LUNES Ť 1Ɔ Ť OCTUBRE Ť 2001
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Islam y Toros
ISLAM EN ARABE quiere decir "sumisión total a la voluntad de Alá", dependiendo, como el resto de los dioses, del humor en que aquél esté, por lo menos desde el año 622 de nuestra era, en que Mahoma comenzó a predicar en Arabia, extendiéndose su mensaje en el siguiente siglo desde España hasta India.
POR DESGRACIA LOS muslimes o creyentes en Alá, tampoco en El Corán -biblia islámica- lograron desprenderse de la actitud pueril adoptada por los adoradores de diferentes dioses, promovidos por otras tantas religiones "poseedoras de la verdad única", en su afán por hacer menos errática la relación entre el hombre y la divinidad, pero con un historial bastante negro, excepto el budismo, en lo que a implantación de su respectiva fe se refiere.
EL VERDADERO DIOS de este planeta, sin embargo, hasta ahora no ha sido otro que El Dinero, y ninguna promesa de paraíso, amenaza de fuego eterno o recomendación de renuncia como acceso al cielo han servido para destronarlo, mientras su suntuoso altar se sigue nutriendo de hambre, explotación y sangre, al tiempo que las distintas burocracias religiosas continúan fracasando en su propósito de imponer a los demás al dios de su preferencia.
POR LO QUE se refiere a la relación entre Islam y tauromaquia, en siete siglos de ocupación musulmana en tres cuartas partes de la península ibérica, la importante cultura árabe de entonces habría de dejar múltiples huellas, incluida la taurina, en la sociedad hispánica y su posterior expansión por las tierras descubiertas a partir del tropezón de Colón.
HUELLAS EN EL idioma -Guadalupe, por ejemplo, es palabra árabe-, la ciencia, la medicina, la arquitectura, la música, la danza y la naciente fiesta brava, entendida a la vez como entrenamiento bélico, esparcimiento y espectáculo.
LOS ARABES NO son los creadores del toreo puesto que en el norte de Africa no existía el uro, antecedente del toro actual, pero sí son elemento determinante en la evolución inicial de la lidia, cuando menos por dos factores: el bélico y el ganadero, durante un dominio más que conquista y una superposición de valores, más que eliminación de los existentes, como ya no ocurriría con las culturas del Nuevo Continente.
ENTRE LOS SIGLOS X y XV la unidad española de los divididos reinos se logra gracias a la pugna con el Islam, que instaura una organización política real en la parte ocupada, principalmente en Al-Andalus -actual Andalucía-, rico mosaico étnico, cultural y religioso donde abundaba el uro o toro salvaje, materia prima para una original, eficaz y lúdica forma de preparación combativa desde el caballo.
MONTADO A LA jineta -del árabe zeneti, miembro de la tribu berebere de zeneta, famosa por su veloz caballería- o con los estribos recogidos, el caballo árabe, bello, ligero y resistente, sería importante actor en las acciones guerreras de ambos bandos, así como en las aptitudes hípico-taurinas de los alanceadores, antecedente primigenio del rejoneador. Sin el caballo árabe, el uro europeo habría carecido de su inicial contraparte tauromáquica.