DOMINGO Ť 7 Ť OCTUBRE Ť 2001
Jenaro Villamil
Psicosis mediática y talibanomics
A casi tres semanas de los atentados en Nueva York y Washington, el llamado belicista prácticamente se ha concentrado en una peligrosa guerra mediática y en un ingrediente antiperiodístico que alcanzó alto rating esta semana en Estados Unidos y en México: la inducción de una psicosis orientada a la guerra química o bacteriológica. Identificados ahora los enemigos (Osama Bin Laden y el comando talibán que gobierna Afganistán), las grandes agencias informativas se concentraron en recrear nuevas amenazas, en incrementar el sentimiento de vulnerabilidad y en eludir el entramado diplomático que ha frenado una incursión bélica en Asia central.
Sólo el miércoles 3 de octubre, y de acuerdo con los reportes de The New York Times, la televisión estadunidense difundió ad nauseum las posibles consecuencias de un ataque bacteriológico (induciendo así la idea de una posible participación de Irak en el paquete de terrorismo químico). El corresponsal de CNN, David Ensor, describió así las consecuencias del ántrax: "Produce fiebre, dolor de estómago y después una muerte horrible". NBC News presentó profusos informes sobre bioterrorismo y programas como "Today", "Nightly Nes With Tom Brokaw" y "Dateline NBC" obtuvieron sus más altos índices de audiencia especulando sobre las consecuencias de gases mortíferos por un ataque en territorio estadunidense. Por supuesto, la venta de máscaras antigases y la parafernalia antiquímica comenzó a aparecer en ese territorio.
En medio de la psicosis teleinducida, el especialista Jonathan B. Tucker declaró que "la cobertura hace que la gente se ponga ansiosa. Entonces empiezan a pedir más información, aparecen más notas y se satura el tema". Por si fuera poco, al día siguiente del bombardeo mediático se informó que un ciudadano estadunidense falleció después de ingresar en un hospital de Florida víctima del ántrax. Las autoridades insistieron en que se trataba de un "caso aislado", pero Ƒquién puede contener la psicosis cuando ésta se genera a partir de exageraciones y no de información ponderada? Hasta el periódico The Washington Post difundió profusamente la versión de que miembros del Congreso estadunidense piensan que existe un "ciento por ciento de certeza" de que se produzca un nuevo ataque terrorista a Estados Unidos.
La operación que estamos viendo a través de las pantallas tiene tintes de alta irresponsabilidad periodística y humana. Se pretende combatir a los terroristas globalizados con esquemas de terrorismo mediático. Se busca crear un consenso a favor de la guerra caricaturizando en extremo las "maldades" del régimen talibán y simplificando en extremo las características de los movimientos integristas islámicos. Se difunden listas de "organizaciones terroristas" y, en medio de las filtraciones, periódicos y noticiarios mexicanos caen en el juego de la paranoia dando por buenas versiones informales, sin confirmar, sobre la utilización de "armas químicas" desde la frontera mexicana con Estados Unidos, sobre el supuesto intento de "compra" de una avioneta fumigadora en México por parte de uno de los piratas aéreos y otras especulaciones dignas de un manual del antiperiodismo. Se organizan páneles de especialistas en los cuales es más fácil y más telegénico llorar y patalear que pensar.
El problema más delicado es que ciertos medios y algunos comentaristas mexicanos no hayan podido o no hayan querido tomar una distancia frente a esta guerra mediática que difunde toda clase de especulaciones sobre los musulmanes, los terroristas y el régimen talibán. Es bochornoso que en Televisa la escritora Guadalupe Loaeza se indigne porque el régimen talibán es discriminatorio de la mujer y cite un pasaje del Corán que no difiere en mucho de lo que se expresa en el Antiguo Testamento sobre la mujer. ƑSe puede tomar en serio una fuente basada en textos religiosos para explicar el fundamentalismo talibán? Con ganas de sensacionalismo, el corresponsal en Islamabad, Alberto Peláez, difunde imágenes de los centros de enseñanza del Islam en Pakistán, las madrassas, y remata señalando que "ahí se prepara a los cuadros fundamentalistas y terroristas". ƑQué pensaría El Vaticano si transmitieran imágenes de una escuela católica como si fueran campos de entrenamiento de los "nuevos cruzados"?
También hay excepciones dignas a esta regla. El Canal 11 en México transmitió esta semana un reportaje especial que explica la situación en Afganistán y el ascenso de los movimientos integristas en Medio Oriente y Asia central. Por supuesto ahí se explica claramente que la intervención de la Unión Soviética y de Estados Unidos fueron los elementos geopolíticos y militares que le dieron cohesión y presencia a estos grupos. Algunos reportes de Televisa desde Bagdad revelan que también el pueblo iraquí ha sido víctima de bombardeos indiscriminados y la televisión estadunidense nunca se preocupó por difundir las consecuencias del "otro terrorismo" contra la población civil de Irak. La cadena NBC transmitió en la serie The West Wing un capítulo especial titulado "Isaac and Ismael" con una visión menos catastrofista del terrorismo y de las diferencias entre el Islam y las otras religiones monoteístas.
El problema real es que el shock mediático que generó la muerte de miles de personas en las Torres Gemelas no ha provocado la demanda de mejor información sino de venganza y de espectáculo bélico. Detonó una psicosis real que ha ido escalando en la medida que Washington reclama una medida de fuerza, aunque sea virtual y mediática, para resarcir el propio error estratégico y de seguridad que reconoció Colin Powell: los servicios de inteligencia estadunidenses estaban alertados de los ataques. Y no hicieron lo necesario para evitarlos.
Email: [email protected].