MARTES Ť 2 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Ugo Pipitone

Tres cosas que aprendí

La primera: los muertos de los otros no duelen. "Los otros" pueden ser musulmanes para los cristianos (y al revés), negros para los blancos (y al revés), estadunidenses para los mexicanos (y al revés). En fin, en la mejor de las hipótesis, los muertos de los otros duelen menos. Y, en algunos casos, los muertos ajenos llegan incluso a parecer un acto de justicia. En una conferencia reciente frente a un público de izquierda, cuando mencioné, como expresión de atraso cultural y político, que algunos consideraran los avionazos sobre Nueva York un merecido castigo, experimenté la vergüenza de escuchar un aplauso. Los asistentes confirmaban con su bárbaro palmoteo que "los gringos se lo merecían".

ƑUn caso aislado? Me temo que no. Son cosas que se escuchan en la calle y algunos hinchas de los Pumas, en un partido reciente, enarbolaron en el estadio olímpico carteles con la imagen de Osama Bin Laden. Los más culturalmente primitivos expresan en forma silvestre aquello que muchos otros piensan en formas disimuladas. ƑDe qué fondo de rencores arraigados puede venir la barbarie de considerar a la población inerme blanco de alguna guerra más o menos santa? No lo sé, pero creo que deberíamos reflexionar.

La segunda: a los ojos de la izquierda mexicana, Estados Unidos no es una democracia. Cuando me atreví, en la conferencia mencionada, a decir que en Estados Unidos se había golpeado la democracia, alguien entre el público me gritó "šfascista!". Pregunta: Ƒde qué fondo de incultura política puede venir esa insensatez? De acuerdo, la de Estados Unidos es una democracia imperial que encarna un modelo de vida social basado en el excesivo predominio de la riqueza y en exclusiones intolerables. ƑPero es legítimo concluir de ahí que Estados Unidos no sea un país democrático? Bien, muchos, y sobre todo en la izquierda de estas partes del mundo, piensan que no.

Y de esta certeza derivan otra: en Europa no hay izquierda. Otra perla escuchada en la conferencia mencionada. Y así, el siglo XX europeo recorrido por luchas progresistas que produjeron sufragio universal, educación laica y Estado de bienestar es borrado con un golpe de esponja "revolucionaria". Una visión populista y de incierta vocación democrática se erige en supremo tribunal ideológico. Y yo me pregunto, si autoridad presidencial acotada, si elecciones confiables, si división real de poderes, si Estado social no son conjuntamente democracia, Ƒen qué clase de democracia piensan aquellos que formalmente declaran quererla? Personalmente percibo un fondo de nacionalismo ramplón que supone la existencia de un camino democrático diferente al que Occidente (con toda su carga de hipocresías) ha definido como lo mejor de sí mismo en el curso de la segunda mitad del siglo XX. ƑNo será que en ciertos sectores de izquierda persiste una especie de nostalgia inconfesada hacia la URSS?

La tercera: es el descubrimiento traumático (para mí) de cómo a veces se fusionan entre sí el retardo democrático de cierta cultura de izquierda con "cultas" infamias. Me refiero a Jean Baudrillard: la ignominia que viene de Europa. He aquí las palabras del gran filósofo francés: "el de Nueva York ha sido el acto aerostático más bello de la historia moderna... Fue una especie de júbilo prodigioso ver destruir esa superpotencia mundial e, incluso, fue como ver (a las torres) destruirse a sí mismas; se suicidan con gran belleza". ƑDe qué repugnante fondo de antiguos desvaríos puede venir esta locura? Evidentemente la madre de Baudrillard no estaba en las torres. De haber estado ahí, Ƒpensaría lo mismo el filósofo (ahora esteta)? ƑEstaría igualmente extasiado frente a la "belleza" de la muerte?

Hace no muchas décadas atrás había intelectuales europeos que se excitaban con la idea de la guerra como "higiene del mundo", mientras otros veían en la pureza racial el objetivo supremo de la política. Y ahora, para mostrar que el vientre inmundo de la estupidez sigue grávido, Baudrillard se entusiasma frente a las torres que se desploman aplastando miles de seres humanos. ƑQué se puede decir? Nos quedaba la esperanza de suponer que la barbarie viene de la ignorancia y del fanatismo. El filósofo francés se encarga ahora de destruir esa última, residua, esperanza. La "cultura" puede ser igualmente bárbara que la ignorancia.