SABADO Ť 6 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť ¡Estoy sola porque tú quieres, papacito!, le gritaban

Con fallas en el sonido iniciaron los conciertos de Alejandro Fernández

Tras una larga ausencia, Orígenes es el disco que trajo nuevamente al escenario del Auditorio Nacional a Alejandro Fernández, quien presentó -para congraciarse con el público capitalino- una combinación de ritmos, baladas, rumbas, canciones sudamericanas y caribeñas, que definió como un "nuevo estilo de música latinoamericana".

Faltaba media hora, pero ya iban de prisa, subían y bajaban las escaleras del Metro que las llevaban a la salida. Ya en la calle se escuchó: "te quiero, lo digo como un lamento, como un quejido que el viento se lleva por donde quiera. Te quiero, qué pena a haberte perdido, como quien pierde una estrella que se va al infinito...", el estribillo de la canción hizo que Laura y Julissa emprendieran una veloz carrera hasta llegar al Auditorio Nacional, donde se realizó, la noche del jueves, la primera presentación de Alejandro Fernández.

fernandez alejandro-1La canción que se escuchó las hizo pensar que había comenzado el espectáculo sin ellas. Después de cruzar las rejas de entrada y descubrir que se trataba de la voz de aficionados que participaban en un concurso mientras llegaba la hora del concierto, ambas se tranquilizaron.

Eran las ocho y media de la noche y los lugares preferentes y de luneta se notaban vacíos. Aún seguían las pruebas de iluminación y sonido, pero la impaciencia de quienes abarrotaron los asientos de arriba, sus chiflidos y gritos, hizo que se anunciara la presencia de Alejandro Fernández. Por medio de un video se recordaron sus diez años de carrera artística. De pronto, entre una cortina de humo apareció el tan esperado cantante ubicándose en el año 2001 con temas de su nuevo disco como Dónde vas tan sola y Si tú no vuelves.

Al mismo tiempo empezaron los gritos y al fijar la mirada en el público la pelea entre las fans era por a quién miraba, sin percatarse de que en ocasiones lo hacía al vacío. Vestido con traje de charro negro, El Potrillo cautivó a cientos de mujeres que desde el balcón le gritaban: "¡estoy sola porque tú quieres, papacito!"

La mezcla de canciones rancheras con sus nuevos temas era todo un éxito, pero apenas había interpretado cinco melodías cuando empezaron las protestas por fallas en el sonido. Complaciente, Alejandro Fernández hizo que el trompetista repitiera la entrada de Abrázame y así todos olvidaron el incidente, pues sólo tenían en mente su presencia: "si éste se metiera en mi cama todos los días a abrazarme, seguro a ella llegaría diario".

Pocos hombres asistieron anoche a la primera de siete presentaciones que Alejandro Fernández tendrá en el Auditorio Nacional durante este mes. En su mayoría fueron mujeres quienes llenaron el lugar. Cada movimiento del cantante era disfrutado por sus fans, que no paraban de gritar piropos. Hubo un momento en que se dio la vuelta, y de espaldas él mismo se dio una nalgada que enloqueció los ánimos y provocó exclamaciones: "cómo no soy tu mano", "yo me conformaría con ser sólo un dedo".

Así siguieron canciones como Tantita pena, hasta que llegó la bohemia. Alejandro interpretó No, de Armando Manzanero, acompañado por la guitarra acústica de Kiko Campos, y escapó del escenario para cambiar de vestuario y descansar un poco.

Mientras, su lugar en el escenario lo tomó Humo, pintor de grafitis, quien dibujó el rostro de El Potrillo con pinturas en aerosol. Antes de que las fans empezaran a extrañarlo, Alejandro Fernández ya estaba nuevamente en el escenario, pero ahora vestido con un traje de charro azul y acompañado de un mariachi.

Llegó el momento del adiós y tras cantar Como quien pierde una estrella y Te quiero, Fernández se despidió del público no sin antes pedir disculpas por las fallas de sonido, las cuales prometió se arreglarían para la siguiente presentación.

Al grito de "¡otra, otra, otra!", el cantante regresó al escenario a lucir su voz con Granada, de Agustín Lara. Después, fue despedido con ovaciones y gritos de sus seguidores, quienes regresarían nuevamente a escucharlo si no hubieran gastado la mitad de su sueldo en la compra de un boleto para el concierto de la noche del jueves.

JOSEFINA QUINTERO MORALES