VIERNES Ť 28 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť Su casa de Penitenciaría 27 albergó a dos hombres que cambiarían la historia
Los días revolucionarios, recuerdo vivo en la memoria de Arsacio Vanegas Arroyo
Ť El triunfo del Movimiento 26 de Julio le gustó, pero se entristeció con la muerte de los combatientes Ť La isla recibía con honores a la familia del entrenador de Castro y el Che
CARLOS HERNANDEZ
Durante sus últimos años, Arsacio Vanegas Arroyo recordaba con claridad lo que él llamaba los días revolucionarios, cuando conoció y convivió con dos hombres que, media centuria después, serían de las figuras más importantes del siglo XX: Fidel Castro Ruz y Ernesto Che Guevara.
Conocido luchísticamente como Kid Vanegas, don Arsacio guardaba una imagen estricta del comandante Castro, mientras que al Che lo recordaba más sencillo y sonriente.
En la casa histórica de Penitenciaría 27, donde dieron refugio y alimento a los cubanos, Arsacio Vanegas añoraba los días de comer arroz blanco y frijoles negros, de esconder las armas debajo del piso de madera, de cuatro catres para 40 inquilinos...
Ahí, en la ahora peligrosa colonia Morelos, don Arsacio evocaba con gusto y durante horas aquellos días revolucionarios, de los que quedaron los recuerdos, uno de los cuatro catres y la mochila con la que el Che realizaba sus largas caminatas al Popocatépetl.
A continuación, algunos de sus recuerdos.
-Don Arsacio, Ƒcómo se da el encuentro con los cubanos?
-La cubana María Antonia González es el enlace. Ella estaba casada con el luchador Dick Medrano, al que conocí por Texas. Un día se le presentó un contrato para ir a Perú, por lo que me pidió que cuidara a su esposa, que vivía en las calles de Emparan.
''Una vez llegó Fidel Castro, quien tras unos días de tratarnos me dijo: 'mira Indio -así me decía-, quiero que nos des acondicionamiento físico'. No me lo sigirió, me ordenó."
-ƑDónde entrenaban?
-Primero en el cerro del Chiquihuite, allá por la Villa de Guadalupe. Después Raúl, Fidel y el coronel español Alberto Bayo alquilaron la Hacienda Santa Rosa, en Chalco. También entrenábamos en el gimnasio del profesor Raúl Romero.
El rigor del comandante Fidel
-ƑQué recuerdos tiene de Fidel Castro?
-El era muy estricto con todos; todos tenían que estar aquí a las 9 de la noche. Fidel era el último en llegar, checaba a todos. Y el que llegaba primero agarraba catre, teníamos cuatro, y los demás dormían en el piso. Como no había mucho dinero desayunábamos, comíamos y cenábamos arroz blanco con frijoles negros y si nos iba bien, como postre, un plátano macho.
-ƑHa visto al comandante Fidel?
-Sí. Me dice ''Ƒcómo estás, gordo o Indio?'', como cariñosamente me llamaba, me abraza, le da gusto verme.
-Sabemos que usted llevaba al Che Guevara a correr al Popocatépetl.
-Sí, le gustaba mucho caminar, subíamos, bajábamos, era un hombre muy sencillo que quería saber todo de México. Recuerdo el día que lo conocí: tocó la puerta, abrió María Antonia y como no lo conocíamos no lo dejábamos entrar, pero en eso llegó Fidel y todo se solucionó.
-ƑInvitaba a los cubanos a las luchas?
-Sí, a Cuernavaca, a la Coliseo. Fidel fue una vez y al Che no le gustaban, pero a los demás sí, sobre todo a mi amiga María Antonia.
''A Fidel le gustaban las corridas de toros, pero decía que era para ver la reacción de la gente.''
Ultima visita a Cuba
-ƑCómo se sintió cuando triunfó la Revolución cubana?
-Contento, satisfecho, pero a la vez triste porque murieron en combate muchos de los que entrené. Cuando partió el Granma no hubo cupo para todos y muchos se quedaron aquí, pero después se fueron.
A pesar de la estrecha relación que tuvo con los revolucionarios, don Arsacio decía: ''Yo no soy político, ni militar ni comunista. En 1955 conocí a Fidel y a Raulito.
''A todos ellos los llevaba a las luchas y a los toros y me decían que no entendían por qué siendo una persona con mi trayectoria, descendiente de don Antonio Vanegas Arroyo, fuera luchador, y les contestaba 'pues ni yo mismo me explico, pero ahí andamos.''
Después, con el triunfo de sus antiguos huéspedes, la familia Vanegas era recibida con honores en la isla.
''Cuando llegamos al aeropuerto de Cuba nos reciben los militares, nos hacen valla, nos meten al protocolo de La Habana; se olvida uno del pasaporte, de maletas, bueno hasta tenemos un guía. Recién que triunfó la Revolución donamos para el Museo de Cuba los catres donde dormían los revolucionarios, la máquina de coser donde se hicieron las charreteras, la taza donde el Che tomaba su mate y varias cosas más", recordaba de aquellos años.
La última vez que visitó Cuba fue en enero de 1997. ''Pero ya no pudo disfrutar nada, porque sufrió quemaduras mientras se bañaba y estuvo tres meses internado", recuerda su sobrino Juan Carlos, mientras don Arsacio recordaba, mejor, los días revolucionarios.