MARTES Ť 9 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Esta decisión no es la más conveniente, asegura en el Sínodo Mundial

Rivera rechaza división de la arquidiócesis de México

Ť Una opción positiva es la designación de obispos auxiliares, señala en Roma

JOSE ANTONIO ROMAN

Aunque la respuesta del Vaticano ha sido dividir las grandes ciudades en varias diócesis, a fin de responder de manera más eficaz al reto de la tarea evangelizadora, en el caso de la arquidiócesis de México esta decisión no es la más conveniente, afirmó el cardenal Norberto Rivera Carrera al participar en el Sínodo Mundial de Obispos que se realiza en Roma.

misa_basilica06Ante 234 padres sinodales que asistieron a la plenaria, el arzobispo primado de México dijo que un fenómeno contemporáneo es la multiplicación de las llamadas "megalópolis", enormes conglomerados humanos que desafían la tarea de la Iglesia de evangelizar, y donde la forma tradicional de servicio episcopal parece desbordada.

Ante este fenómeno que se registra en muchas partes del mundo, la respuesta casi espontánea de la Santa Sede ha sido dividir estas grandes ciudades en varias diócesis. En primera instancia, agregó, esta solución parece ser útil cuando se trata de grupos humanos de los suburbios o poblaciones satélites que tienen su propia identidad.

Sin embargo, esta solución se vuelve más delicada cuando se pretende dividir la ciudad misma, su estructura más tradicional y sensible. Sobre todo si se trata de un conglomerado, como lo es la ciudad de México, que conserva una unidad administrativa, civil, política y económica.

De acuerdo con el reporte que de su intervención presenta el Servicio Vaticano de Información, el cardenal Rivera consideró que ante estos casos específicos está dando mejores resultados la decisión de no dividir la zona civil en circunscripciones eclesiásticas. Por ejemplo, señaló que la alternativa de designar a obispos auxiliares que ayuden al arzobispo residencial en su tarea evangelizadora ha resultado positiva.

Dijo que esta figura jurídica, de un obispo diocesano con varios obispos auxiliares, parece asegurar una descentralización de servicios y, al mismo tiempo, un plan evangelizador de conjunto fuertemente respaldado por el ministerio de unidad del obispo diocesano, realidad que, en la práctica, es casi imposible tratándose de diócesis independientes.

Hay que destacar que aun antes de la llegada de Rivera Carrera a la arquidiócesis de México, en junio de 1995, existía una fuerte tendencia a dividir dicha arquidiócesis, la más grande y populosa del mundo católico. Incluso existían cuando menos dos proyectos distintos de división, uno de los cuales contemplaba crear la diócesis de Guadalupe, que tendría como cabecera la misma Basílica; dicha propuesta fue defendida por el ex abad Guillermo Schulemburg y el entonces nuncio apostólico Girolamo Prigione.

No obstante, el mismo cardenal Rivera, en diversas gestiones ante Roma, logró revertir dicha tendencia y retirar los proyectos existentes.

En la actualidad el papa Juan Pablo II le ha designado ocho obispos auxiliares, número que tuviera también el cardenal Ernesto Corripio Ahumada en sus mejores tiempos.