Lunes en la Ciencia, 8 de octubre del 2001
Aquí tampoco (1995) Escultura en barro de Javier Marín Fragmentos del libro La Píldora de este hombre ƑQué tal si...? Carl Djerassi En nuestra sociedad cada vez más tecnocrática, quizás estamos perfeccionando mejor los medios de lo que estamos decidiendo hacia qué fines deberíamos utilizarlos. Tal vez una razón de esta dificultad sea que a menudo confundimos los medios con los fines, al pensar automáticamente que la posesión de una tecnología ha de determinar su uso. Los ejemplos más humanos de este dilema son las técnicas que van de un extremo al otro del espectro reproductivo, desde evitar el nacimiento cuando éste pudiera ocurrir hasta crear una nueva vida cuando no se pudiera hacerlo. Gran parte del debate sobre la anticoncepción se basa en la suposición de que los medios crean los fines: por ejemplo, que el acceso a la anticoncepción llevará invariablemente a adolescentes, castos en otras circunstancias, a tener relaciones sexuales. Si el temor al embarazo es la única justificación de la castidad entonces, en mi opinión, se ha planteado un debate en el terreno práctico, y no en el moral o ético, para abstenerse del coito. Por el mismo motivo, en ocasiones de los defensores de la investigación sobre el genoma humano se sorprenden cuando la gente mira con desconfianza, si no es con auténtica alarma, las técnicas que van surgiendo de dicha investigación, como sería la protección contra enfermedades genéticas o la inserción de un nuevo gene. Pero, Ƒlos tecnócratas o los tecnófobos atribuyen del mismo modo a los medios más influencia sobre los fines de lo que se justifica en realidad? En la antigua Grecia, cada vez que los litigantes se encontraban después de algún proceso interesante se importunaban mutuamente con las preguntas: "Ƒqué tal si esto hubiera ocurrido?", "qué tal si él hubiera hecho...?", "qué tal si...?" Según creen algunos, ése fue el origen de la ficción. Pero como mi presente relato no es de ficción -aparte de que todas las reflexiones autobiográficas contienen elementos de ficción automitológica-, me permitiré terminar este libro planteando la pregunta de qué habría pasado si nunca se hubiera creado la Píldora. Esta cuestión no es irrelevante. Estoy convencido de que si hubiéramos sintetizado la noretindrona el 15 de octubre de 1966, y no en 1951, y si no hubiera aparecido ningún otro investigador de química orgánica en ese periodo que hubiera realizado una invención semejante, los anticonceptivos orales no habrían existido en el año 2000. Esta no es la opinión de un químico arrogante con todo lo convencido que pudiera estar del papel crucial de su disciplina científica, sino la de un químico realista. Una demora de quince años en esa investigación química no parece ser tan improbable, considerando que un número relativamente reducido de otros grupos de químicos estaban trabajando entonces sobre los esteroides progestacionales, en contraste con la enorme atención que se prestaba a los corticosteroides antiinflamatorios. Pero semejante retraso en la investigación no habría evitado la confirmación definitiva de que era posible una píldora anticonceptiva a base de esteroides. Incluso si el reloj químico se hubiera puesto en marcha quince años después, seguramente habría seguido funcionando, mientras Gregory Pincus o un biólogo similarmente comprometido demostraba en animales que podrían utilizarse esos esteroides sintéticos para lo que Ludwig Haberlandt había imaginado que sería la "esterilización temporal hormonal" oral. Y es casi indudable que el reloj habría hecho un tic-tac aún más fuerte cuando los investigadores clínicos, como John Rock o alguna reencarnación posterior, hubieran probado esos esteroides en seres humanos. Pero, en virtud de que difícilmente alguna compañía farmacéutica con los músculos financieros, logísticos y de mercadotecnia necesarios para llevar al mercado los anticonceptivos orales habría estado dispuesta a seguir adelante durante las dos recientes décadas, entonces es muy probable que el tic-tac se habría detenido. ƑCuáles son las razones de esta desalentadora evaluación? I La píldora nació en el mejor de los tiempos posibles, a principios de la década de 1950: el apogeo de nuevos fármacos, pero también una ventana de oportunidades más bien de corta vida. Las compañías farmacéuticas, los medios de comunicación y el público proclamaron y aceptaron los beneficios de la revolución químico-terapéutica de la posguerra casi sin reservas. Todos los problemas, fueran de índole médica como la tuberculosis o sociales como la explosión demográfica, parecían susceptibles de tener un