Ť La paz no está separada de la justicia, pero siempre debe nutrirse de clemencia, dice
Llama Juan Pablo II a erradicar el terrorismo
Ť Karol Wojtyla insta a orar para "que el odio y la muerte nunca tengan la última palabra"
REUTERS, DPA Y AFP
Ciudad del Vaticano, 30 de septiembre. El papa Juan Pablo II destacó hoy la necesidad de erradicar el "malvado flagelo del terrorismo", durante su homilía dominical en la que afirmó que la búsqueda de una paz duradera no debería estar separada de la aplicación de la justicia.
En uno de sus discursos más vigorosos para condenar los atentados en Estados Unidos, el Papa afirmó que la "terrible tragedia del 11 de septiembre será recordada como un día tenebroso en la historia de la humanidad".
El pontífice indicó que la Iglesia católica desea recordar a todos su deber de cimentar un futuro de paz para la familia, y tras demandar que se proscriba la violencia, instó a cristianos, judíos y musulmanes a orar para que el odio y la muerte nunca tengan la última palabra.
"Ciertamente la paz no está separada de la justicia, pero siempre debe nutrirse de la clemencia y del amor", sostuvo.
No obstante, primeramente pidió a los mil millones de católicos que recen un rosario por la paz durante todo el mes de octubre, a fin de que se pueda librar al mundo "del malvado flagelo del terrorismo".
La palabras de Juan Pablo II, de acuerdo con analistas, parecieron ser un intento de mantenerse en la fina línea que separa las enseñanzas eclesiásticas de la no violencia y el derecho de un país a la autodefensa, tras los ataques a Nueva York y Washington.
Ya el portavoz en jefe del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, dijo durante la visita de Karol Wojtyla a Kazajstán que el Papa comprende las dificultades de un líder político que tiene que responder con la fuerza para proteger a sus ciudadanos de futuras amenazas, en caso de que no quedara disponible otra alternativa.
Durante la homilía en la Basílica de San Pedro, en la que inauguró la décima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Juan Pablo II dijo a los cardenales y obispos presentes que deben luchar contra los pecados del consumismo y de un sistema económico que conduce a las diferencias inaceptables entre lujo y pobreza.
Pidió a los obispos alzar la voz para defender a los débiles y denunciar los abusos, luego de demandarles hacer un examen de conciencia sobre su actitud ante los bienes terrenales y el uso que se hace de ellos.
"Los obispos estamos llamados a servir al Evangelio en la pobreza, pero para transmitir creíblemente ese mensaje es necesario llevar una vida desprendida de los intereses personales y que esté caracterizada por la atención a los más débiles", señaló.