MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Ante Fox, pasa revista a las "gravosas guerras" de la "nación imperial" contra México
José E. Iturriaga: imprescindible, avanzar hacia una nueva relación con Estados Unidos
Ť El historiador, literato y diplomático recibió la Medalla de Honor Belisario Domínguez
ANDREA BECERRIL Y VICTOR BALLINAS
Después de recibir de manos del presidente Vicente Fox la Medalla de Honor Belisario Domínguez, y en presencia de los representantes de los poderes Legislativo y Judicial, el historiador, literato y diplomático José E. Iturriaga advirtió que es imprescindible avanzar a una nueva relación México-Estados Unidos en la que se exija respeto al vecino del norte y nuestro país haga a un lado "rencores y reyertas procedentes del pasado".
De no ser así, advirtió en la tribuna del Senado de la República, México "puede desaparecer como nación autónoma".
El galardonado repasó las agresiones y atropellos que la "nación imperial" ha impuesto a México desde hace dos siglos, especialmente las dos intervenciones armadas, que les permitieron quedarse con más de la mitad del territorio nacional y que fueron posibles, dijo, por la división y los conflictos internos.
Aun así, advirtió, México no puede sustraerse a la realidad de que "somos vecinos inmediatos" de Estados Unidos y que, por tanto, "debemos entendernos con nuestros vecinos y resolver los conflictos con ánimo sosegado y sin rencores". Se requiere, insistió, una unidad sin reyertas constantes, estériles y contraproducentes".
Recalcó que "no se ha fabricado la navaja lo suficientemente filosa para separar los 3 mil kilómetros de frontera terrestre que nos unen" a los estadunidenses "como para trasladar nuestro mapa a la Polinesia o los mares del sur".
Pese a sus dificultades para caminar, el historiador de 87 años pronunció su discurso de pie en la tribuna del Senado de la República, donde lo acompañaban el jefe del Ejecutivo federal, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, y los líderes de las cámaras de Diputados y de Senadores, Beatriz Paredes y Diego Fernández de Cevallos, respectivamente. Mostró siempre buen humor y hasta "amenazó" con escribir media docena más de libros".
Sostuvo que para lograr el entendimiento entre los dos países a Estados Unidos le corresponde "crear una amnesia saludable en la conciencia colectiva de los mexicanos, mediante un nuevo trato, apto para desazolvar los ductos que impiden nuestro legítimo desarrollo".
Insistió luego: "A ellos les conviene ser amigos de México y de los mexicanos. A nosotros también nos conviene ser amigos de Norteamérica y de los norteamericanos". Recalcó que los mexicanos "deben dejar a un lado "posturas doctrinarias", porque "si así no fuere, el país puede desaparecer como nación autónoma".
Consideró, sin embargo, que "no habrá tropiezos" porque los mexicanos pactaron ayer, por conducto del Ejecutivo federal y de los partidos políticos, una concordia nacional que favorecerá, por fortuna, el desarrollo sociopolítico, económico y cultural de la nación".
Ese pacto, sostuvo, "lo habría aplaudido con persistencia, hasta sangrar sus manos", Belisario Domínguez. Dijo que el senador chiapaneco, asesinado durante la dictadura de Victoriano Huerta, "sabía bien que la acrimonia y el odio partidista propiciaron la venta de La Mesilla", 115 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional que Estados Unidos consiguió por la actitud subordinada de Antonio López de Santa Anna.
Aludió también a las más gravosas guerras que ha padecido el país, "las dos que nos impuso Norteamérica: la primera en 1836, por la que perdimos 700 mil kilómetros cuadrados, que era lo que medía Texas". La segunda, agregó, de 1846 a 1848, "estalló gracias a la endémica discordia nacional", y el vecino del norte se llevó California, Nevada, gran parte de Colorado, Arizona y Nuevo México, además de parte de Oklahoma. "Estábamos tan divididos los mexicanos que en plena guerra se cambió cinco veces al jefe del Ejecutivo."
Por momentos era difícil seguir el discurso, ya que Iturriaga se alejaba del micrófono. No obstante, el galardonado dejó claro que el dictador Victoriano Huerta asaltó el poder apadrinado por una potencia extranjera, en concreto por el embajador Henry L. Wilson, "asesino intelectual de Madero y Pino Suárez".
Bromista -"ya acabé, šcasi dos cuartillas", dijo al finalizar su intervención- consideró que "la profunda lección moral que Belisario Domínguez dejó a sus compatriotas al sacrificar con heroismo su propia vida, es el interés en las libertades completas del hombre de carne y hueso, tan atropelladas por esa pesadilla histórica que nos impuso oblicuamente la nación imperial que gobierna al mundo desde 1918".
Las razones del reconocimiento
Antes, a nombre del Senado, el panista Guillermo Herbert Pérez, secretario de la Comisión de la Medalla de Honor Belisario Domínguez, señaló que a casi cinco décadas de la entrega de ese galardón esa cámara sigue siendo "el foro adecuado para una serie de reflexiones sobre la política de la nación mexicana".
Consideró, asimismo, que en su rica obra, que incluye una amplia investigación sobre la relación México-Estados Unidos, Iturriaga orienta sobre las circunstancias geopolíticas que amenazan la soberanía nacional y recalca que debe esgrimirse la existencia de la autodeterminación de los pueblos.
En esa sesión solemne del Senado de la República, a la que asistió el gabinete presidencial, los gobernadores de Chiapas y Veracruz, Pablo Salazar Mendiguchía y Miguel Alemán Velasco, el galardonado estuvo acompañado de su familia. Al final, en su silla de ruedas, participó en las guardias de honor a Belisario Domínguez.