arreglo tecnológico [...] Un estudio de 1988 de la industria farmacéutica internacional mostró que los nuevos métodos de control de la fertilidad humana ni siquiera estaban en la lista de los primeros treinta y cinco puestos de las prioridades de investigación, šmucho más abajo de artículos tan esenciales en lo social y en lo médico como las gotas nasales antihistamínicas! Me parece que este juicio mercantil es lógico pero también trágico, porque la historia enseña que, en países capitalistas y socialistas, no puede lograrse un adelanto importante en la innovación farmacológica sin la activa participación de la industria farmacéutica, y ello en la producción, la distribución, el desarrollo y hasta en la investigación. Para este momento ya debería ser claro que la conclusión pesimista que deduje de mi Píldora femenina hipotéticamente demorada se aplica con mayor razón a las expectativas de una Píldora para varones. En la actualidad, sólo un número limitado de biólogos y clínicos de la reproducción están interesados en la anticoncepción masculina a base de esteroides que inhiba la producción de espermatozoides, junto con la administración de testosterona para mantener la libido, pero es poco probable que ese interés llegue a hacer que una importante compañía farmacéutica emprenda la apuesta de llevar una Píldora semejante a una farmacia. (En el año 2000, ni una sola de las diez más importantes compañías farmacéuticas del mundo realiza actividades sobre la anticoncepción masculina) [...] Así, supongamos que al iniciarse el siglo XXI la anticoncepción oral a base de esteroides para las mujeres fuera todavía una curiosidad de investigación científica [...] Timothy Leary y otros gurúes de las drogas recreativas, The Beatles y otros músicos de rock and roll, los hippies y los flower childen ųlos iconos sociales y culturales de la década de 1960-, todos conservarían sus señas indelebles. Y con ellos, no nos engañaremos, de todos modos habríamos tenido una libertad sexual mucho mayor, lo que nos habría llevado, a pesar de un uso más amplio del condón, del diafragma y del DIU, a una abundancia de embarazos no deseados [...] Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Germaine Greer, Gloria Steinem y otras influyentes abanderadas del movimiento de la liberación femenina ya habían nacido. Ya habrían escrito los textos que pusieron en marcha la más importante revolución social de las últimas décadas. Fue el movimiento de las mujeres, junto con el control natal más efectivo (y no al revés, como planteó, por ejemplo, el antropólogo Lionel Tiger), los que abrieron las puertas de las cocinas, las salas infantiles y los dormitorios de modo que las mujeres salieron al mundo del trabajo fuera del hogar, con todas las consecuencias de que tanto se quejan muchos críticos de la Píldora y, por supuesto, de las cuales culpan a la misma. Es probable que la pandemia del VIH/SIDA habría ocurrido precisamente en la mismísima semana, ya que las infecciones causadas por el uso ilegal de drogas y el coito homosexual promiscuo no empezaron en el laboratorio de los químicos que trabajaban con esteroides sintéticos, sino en nuestro laboratorio personal, el cerebro y las glándulas endocrinas que han estado presentes por millones de años. Desde luego, no debemos dejarnos atrapar tanto por los escrúpulos sociales y morales de los críticos de la Píldora como para olvidar el efecto más importante y (Ƒme atreveré a decirlo?) deliberado de la Píldora: su influencia en el crecimiento de la población mundial. Como ya señalé antes, el espectacular descenso en las tasas de natalidad en Japón y Europa no pueden atribuirse a la Píldora, ni puede ser ésta considerada como culpable por ello. En parte, yo atribuiría a la Píldora el descenso más reciente en las tasas de natalidad de aquellos países menos desarrollados donde la Píldora se convirtió en el método preferido de control natal, pero sospecho que todavía muchos de los críticos aplaudirían el fin al cual se han asociado estos medios técnicos en este punto. Sólo consideremos el hecho de que, entre las mujeres casadas de América Latina, los anticonceptivos orales son el segundo método de anticoncepción más utilizado después de la esterilización. Por sí solo, Brasil (el quinto país más grande del mundo) tiene seis millones de usuarias de la Píldora. Asía es otro ejemplo revelador. China se atiene primordialmente a los DIU y a la esterilización en lo tocante al control natal, pero, de todos modos, tiene el mayor número de usuarias casadas de la Píldora (siete millones seiscientos mil) del mundo. Bangladesh, el octavo país más poblado del mundo, tiene