lunes Ť 8 Ť octubre Ť 2001
Samuel Schmidt
La amenaza del senador
Un senador chihuahuense que se trata de erigir en el árbitro supremo de la comunicación y sus reglas se apersonó con el designado embajador de México en Egipto para decirle, palabras más palabras menos, que no sería ratificado por el Senado porque él, junto con un empresario de Ciudad Juárez y el que esto escribe, habían atacado a Francisco Barrio y lastimado su imagen nacional. No quedaba claro si el senador hablaba en nombre propio o si también lo hacía a nombre del secretario de la Contraloría.
Otro legislador panista chihuahuense sostuvo que el embajador no tenía los méritos para ocupar ese cargo, independientemente que ya había recibido el beneplácito del gobierno egipcio. Se indicó al legislador que el embajador era doctor en economía, habla tres idiomas, ha escrito varios libros y fue cónsul general en Austin. ƑDónde estaba la carencia en el currículum? Y su respuesta fue lacónica, pero preocupante: sí, pero no. O sea que el PAN rechazaba al embajador por principio.
Tal vez no sea una coincidencia que después de la amenaza se haya congelado el proceso de ratificación de casi 20 diplomáticos entre embajadores y cónsules y se haya abierto un compás de tensión entre el Senado y el canciller. Finalmente todos fueron ratificados y la amenaza del senador solamente sirvió para que el país pasara una vergüenza más y se introdujera ruido innecesario en la relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Quedaba claro que no se ponía en tela de juicio el criterio del canciller y la ratificación presidencial a las personas designadas, era simplemente una venganza personal la que descarrilaba el buen funcionamiento del gobierno.
Muchos vieron en este episodio un ataque al canciller y lo fue, aunque al parecer no porque hubiera fallas en el proceso de nominación, porque de así haber sucedido lo correcto hubiera sido que el Senado se negara a ratificar los nombramientos, pero resulta que el embajador vetado por el senador, quien estaba tratando de lavar una afrenta al jefe político de su grupo, ahora está en su puesto. Me pregunto si el senador fue congruente y votó contra los diplomáticos, pero eso es peccata minuta.
Es cierto que debería preocuparnos el ridículo nacional y me pregunto qué le habremos explicado a esos gobiernos cuando nuestros diplomáticos posponían su viaje hasta que se aclarara la vendetta personal. ƑSe imagina qué pensarán en esos países de nuestros embajadores que llegan descalificados?
ƑCuál fue la utilidad pública o en qué se promovió el interés nacional al frenar un nombramiento solamente porque se criticó a un miembro del gabinete? Aunque aquí caben varias aclaraciones:
1) Francisco Barrio no era funcionario federal cuando se le críticó.
2) El ataque al embajador pone en tela de juicio la libertad de expresión en el país y la postura de un senador, cuya área de trabajo está ligada justamente a este tema.
3) De los tres acusados del ataque el único que criticó a Francisco Barrio fui yo. Publiqué mis críticas cuando era gobernador, en varios medios nacionales y de Chihuahua, fui censurado en un diario local de Juárez y amenazado por el señor Barrio y su hermano. Francisco Barrio refutó personalmente algunas de mis críticas y he publicado su refutación. La grabación está a la disponibilidad de cualquier interesado, aun del senador, como ha estado para algunos periodistas.
4) El embajador ha colaborado con el semanario El Reto, que yo dirijo, al igual que lo hace en otros medios. ƑEsto justifica la amenaza del senador? Y si hubiera criticado al secretario, me parece condenable que la actitud sea de un revanchismo tan ramplón. Repito, no me consta que el senador haya hablado en nombre del secretario, pero el mensaje dejaba muy poco lugar a dudas.
5) El empresario juarense es amigo mío y del embajador; algunos panistas insisten en que escribo por consigna suya, pero ante ese infundio mejor callar.
6) No sabía yo que en el nuevo México las relaciones de amistad o de compadrazgo sean sancionables o que sean un nuevo crimen, pero igual me niego a pensar que los talibán llegaron a México.
Las amenazas muestran pobreza en el quehacer político, lo que es muy preocupante (luego relataré una historia de amenazas en Ciudad Juárez alrededor del juicio de anulación de las elecciones). Pero también niegan la promesa presidencial de que no se intentará coartar la libertad de expresión.
La política consiste en construir consensos y crear alianzas. Es por eso que la visión de la política como una guerra a muerte sugiere la ausencia de una agenda nacional y que la búsqueda del poder conlleva intenciones ruines y aviesas.
Si el PAN nos convence de las bondades de su visión del mundo, seguramente logrará gran apoyo popular y tendrá posibilidad de crear un mundo y un país de acuerdo con su ideología. Pero el convencimiento no puede ser remplazado con intimidación ni puede intentar el silencio sobre la forma perversa como algunos políticos han manipulado el poder, ni siquiera en nombre de la alternancia.
El sometimiento de la libertad (incluida la de expresión) hará que cada día nos parezcamos más a los fundamentalismos que hoy arrancan una gran condena por parte del panista Presidente de la República. Hay políticos que parecen no entender que hay propósitos nacionales que nos obligan a poner los ojos por encima de las revanchas y las venganzas ramplonas. Ojalá que algún día les llegue la cordura. Ť