LUNES Ť Ť OCTUBRE Ť 2001
Ť Reunidos en el auditorio, miles corearon el repertorio de Alejandro Lora

Nutrió El Tri el espíritu de una banda muy ecléctica

JAIME WHALEY

Con un "Chinga tu madre, Alex Lora", salido del ronco pecho de uno de los miles que atestaron el auditorio, pero que fue sobrepasado por un generalizado coro que entonaba: "uuuleeerooo, uuuleeerooo, uuuleeerooo", El Tri de México, con la bendición de la Virgencita de Guadalupe, puso fin a un prendidísimo concierto sinfónico.

Una banda muy ecléctica nutrió el espíritu por más de dos horas con las rolas de El Tri que la puso a cantar, aullar, bailar, rezar, el sábado en el Auditorio Nacional.

Alex LoraEl conglomerado entonó chingonamente, si vale así decirlo, el vasto repertorio de El Tri y así se fue desde: Perro negro, que es también callejero, hasta Las piedras rodantes, sin dejar de lado la consideración de que con tanto dinero que se bota, se podría pagar la deuda externa y comprar muchos kilos de mota. Aunque eso es difícil pues que diría papá gobierno.

"Y ahora sí, chinguen a su madre", conminó el venerable Lora a los ahí reunidos, toda vez que para acceder al recinto tuvieron que franquear una doble barrera metálica de contención ante la celosa mirada de la tira, que también en buen número y reforzada por el agrupamiento de granaderos, hizo acto de presencia y de paso gozó el recital.

Toda la perrada, como la califica Lora, estaba cantando pero no aplaudía y hay que hacerlo "pues si no, vale madre". Y va rola a los que se sienten solos... que todos sus sueños se hagan realidad.

Hizo su aparición sobre el escenario, bañado por reflectores de tenues haces de tono rojizo y morado, una dama con cabellera de flama, enfundada en ceñido atuendo de pantalón rojo y revelador top negro. "¡Orale!, ¿y ese culito?", expresó alguien en la sección de balcón lateral donde se encontraba la prensa nacional. "¡Cálmate cabrón!, es la Chela, la domadora del Alex", refrenó su acompañante como para evitar cualquier otra acometida o afrenta que pudiera espetar al gurú del entarimado. La ahora respetable dama le añadió personalidad al concierto mientras El Tri se disparaba con esa que dice: en un programa gabacho de televisión, sale una chica, para luego asegurar que no importa nada más que estar en el reventón.

Lora inquiere: "¿Están contentos, cabrones? Pues ahorita van a estar más", y dicho esto, retembló en su centro del auditorio al sonoro rugir de un cañonazo que para el personal fue la voz de salida para desgañitarse con esa de que fue el 19 de noviembre y el Lora, le rasga duro a su bajo y el coro es igual de estridente: esto es lo único que me hace vibrar, y Felipe, el de la armónica, se sublimó una vez más, ante el deleite de los querubines macizos que, de pie, demostraron su agradecimiento y su profunda conocencia sobre ésta y todas las rolas.

"Y a propósito, que culero estuvo el pedo ese de los aviones, lo bueno es que nosotros somos un país a toda madre, aunque con unos gobernantes que son unos hijos de su puta madre."

Y lo sinfónico del concierto se dejó sentir con la participación de un salterio para afirmar que otra vez a brindar con gente extraña y a llorar por los mismos dolores.

Y Lora retrocedió en el tiempo Elvis, los Beatles, Janis, se vuelven a oír las rolas al fin del siglo... el Che Guevara, la nostalgia para luego narrar una desgarradora historia que, dijo, le fue contada en el encierro de Santa Martha, luego de una tocada por esos lares, más allá del cielo azul, su propia madre le quitó la vida.

Siguió lo sinfónico, ahora con el fondo de La Tribu, jodones músicos prehispánicos que le meten ritmo ritual y que, literalmente, sacan armonía hasta de las piedras. Y Lora se elevó con soy como una llanta de camión, mucho camino he pasado, autobiográfica quizás. Le picó la cresta al respetable "que se oiga la banda, con huevos" y recomiendó otro tipo de piquete, un tanto más abajo de lo que vendría a ser la cresta "para aquel pendejo, que nunca falta, y que se puede quedar dormido".

Exaltó el nacionalismo con el lábaro patrio en la diestra y un Mé-xi-co, que pronto encontró eco y un remate "chinguen a su madre nuestros pinches gobernantes rateros".

Ahora una dedicatoria para todas las nenas rocanroleras, "y el que no aplauda es porque es puto". Clap, clap, clap, se apuran las palmas mientras aparecía Paletta, virtuoso del violín que se reventó un solo chingonsísimo, y entró el sax en lo que es el prolegómeno del delirium tremens esta triste canción de amor.

Quisiera conocer a Dios... que a unos les dio mucho más de lo que pueden gastar y otros ni siquiera les dio para comer. Entrados en los terrenos del blues: todo lo que hago está mal, yo le echo muchas ganas pero nada me sale bien.

Y El Tri todo, que hace gala de una resistencia olímpica, se sublimó nunca digas que no y puedes ganar si la suerte está contigo, con el respaldo de una sección de cuerdas ?Piedras Rodantes, se sabría después su nombre? y otra de metales La Banda del Ojo Rojo, comandada por Baltazar ya estamos hartos de tantas fallas y estar en las manos de una bola de gandallas para enseguida asegurar: estoy esperando mi camión, en la terminal del ADO.

Y los macizos del auditorio, que forman un coro chingón, Lora dixit, estallan cuando el Alex preguntó: "¿Quieren seguir oyendo esta música para locos y mariguanos?" La respuesta ni se espera y vienen los reconocimientos a patrocinadores y una advertencia: "Que chinguen a su madre los que no apoyaron". Y ya en las del estribo, oye cantinero, sírveme de nuevo, quiero estar borracho con escenografía de cantina con borrachos y sacaborrachos enmarcarados y la chica del tubo.

"Es El Tri de México, cabrones; lo importante del desmadre es la banda rocanrolera de México", pontificó finalmente el Alex a escasos minutos de que se acabara el último día del horario de verano.