VIERNES Ť 5 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Critican especialistas las políticas para el sector de los gobiernos anterior y actual

Requiere el campo de financiamiento e investigación

MATILDE PEREZ U. Y ANGELICA ENCISO L.

El Tratado de Libre Comercio (TLC) acentuó la debilidad de la agricultura mexicana y llevó al extremo la crisis económica de los campesinos, incluyendo a los agricultores medios, manifestaron Javier Martínez, responsable de compras de Bimbo, y las investigadoras Yolanda Trápaga, de la Facultad de Economía de la UNAM, y Margarita Flores, de la Comisión Económica para América Latina.

En el seminario Economía agrícola del Tercer Mundo, organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la UNAM, los participantes destacaron que mientras no exista una política agropecuaria clara y agresiva que incluya financiamiento y más investigación tecnológica, y que fortalezca el mercado interno, no habrá avances en este sector. Yolanda Trápaga urgió al gobierno federal para que apoye la agricultura familiar.

José Luis Calva, investigador del IIE, dijo que es necesario adoptar medidas para reactivar el mercado interno mediante una política cambiaria adecuada y hacer a un lado la intención de establecer una política fiscal contraccionista. La propuesta de la nueva hacienda pública del presidente Vicente Fox no debería ser aprobada, este es el peor momento para hacerlo por las repercusiones sociales que tendrá.

Alicia Girón, directora del IIE, señaló que a siete años de que entró en vigor el TLC, 75 por ciento de la población rural no alcanza los mínimos nutricionales, la escolaridad promedio es de 3.1 años de primaria, el financiamiento al agro ha caído 60 por ciento y 45 por ciento de las familias campesinas tienen un familiar en Estados Unidos.

Agregó que esta situación es consecuencia de 70 años de gobiernos revolucionarios y de las políticas económicas que impulsaron. "Este proceso desangrante para una gran mayoría de la población ha sido resultado de gobiernos nacionalistas y populistas que utilizaron el campo para desarrollar otros sectores, tener mano de obra barata y el desempleo necesario para evitar mejores remuneraciones y también para lograr sus ideales políticos a través de votaciones artificiales".

La investigadora Blanca Rubio expuso los efectos que ha tenido en el campo la presencia de agroindustrias trasnacionales que han venido a establecer un "colonialismo alimentario", que consiste en generar una fuerte dependencia alimentaria y excluir a los pequeños productores rurales.

Las trasnacionales han logrado tal control, dijo, que para 1999 los países industrializados aportaban 74 por ciento de las exportaciones mundiales de cereales, y Estados Unidos participaba con 80 por ciento de las ventas de sorgo, 66 de maíz, 57 de soya, 24 de trigo y 26 por ciento de arroz.

Esta situación ha permitido que las grandes empresas ejerzan control sobre los precios de los granos a nivel mundial, ocasionando a los agricultores de los países subdesarrollados pérdida en la rentabilidad de su actividad, ya que son los que menos subsidios perciben y en consecuencia se retiran del campo, agregó. Sólo en México, dijo, entre 1994 y 1999 los precios reales del maíz cayeron 45 por ciento, del trigo 45 y del sorgo 55 por ciento.

Las ventas de las empresas trasnacionales especializadas en alimentos, entre las que están las 500 mayores de América Latina, crecieron a una tasa de 14 por ciento de 1993 a 1995, y de 6.5 por ciento entre 1993 y 1998, explicó.