LUNES Ť 1Ɔ Ť OCTUBRE Ť 2001
Donde se reúnen los que son alguien
Para ligar, vitrinear o dejarse ver, los malls son el espacio social del capitalino de hoy
JOSE GALAN
De la plaza, el jardín o el parque al centro comercial. Del flirteo vigilado por chaperones en la Alameda al ligue desenfadado y público. Del recado de amor a la llamada por celular a las puertas del cine. De los catálogos de la tendencia europea o aparatos de importación al vitrineo en las tiendas de moda, que sirven incluso para dar vida al narciso de muchos llevan dentro.
El paseo tradicional de los capitalinos se ha modificado por la violencia, la inseguridad o el tránsito vehicular. Ha pasado del jardín público, de la plaza de armas, a los malls de estilo estadunidense. En ellos los capitalinos encuentran ahora su ciudad, su estilo de vida. Los habitantes del área conurbada del noroeste, en Plaza Satélite; los del sur de la ciudad en Plaza Universidad, Plaza Coyoacán o Plaza Loreto, y los residentes de áreas privilegiadas como Las Lomas, Bosques de las Lomas, Tecamachalco o La Herradura, en el Centro Comercial Santa Fe.
En esos centros, afirman las investigadoras Inés Cornejo Portugal y Elizabeth Bellon, de la Universidad Iberoamericana, los habitantes del Distrito Federal ubican ahora su sentido de pertenencia. En épocas de violencia y de contaminación, esos sitios -pese al clamor de quienes denuncian la manipulación de los deseos por parte de un puñado de empresas transnacionales, la alineación de la conciencia de consumidores indefensos o la ilusión de compañía, de comunidad que, aseveran, vende cualquier centro comercial- se revelan como lugares donde los habitantes de las megalópolis contemporáneas pueden encontrarse consigo mismos, con su yo imaginado, con "el otro igual" o con "el otro distinto".
En su investigación Centro Santa Fe: Ƒla nueva ciudad de México?, las académicas plasman las nuevas escenas costumbristas: una lolita solloza en el hombro de su confidente antes de perderse entre la multitud; a saludable distancia, su guardaespaldas la vigila. Un anciano declara su amor a su encanecida dama inspirado en el eslogan de una vitrina: "I love you... because you tell me stories!" (te amo porque me cuentas historias), grita sin tapujos en un pasillo concurrido.
Más allá, un grupo de extraños, congregados en torno de un stand de televisión por cable, lanza al unísono un grito de júbilo cuando su equipo anota un gol; sin hablar, se identifican o rechazan merced a los escudos y colores que ostentan sus camisetas. Un guardia de seguridad, debidamente uniformado, enseña a un bebé ajeno a dar sus primeros pasos bajo la mirada alerta de la madre.
Una tribu de púberes acicalados se agrupa en el vestíbulo de las salas de
cine: ellas, apoltronadas en una banca; ellos, de pie en derredor. Intercambian cigarrillos, frases y efusivos abrazos. Al fondo, madre e hija de humilde con- dición, olvidadas en la antesala de un restaurante oriental, advierten cómo parejas, familias, amigos, entran sin contratiempos, aunque el nombre de ellas encabece la lista de espera desde dos horas atrás.
En la Ciudad de los Niños, un padre endilga a su hijo un discurso sobre la fortaleza del cuerpo y el espíritu mientras intenta, sin éxito, escalar un muro escarpado. Un par de caballeros discuten sobre la belleza plástica de Lucía Méndez al tiempo que ella firma autógrafos en una tienda departamental.
Financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la investigación subraya la reiteración de descripciones apocalípticas y analogías múltiples en torno del centro comercial como nuevo espacio social: "templo del consumo", "vientre femenino", "localidad fortificada", "universo del engaño", "cápsula-confort". En apariencia, en la atmósfera inmaculada del centro comercial, a lo largo de sus corredores sin tempestades, basura, marchas, miseria o delitos, al encuentro de su gente siempre afable y próspera, los ciudadanos viven hoy día la sociedad, la ciudad, el mundo.
