MARTES Ť 2 Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Su crítica era un dardo de alabanza o vituperio
Alcaraz era el ogro que escribía cuentos para niños: Rascón Banda
CARLOS PAUL
Con desparpajo, polémico, culto, con humor cáustico e irreverente, José Antonio Alcaraz mezclaba de manera singular su arbitrariedad y su objetividad. Ser entrañable para unos, resultaba difícil para otros.
Sin embargo, ''nadie duda de su inteligencia y sobre todo de su capacidad crítica", en la música y el teatro.
Tal es la percepción de quienes polemizaron y convivieron con el compositor, escritor y crítico musical fallecido la madrugada del pasado lunes.
''Alcaraz fue uno de esos creadores que se formaron y aprendieron de personajes como Salvador Novo. Su ironía y crítica (verbal o escrita) era un dardo con el que consagraba o destruía, alababa o vitupereaba. Fue un hombre polémico.
''Una vez le mentó la madre al público de Bellas Artes -recuerda Víctor Hugo Rascón Banda-, porque no aceptó su puesta en escena de una ópera, respondiendo éste con silbidos".
''Era una personalidad que se contradecía una con otra. Era el ogro que escribía cuentos para niños, pues los últimos años de su vida creó literatura infantil", expresa el presidente de la Sogem.
En su juventud compuso música para teatro y siempre estuvo cerca de los creadores que cambiaron el panorama musical en el país, señala Raúl Falcó, director de la Compañía Nacional de Opera.
Eugenia Revueltas destaca -de este hombre ''lleno de proyectos"- su labor en la difusión cultural. ''Por años, de manera rigurosa sin importar a veces su salud, José Antonio impartió conferencias como una introducción a los conciertos".
Entre sus preferencias estaban Héctor Berlioz, Carlos Chávez y Silvestre Revueltas, pero sobre todo Gustav Mahler.
El director de la Escuela de Escritores de la Sogem, Teodoro Villegas, lo recuerda como ''un irreverente y un exquisito en todos los sentidos", defensor de los derechos de autor.
Entre las inumerables anécdotas acerca de Alcaraz, el violonchelista Carlos Prieto recuerda cuando el musicólogo le preguntó si estaría de acuerdo en tocar una obra compuesta por él. Prieto contestó que por supuesto y a los cuantos meses recibió un sobre con la obra Otros chelos, otros ámbitos.''Cuál sería mi sorpresa al abrirlo y ver que esa obra, que es para violonchelo, narrador y piano, no contenía una sola nota musical. Era un texto, en el que se suponía yo estaba en España para dar una entrevista, pero me encontraba afectado por la contaminación de México y no podía hablar y las respuestas las tenía que dar a través de la música".