VIERNES Ť 5 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť El Auditorio Nacional se convirtió en carnaval
Con la brasileña Daniela Mercuri, la vida bulló a través del baile
ARTURO CRUZ BARCENAS
La brasileña Daniela Mercuri llevó al Auditorio Nacional la alegría y la libertad de su natal Salvador, Bahía, donde la música de la calle surge espontánea y los bailes hacen vibrar los cuerpos. El que se mueve está vivo. Si su primera presentación en el Metropólitan, el año pasado, fue un alarde de vida, la noche del pasado miércoles Daniela logró consolidarse mediante la comunicación plena con su público, que cantó en portugués y bailó como si estuviera en carnaval.
El concierto de Daniela duró el promedio de otros, en el mismo sitio, pero el batuque fue la diferencia. De principio a fin, la música no cesó y los desplazamientos coreográficos invitaron a bailar hasta al más analfabeto en el tema de mover el bote. Los negros que acompañan a la cantante se ve que han bailado toda su vida y marcan el arte de la manifestación callejera, que ha invadido teatros.
Si en estudio las canciones de Mercuri son precisas, en vivo recrean un ambiente que huele a mar, a piel con sudor bajo el efluvio de líquidos ingeridos y una leve lluvia. Es la fuerza del trópico y de la historia. El fin central de su trabajo, lo ha dicho la propia artista a este medio, es dar a conocer lo que hace su país. Su idea es que Sol da liberdade, tema y título de su último disco, se extienda por el mundo.
Son diez años de cantante profesional y los éxitos no han sido pocos. Es universal el conocimiento de la riqueza musical de Brasil, a la que Daniela ha aportado nueva vida, como parte de una generación de jóvenes que han salido a las calles para continuar el legado de los grandes, de sus maestros, como Caetano Veloso. Ha conseguido integrar el electrizante sonido afrobahiano de tambores con guitarras y sonidos más electrónicos. La esencia es el batuque. Hoy lo puro es una quimera y la indefinible fusión es la que reina en la vanguardia. En Brasil, lo popular no es plebeyo. Daniela es valorada como la diva de la música popular brasileña). Sol da liberdade es una samba reggae, y así como Milton Nascimento, con quien grabó en 1994 Música de rua, consagró el sonido de Minas Gerais, ella ha hecho lo propio con Bahía, que describe alegre, bella, en ocasiones de fiesta que parece que nunca va a acabar.
Un improvisado sambódromo
A la cuarta canción del concierto, una ola de amigos de Daniela invadió un espacio convertido en sambódromo. Un negro de alguna escuela del estilo practicó un giro en el aire, lo cual dejó con el ojo cuadrado a más de tres; más de cuatro vieron su insapiencia en eso de bailar y se percataron de que han perdido el tiempo sentados en sus oficinas. Bailar desentume y evita malestares en el esqueleto.
Ile pérola negra, un canto a la belleza de la raza negra, exige también el fin de los racismos, de las opresiones. Daniela es una cantante coherente y ha propugnado porque todos en su patria tengan los mismos derechos, que la ley escrita sea realidad en las calles y en ámbitos laborales, para todos, incluidos los negros.
ƑAdónde va a llegar la fusión? Es insospechado. Daniela canta hasta un rap-funk-dance-tecnopop, de Quito Ribeiro y Lucas Santana, éste considerado el compositor más prometedor de la nueva generación bahiana. Cuando se escuchó De tanto amor, romántico, ya todo estaba dicho. Regresó para cantar Brasil. Se fue gritando el nombre de su patria y pidiendo calma y un anhelo de paz. Lo último fue un "México". La axé triunfó en el Auditorio Nacional.