán o Allasiestán. En Bichos, Flink ha logrado el apoyo del Grupo de los Ocho y la unión interna para luchar contra Hooper y los saltamontes que llegan como indocumentados a robarles su comida desde la frontera sur.

La realidad y la imaginación del gobierno de Estados Unidos nunca pudieron ir más allá de los guiones de Hollywood, porque las historias de este presente bélico fueron extraídas de los mensajes doctrinales de la sociedad estadunidense. Nunca antes, ni en los orígenes del cristianismo ni en la causa de Moisés y de Mahoma, el mundo estuvo frente a tanto simplismo respecto del bien y el mal, entre el maniqueísmo de lo blanco o lo negro, del pecado y la virtud, como en la gran película que todos los días transmiten los medios electrónicos con tal uniformidad y centralismo ideológico que sería la envidia de Pravda en tiempos de Brezhnev.

La próxima guerra -decían los profetas- sería por agua; se equivocaron. Su prólogo es una absurda guerra religiosa entre Alá y Cristo, entre la Biblia y el Corán, de ahí la justificación de Osama Bin Laden. Educado en Harvard y tras servir al imperio, encarna hoy la fuerza de los arábes integristas del desierto que se comunican directamente con Alá. Por eso Estados Unidos y sus aliados decidieron castigar al mundo de Satán donde más le beneficia: en la justificación de la guerra, que ahora utiliza a los viejos enemigos de Osama y de ellos mismos, para acabar con su antiguo aliado que, paradójicamente, se defiende con armas estadunidenses. Estados Unidos no puede bajar y atacar por tierra, porque existen miles de minas que él mismo dio a Bin Laden (Ƒhabrá una película con este guión?).

La economía de Estados Unidos depende hoy de Bin Laden y la amenaza contra la seguridad de los estadunidenses hace felices a los productores de armas. Todos los países deben comprarlas y actualizarse con los aviones, los misiles y la tecnología que ha sido lanzada sobre Kabul y otras ciudades de Afganistán, donde debido al control de la información y la falta de testigos no sabemos nada de lo que sucede, más allá de la repetida imagen de los resplandores de un ataque nocturno. De la misma manera nunca pudimos ver escenas del avión estrellado en Philadelphia ni de los cadáveres rescatados del Word Trade Center, cuyo secreto obedece a que el asunto es considerado de seguridad nacional en esta guerra mediática.

Hoy la guerra es ideología hecha noticia, ésa es su naturaleza. La inexistencia actual de la lucha de clases no permitía producir armamento, por lo que la salida fue un terrorista mítico que manda castigos desde una cueva. Da lo mismo entrar a un cine, leer o escuchar noticias: realidad y lo virtual se han fusionado y las imágenes se producen, editan y transmiten simultáneamente gracias al gran poder y control de los medios de comunicación. Las escenas y las declaraciones de pánico vistas miles de veces en las calles de Nueva York ahora son reales y engendran miles de guiones nuevos como: El último día de los terroristas, Los héroes de Filadelfia o Schwarzenegger contra Bin Laden con un despliegue de armas inimaginables.

El mundo está en peligro, pero no sólo a causa del terrorismo, sino por el maniqueísmo brutal frente a una humanidad inerme que nada más ve pasar misiles y mensajes que le han arruinado la visión de mediano y largo plazos. El patriotismo electrónico de mensajes televisados de los líderes del mundo, que el rating ya ha hecho históricos, invade las pantallas y concentra la atención en el padre de todos los escándalos: la guerra.

Tras la declaración en video de Bin Laden todo ser con cara de arábe es sospechoso. Pareciera que la única salida para la recesión económica son el homicidio y la guerra, pues el capitalismo, el neoliberalismo, la globalización y el libre mercado han fracasado como opción pacífica para la humanidad. Por eso a Bush Ligth Year sólo le queda justificar su guerra como una lucha del bien contra el mal, como si se tratara de juguetes. Por eso las escenas de hoy se parecen tanto a las caricaturas que les gustan a los niños. Ť

 

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