viernes Ť 5 Ť octubre Ť 2001

Horacio Labastida

ƑQué es la soberanía nacional?

En cuanto se desató el brusco expansionismo de los intereses clasistas que dominan la marcha de los países avanzados, muy particularmente en Estados Unidos de Norteamérica, la idea de nacionalidad se ha visto saboteada por todos los medios imaginables y a través de argucias tan sofisticadas como las que intentan acreditar que la historia ha llegado a su fin, suponiendo falsamente que el mundo actual es expresión óptima de la civilización, en cuyas instituciones se disuelven los conflictos entre acaudalados y no acaudalados y las contradicciones implicadas en la disensión. Esta es la connotación de la mañosa ideología que se viene forjando como empeño desde que la Unión Soviética sufrió el colapso que definitivamente la extinguió como poder opuesto al Tío Sam, en 1991. Desde este año los núcleos directivos del capitalismo trasnacional apuntalan las bases de las estrategias que acrecientan su dominio sobre el resto de la sociedad, al subordinarla a un sistema económico y político que propiciará, así consta en la ideología dominante, la realización de la felicidad anhelada por todos. Y de inmediato viene la sugestiva oferta de la ideología dominante: si las mayorías aceptan que la minoría opulenta manipule el poder político del Estado con apoyo en un inconmensurable poder militar, renunciando los hombres de esa mayoría tanto a la negación del sistema como a la lucha por otro sistema ajeno a las metrópolis opresivas, entonces las elites se mostrarán totalmente complacidas, y de manera particular porque el avasallamiento incluye el sometimiento de la soberanía nacional a las determinaciones ideológicas y políticas del señorío del dinero.

ƑCómo se ha defendido México de los terribles abusos y presiones del capitalismo moderno? Al decidir Napoleón la invasión de España durante el reinado de Carlos IV, para obligar a Portugal a cerrar su comercio con Inglaterra y perfeccionar así el bloqueo de las relaciones comerciales de Albión con Europa, el imperio hispánico sufrió una más de sus caídas ante el ascenso de otras potencias europeas. México se cimbró profundamente por esos acontecimientos e inició la carrera que lo llevaría a la insurgencia de 1910 y a la filosofía de liberación presentada por Morelos al Congreso de Chilpancingo en 1813. En ese brevísimo periodo, que va de 1808 a la inauguración del mencionado Constituyente, surgieron dos tesis contradictorias. Los hombres de la revolución del Ayuntamiento (1808), inspirados en la doctrina de Melchor de Talamantes (1765-1809) que hizo suya el síndico de la ciudad de México, Francisco Primo de Verdad (1760-1808), y luego la Junta de Zitácuaro que presidiera Ignacio López Rayón (1773-1832), sostuvieron la validez de una soberanía relativa: México sería autónomo mientras el rey de España estuviese preso, y volvería a la colonialidad al recobrar dicho rey la libertad. Cuando López Rayón insinuó esta tesis a Morelos, el gran caudillo la rechazó tajantemente al afirmar: "la soberanía es absoluta o no es soberanía", y tal concepto sustancia desde aquellos lejanos días nuestra percepción de soberanía nacional, a pesar de los esfuerzos de algunos gobiernos por revivir la doctrina talamantista frente al ímpetu globalizador estadunidense. ƑQué es la soberanía nacional? La plena independencia de México, es decir, la autonomía del pueblo para ejercer sin estrechamientos interiores ni exteriores el derecho fundamental de autodeterminación. Hay algo más: la soberanía nacional es el aspecto externo de la cultura nacional, o sea, de los valores que han enriquecido al ser mexicano durante su vida histórica. Con base en este principio, afirmado desde nuestro ingreso a la historia universal, México practica una política internacional acorde con la dignidad de país libre. La conclusión está a la vista. La globalización será fructífera en la medida en que sea producto de la voluntad paritaria de los pueblos, y resultará un fracaso si tal globalización supone la hegemonía de los menos sobre los más.