MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Durante años "luché... sin haber podido alcanzar los objetivos deseables", expresa

Por profundos desacuerdos, José del Val dimite a la dirección del Instituto Indigenista Interamericano

ANGELICA ENCISO L.

Después de casi seis años al frente del Instituto Indigenista Interamericano (III), José del Val renunció el viernes pasado debido a los "profundos desacuerdos" con los criterios que actualmente se utilizan en el manejo de la institución y con las determinaciones que se ponen en práctica para su futuro.

El funcionario, en su renuncia enviada a los representantes de los gobiernos de los países miembros, señaló que durante años "luché por construir las alternativas que permitieran a la venerable institución su adecuación y reforma para hacerla más capaz de responder a las nuevas condiciones y circunstancias exigidas por los profundos cambios en la relación entre los pueblos indios y los estados nacionales, sin haber podido alcanzar los objetivos deseables".

El III tiene su sede en la ciudad de México y fue creado en el marco del primer Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en Pátzcuaro, Michoacán, en abril de 1940; en 1953 pasó a ser el organismo de la Organización de Estados Americanos (OEA) especializado en el tema. Entre sus propósitos principales está la coordinación de trabajos de investigación y capacitación de personas dedicadas al desarrollo de las comunidades indígenas, así como promover entre los Estados miembros la adopción de políticas que favorezcan el desarrollo de los pueblos indígenas.

Del Val fue electo director en 1995 y este año terminaría su gestión. En julio pasado había propuesto, en un documento interno del III, transformar el instituto para garantizar la plena participación de representantes de los pueblos indígenas en el consejo directivo y en sus órganos de dirección.

Señaló como necesaria la transformación del congreso indigenista en el Foro Permanente de Pueblos Indígenas en el seno de la OEA y dotar al instituto de atribuciones y recursos suficientes para elaborar un informe periódico sobre el ejercicio de los derechos colectivos y del estado de desarrollo económico social de los pueblos indígenas del continente, así como emitir las recomendaciones pertinentes que de él deriven.

Destacó que cualquier propuesta sobre el destino institucional del III debía partir del consenso básico expresado por los países miembros, "que considera imprescindible la existencia de un organismo interamericano que guíe y ordene la reflexión, el diálogo, la investigación y el diseño de estrategias conjuntas en la relación entre Estados y pueblos indígenas del continente".

Agregó que "desestimada la opción de disolución sin más de la institución, la discusión se centra en las posibles alternativas para adecuar el organismo, fundado hace 61 años, a los nuevos escenarios políticos, y a las nuevas concepciones del Estado y la sociedad, lo que evidentemente obliga a revisar los objetivos y las metas que debería cumplir la institución".