Santa Fe es un megaproyecto dentro de la Zona Especial de Desarrollo Controlado (Zedec), constituida en 1987. Abarca 850 hectáreas que se ajustaban a una zonificación y reglamentación de construcción con criterios ecológicos, urbanísticos y financieros para hacer de ella un desarrollo urbano con uso eficiente del terreno y servicios de primer nivel.
Hoy día Santa Fe es zona de contrastes: por un lado es un exitoso centro urbano o microciudad, donde se puede vivir, estudiar, divertirse, trabajar y, por supuesto, comprar, sin tener que trasladarse a otras demarcaciones. Por el otro, el elevado costo de los terrenos ha limitado el acceso a grupos sociales de altos ingresos. A pesar de que fue pensada más para el automóvil que para el peatón, sus problemas viales son frecuentes: sólo existe una gasolinería, el estacionamiento resulta insuficiente, el ambulantaje crece.
El Centro Comercial fue concebido en 1989, bajo la regencia de Manuel Camacho Solís, e inaugurado en 1993, con inversión inicial de 300 millones de dólares. Su meta era convertirse en el centro comercial más importante de la ciudad de México, capaz de competir con cualquier mall de Estados Unidos. Está ubicado en la avenida Vasco de Quiroga, colonia Antigua Mina La Totolapa, delegación Cuajimalpa, en un área de 225 mil metros cuadrados y en terrenos donde hasta hace poco más de una década se hallaban tiraderos de basura, minas de arena y asentamientos irregulares.
Con un costo promedio en renta de 35 a 40 dólares metro cuadrado, ocupación del ciento por ciento y afluencia diaria de cerca de 23 mil visitantes, cuenta con 300 locales comerciales, 21 de comida rápida, 14 salas de cine, 12 restaurantes, nueve bancos, cuatro "tiendas ancla", el centro deportivo Sport City, un campo de prácticas de golf y la Ciudad de los Niños.
Allí, el vitrineo -ese consumo visual, no material, que se da al mirar los aparadores, recorrer pasajes, ver qué se encuentra- es práctica común, una de las más importantes. Pero, atención, dicen las investigadoras, el consumo no se reduce al simple intercambio de mercancías, no es algo privado, atomizado o pasivo, sino social, correlativo y activo.
Otra escena del neocostumbrismo: frente a la vitrina de la tienda que vende prendas de marcas como Gap o Banana Republic, una mujer joven y escultural, vestida con pantalones negros de cuero y escotada blusa blanca de punto, permanece estática: más allá de los modelos o de las ofertas, la muchacha ve a la modelo perfecta: ella misma. Su reflejo le permite constatar que ni un maniquí se le compara. Con un vuelo de su cabellera castaña se aleja con el aire satisfecho de la comprobación. Estoy donde pertenezco.
Las investigadoras sostienen que los consumidores territorializan, fragmentan, marcan distintos espacios urbanos como escenarios de su pertenencia a la ciudad. Al parecer en el centro comercial se elaboran vínculos afectivos de carácter efímero que, de manera distinta, fundan comunidad. El encuentro con los "iguales" y los "extraños" convoca representaciones frente a lo social. El centro comercial es "la ciudad", ellos pertenecen "al lugar", y el "lugar" les pertenece.
Es posible que frente al Centro Santa Fe los consumidores elaboren sentimientos de afiliación, pero también de diferenciación con los ajenos, distintos, distantes. Como en décadas pasadas el primer Sanborns de los Azulejos en el Zócalo, la arquitectura urbanística de la colonia Roma; los pasajes, calles y establecimientos de la Zona Rosa; los cafés y restaurantes de Polanco establecieron sentidos de pertenencia y de distinción de determinados grupos sociales.
Pero a diferencia de esas experiencias, Santa Fe cuenta además con condiciones urbanísticas para ser una posible ciudad autónoma, un espacio que parece querer convertirse en zona autosuficiente. Santa Fe está delimitando fronteras, concluyen las investigadoras, por momentos difíciles de atravesar o trasgredir por otros sectores sociales. El Distrito Federal se individualiza. ƑSanta Fe es la nueva ciudad de México o la ciudad de México bien?