DOMINGO Ť 30 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť José Antonio Rojas Nieto
La marcha del mercado petrolero
A partir del 11 de septiembre los precios del crudo empezaron a debilitarse. Las primeras y apresuradas estimaciones sobre los efectos económicos del terrible acontecimiento del día 11 de septiembre hacían pensar -como de hecho está resultando- que habría un importante descenso ya no sólo de la demanda estadunidense de petróleo sino de la demanda mundial de crudo dada la creciente coincidencia del decaimiento económico estadunidense con el de las economías más fuertes del mundo.
En estos días se han hecho explícitos varios hechos que permiten imaginar -descontada la posibilidad de una guerra abierta- el escenario más probable del mercado petrolero para los próximos meses. El primero, indudable, el de la severa crisis de la aviación ya no sólo en Estados Unidos sino en todo el mundo, que indudablemente deprime la demanda. El segundo, esperado, una profundización de la caída económica en el vecino país, aun antes del 11 de septiembre, expresada en, al menos, dos o tres indicadores: a) la profundización -por onceavo mes consecutivo- de la baja industrial; b) el raquítico crecimiento del producto nacional de sólo 0.3 por ciento en el segundo trimestre del año; c) el descenso drástico del Indice de Confianza del Consumidor en el vecino país. Finalmente, un tercer hecho que permite corroborar la mayor baja de la actividad económica y las dificultades que consecuentemente se enfrentarán, es el reporte sobre los inventarios y el movimiento de crudo en las refinerías del vecino país, según el cual se percibe ya una moderación del consumo de crudo que hace pensar en un nivel inferior al ordinario del consumo de invierno -cercano a un millón de barriles al día-, justamente por la menor actividad económica y la limitación en el movimiento aéreo, apenas compensado por un incremento del consumo de petrolíferos derivado del movimiento marino y aéreo del ejército estadunidense estimado en más de 180 mil barriles al día.
Todo este embrollo para decir que hemos ingresado a una fase de demanda limitada de crudo y petrolíferos, y que debemos ser extremadamente cuidadosos en el nivel de producción y de exportación de nuestro crudo para no colaborar en fortalecer la tendencia ya desplegada a derrumbar los precios.
A este respecto conviene recordar que una vez que en Wall Street empezaron a circular las nuevas estimaciones sobre la evolución esperada de la economía en Estados Unidos y en el mundo, se desplomaron aceleradamente los precios.
Así, frente a estimaciones de crecimientos menores a uno por ciento en 2000 y ligeramente superiores a ese uno por ciento para 2001, los precios del crudo -que luego del 11 de septiembre empezaron a registrar un descenso paulatino- se desplomaron casi un dólar el viernes 21 y casi cuatro el lunes 24, acumulando un descenso de 4.72 dólares, y el resto de la semana apenas lograron una muy leve recuperación de sólo 1.26.
Se trata todavía de un nivel de precios muy inestable, menos por la situación de la demanda cuya debilidad está fuera de toda duda a pesar de que aún se desconoce la profundidad de la caída, y más por la respuesta de la oferta, en la que la posición de la OPEP parece firme respecto ya no sólo a no aumentar su producción sino aun de reducirla, siempre de acuerdo con su determinación de mantener el precio de la canasta OPEP entre 22 y 28 dólares.
En ese marco debemos juzgar ya no sólo el comportamiento reciente del nivel de producción y de exportación de México. Este nuevo gobierno se ha equivocado en su política de exportaciones pues en un contexto de demanda descendente de diciembre a este mes se elevó el volumen comercializado en el exterior, lo que resulta, por decir lo menos, irresponsable dada precisamente esa retracción de la demanda. Y este error se ratifica con la igualmente errónea disposición presidencial que se deduce de la entrevista que realizara anteayer Larry King, de CNN, con Vicente Fox, quien aseguró: "Tenemos petróleo listo para vender a Estados Unidos y otros países, sí". Se trata de una afirmación formulada ya no sólo en el contexto de una retracción de la demanda, sino de promoción de una curiosa pero terrible guerra y que, efectivamente, bien pudiera cambiar de forma radical, pero lamentable, la situación del mercado petrolero y de los precios, y frente a la cual nuestro gobierno debiera ser extremadamente crítico, sin perder la solidaridad con el afectado pueblo estadunidense. Finalmente lo cortés no debiera quitar lo valiente.