hoy 21% de usuarias de la Píldora (en comparación con 3.3% en 1983), cifra que hace de la Píldora, y por mucho, la forma más extendida de control natal. El norte de África muestra algunos ejemplos ilustrativos: 31% de las mujeres casadas de Marruecos toman la Píldora (en comparación con sólo 14% en 1980), en contraste con 1.4% y 4%, de utilización de condones y esterilización, respectivamente. Argelia, con 44% de mujeres casadas que toman la Píldora, tiene el récord actual en el mundo en desarrollo. No cabe ninguna duda de que en estos países, con tasas de mortalidad materna relativamente altas, la Píldora evitó decenas de miles de muertes asociadas con la maternidad. (Un punto que a menudo queda fuera de la discusión sobre la seguridad de la Píldora son los riesgos del propio embarazo; incluso en países desarrollados, dichos riesgos no son triviales, como, por ejemplo, en los embarazos ectópicos que ponen en peligro la vida, y en la mayor parte de los casos estos riesgos son mayores que los relacionados con la Píldora.) Hasta hace poco tiempo, el sexo y la reproducción estaban inexorablemente enlazados: las parejas sólo podían concebir a través del acto sexual. Pero esa pareja de sexo y fertilización está ahora a punto de divorciarse, y bien puede plantearse la pregunta de si la Píldora es uno de los factores causantes. En un sentido lo es, porque la Píldora ha permitido, en forma muy conveniente, que la gente pueda practicar el coito sin preocuparse por las consecuencias reproductivas. Pero la Píldora es inocente cuando se trata de la ejecución tecnológica de la fertilización en la relación sexo-fertilización [...] 2 Esto me lleva de nuevo a la Píldora. Las desconsoladoras conclusiones que extraigo de mi historia alternativa de "Ƒqué tal si?" implicarían que la Píldora desempeñó un papel insignificante durante cuatro décadas de uso clínico continuo. Para empezar, si de todos modos hubieran ocurrido todas estas coas, Ƒpor qué nos preocupaba la Píldora? ƑPor qué millones de mujeres del mundo en desarrollo aceptaron la Píldora en la década de 1960 con una premura totalmente imprevista como la elección preferida para la anticoncepción? ƑPor qué, a finales del siglo XX, la Píldora es el método anticonceptivo moderno más aceptado entre las mujeres casadas en 78 de 150 países y la forma más utilizada de anticoncepción en el mundo, si omitimos las cifras de China e India? Por supuesto la Píldora desempeñó un papel enorme, en parte causante, aunque también coadyuvante, por el simple hecho de que, justamente en el momento correcto en la historia social de Occidente, apareció un anticonceptivo oral adecuado que vino a separar por completo la anticoncepción del sexo. El hecho de que una mujer pudiera hacerlo en la intimidad y que fuera una decisión que ella pudiera tomar por sí sola fue crucial. Pero Ƒcuáles fueron los costos asociados con una elección consciente semejante? Para muchas personas religiosas, en especial católicos, la elección moral era muy delicada porque permitió a millones de mujeres cometer el acto consciente y sostenido de desobediencia contra ciertas enseñanzas religiosas explícitas. Aunque mucha gente aplaude la secularización consecuente de la Iglesia, está claro que muchos lo lamentaron y aún lo hacen. Analizar a profundidad el costo biológico requiere muchísimo más tiempo [...] Todas estas críticas hacen caso omiso de la proposición contraria: que gozar de un sexo formidable a menudo da lugar a matrimonios estables, que la calidad de la cópula en una pareja enamorada se ve enormemente acrecentada cuando se elimina el temor de un embarazo no deseado; y que, muy probablemente, los hijos que son deseados serán amados. Termino con la más personal de las preguntas del tipo "Ƒqué tal si'": Ƒqué habría sido de mí si no hubiera existido la Píldora? Como lo señalé en un detalle quizás demasiado doloroso, yo habría sido un ser humano muy distinto. Habría sido, de todos modos, el mismo químico orgánico, de todos modos un investigador que trabajara 26 horas al día, pero sin la Píldora habría sido un hombre distinto: no habría sido escritor de ficción ni dramaturgo; probablemente no habría sido un coleccionista de arte; y, lo más seguro, tampoco el tipo de profesor en que me convertí durante las últimas tres décadas. En resumen, habría sido un individuo mucho menos comprometido en lo social. Si yo fuera un observador neutral de ese Carl Djerassi, y en especial si ese observador fuera una mujer, es probable que me hubiera apartado del asunto. Así que a nadie debe extrañar que esté agradecido, profundamente agradecido, a la Píldora de este hombre. Carl Djerassi |