LUNES Ť Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Deponer las armas, único planteamiento de Putin

Combates en Chechenia dificultan el diálogo de paz

Ť El apoyo a Libertad Duradera será proporcional al margen de maniobra que tenga Rusia en el Cáucaso del Norte

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscu, 30 de septiembre. Los combates de este fin de semana en diferentes localidades de Chechenia, como respuesta a la decisión de las autoridades rusas de bloquear por completo cuatro regiones del sur de la república norcaucásica, toque de queda incluido de 8 de la noche a 6 de la mañana, no parecen el mejor contexto para que el Kremlin y los líderes de los rebeldes sostengan conversaciones de paz.

afghanistan_aid_do30poLos hechos de nueva cuenta contradicen las palabras. Cada vez es más claro que al referirse a "contactos" sostenidos entre ellos, rusos y chechenos no sólo hablan de cosas diferentes, sino que lo hacen de manera deliberada con el propósito de tener una especie de coartada para poder achacar a la otra parte el fracaso de unas negociaciones que en realidad nunca comenzaron.

De parte de Moscú hubo, eso sí, una inequívoca exigencia de deponer las armas que el entorno de Aslan Masjadov, el presidente checheno, utilizó con gran habilidad para crear la sensación de que el Kremlin estaba ofreciendo buscar un arreglo político y no la rendición incondicional.

Masjadov incluso nombró un emisario, Ahmed Zakayev, para entrar en contacto con el general Viktor Kazantsev, representante personal del presidente Vladimir Putin en el Cáucaso del Norte, a quien telefoneó para manifestarle la disposición de los chechenos a poner fin a la guerra, previo el retiro completo de las tropas federales.

El propio Kazantsev y otros funcionarios rusos trataron de presentar la llamada telefónica de Zakayev como testimonio de que las autoridades federales están abiertas a negociar con los rebeldes, pero sin recordar que sólo la entrega de armas sin condiciones de ningún tipo. Les conviene, de su lado, crear la impresión de que el reciente ultimátum de Putin no resultó un fiasco, en términos de armas recogidas, y los rebeldes están considerando rendirse.

Semejante juego propagandístico no podía durar mucho y fue el propio Masjadov quien se encargó, el pasado sábado, de precisar: "Tomamos las armas para defendernos y las dejaremos sólo cuando recibamos garantías reales para nuestra seguridad. Por ahora, no veo tales garantías".

El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Vladimir Rushailo, en alusión a lo dicho por Masjadov, reiteró que el planteamiento de Putin es muy claro y se trata exclusivamente de deponer las armas. A partir de la rendición incondicional, se podría empezar a hablar del regreso a la vida civil de los rebeldes que no tengan cuentas pendientes con la justicia, dijo.

Más categórico fue Ahmed Kadyrov, el jefe de la administración chechena pro-rusa, para quien no hay nada de que hablar con Masjadov, "toda vez que es responsable del derramamiento de mucha sangre, al ordenar asesinar a todo aquel que colabore con los actuales órganos de poder".

Al comentar el significado del ultimátum de Putin, Kadyrov está convencido de que no contiene ninguna invitación a dialogar, sino que menciona la disposición de establecer contacto con los representantes de los rebeldes únicamente para definir dónde y cuándo deben entregar las armas, lo cual no los exime de pasar luego por campos de filtración, donde se resolverá en qué medida cada uno puede integrarse a la vida civil.

Parecería que todo está claro, pero las partes siguen echando leña a la hoguera de la confusión. Este mismo domingo el presidente de Georgia, Eduard Shevardnadze, dijo estar de acuerdo en ser mediador "en unas eventuales negociaciones entre las autoridades rusas y el presidente checheno, Aslan Masjadov".

Shevardnadze respondió así a la petición que le hizo Zakayev, el emisario de Masjadov. El presidente georgiano se mostró listo a participar "en cualquier negociación que conduzca a la paz", pero al menos fue sincero al reconocer que para ello es necesario que se lo pidan no sólo los chechenos, sino también el gobierno ruso.

Hasta ahora no ha sido así, y difícilmente se formule una petición de ese tipo algún día, por la sencilla razón de que el Kremlin rechaza rotundamente la mediación de otros países en un asunto interno que considera de su exclusiva incumbencia.

Por lo pronto, lo único cierto es que el ultimátum del presidente Putin creó una coyuntura favorable para endurecer la política rusa en Chechenia. En qué medidas concretas se va a traducir guarda una relación directa con el comienzo de la operación Libertad Duradera en Afganistán.

Porque el apoyo ruso, y de sus aliados centroasiáticos, que requiera Estados Unidos, será proporcional al margen de maniobra de Rusia en Chechenia.