VIERNES Ť 28 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť A cambio de espacio, tranquilidad y aire libre, "vale la pena el peligro de deslaves"

En las barrancas de Cuajimalpa, viviendas y residencias comparten riesgos y beneficios

Ť Servicios públicos y el bando 2 aumentan el valor de la tierra, reconoce el delegado

SUSANA GONZALEZ G.

deslave_cuajimalpaAmbos predios son irregulares. Pero mientras la precaria vivienda, de dos cuartos, de la familia Martínez se desbarrancó el lunes pasado por la lluvia y sus siete habitantes tuvieron que ser trasladados a un albergue, una residencia de tres niveles con jardín, estacionamiento y juegos infantiles permanece firme, metros abajo de la misma barranca, en la colonia Cruz Blanca, una de las 46 zonas de alto riesgo en Cuajimalpa.

El contraste entre ambos tipos de construcciones y habitantes, que se repite en toda la demarcación ?humildes unos, pudientes los otros; cuajimalpenses que llevan décadas de vivir en la zona frente a fuereños que apenas estrenaron casa? no impide que todos compartan riesgos de deslaves e inundaciones, así como caminos de adoquín o pavimento y banquetas, electricidad, agua potable, drenaje y hasta teléfono.

Servicios que en su mayoría no son pagados, dado el carácter irregular de los terrenos, pero que han disparado el precio de la tierra en la demarcación, sin importar que el predio se encuentre al filo de un precipicio o en el borde del río San Borja.

Después de todo, dice la gente del lugar, frente a todas esas ventajas, aunadas al arraigo, el espacio, la tranquilidad y hasta el aire libre, bien vale la pena correr el riesgo de un deslave o una inundación.

"¿Dónde se consigue todo eso? No podría vivir en un departamentito de 40 metros cuadrados, en un edificio de quién sabe qué parte de la ciudad, cuando aquí, en un espacio abierto, ya tengo cien metros de construcción donde vivimos mi marido, mis tres hijos y yo", dice Marina Baltazar.

deslave_cuajimalpa3Ella, como sus tres hermanos, heredó una porción de la antigua parcela de los padres donde levantó su casa, que al paso de los años ha dejado de ser precaria: cimientos, ladrillo, concreto, con todos los servicios, y reforzada lo mejor posible, con asesoría de albañiles o, en el mejor de los casos, de algún ingeniero o arquitecto vecino, e incluso de personal de Protección Civil, que siempre los visita cuando las lluvias arrecian.

Y es que por mucho que se esmeren en utilizar materiales cada vez más resistentes y multipliquen las medidas precautorias para hacer frente al agua, las viviendas modestas no están a salvo de los derrumbes, como tampoco lo están las casuchas de lámina ni las grandes residencias vecinas.

Con todo, la venta de terrenos irregulares en zonas de alto riesgo no ha cesado en Cuajimalpa, e incluso el precio de la tierra se ha disparado a partir de que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, emitió el bando 2 sobre desarrollo urbano.

Al lado de la vivienda que habitaron durante 12 años los Martínez ?ahora "inservible", según dijo José Antonio, miembro de la familia? "el metro cuadrado del terreno colindante costaba 600 pesos hace tres años y ahora cuesta mil 700, y todos los precios aumentaron a partir de 1992, cuando metieron el camino de adoquín. Otro predio de por allá lo venden ya en dólares", señaló una vecina.

El bando 2 está provocando el encarecimiento de la tierra, porque al saber que ya no se va a poblar más la zona, se vuelve exclusiva y compra quien puede hacerlo, reconoce el jefe delegacional, Francisco de Souza. La gente pudiente, asegura, aún representa un mínimo porcentaje entre las 597 familias que viven en zonas de alto riesgo; pero tiene recursos suficientes para hacer su terreno seguro, con muros de contención y técnicas de la ingeniería y arquitectura similares a las empleadas por dueños de las grandes residencias que se vislumbran empotradas en la barranca frontal de la carretera a Toluca.

La delegación podría reforzar el resto de las viviendas, las modestas y precarias, a fin de disminuir los estragos del agua, pero "¿cómo hacerlo cuando son terrenos irregulares? Si invirtiéramos recursos se nos acusaría de desvío de fondos. Por eso necesitamos un plan de desarrollo para cada pueblo de la delegación, para poner orden y regularizar lo que ya existe, proteger la zonas ecológicas y permitir nuevas construcciones, pero con orden y control", dice De Souza.

Por lo pronto, al lado de los caminos enlodados y la tierra ablandada de las barrancas la gente cubre con grandes plásticos y lonas los bordes de los terrenos susceptibles de "partirse" o desmoronarse, y coloca costales con tierra para evitar deslaves.

Las escenas se repiten cada temporada de lluvias: recorridos y advertencias que hacen funcionarios de la delegación y de Protección Civil para recordar a los habitantes que viven en zonas de alto riesgo, así como las declaraciones que los vecinos hacen a la prensa para expresar que no tienen adónde ir y culpar a las autoridades de no hacer nada para evitar las inundaciones.

Pero más que resignación o indolencia, prevalece el convencimiento: "De cualquier manera nos hemos de morir en algún lado, así que preferimos hacerlo aquí", dicen los hermanos Urcid Vázquez, que desde el lunes limpian el patio de su casa, donde cayeron casi 35 metros cuadrados de lodo. Segunda generación en el lugar, Samuel y Odin Urcid ya edifican sus propias viviendas monte arriba de la casa paterna; después de todo, dicen, "hace cinco años que no pasaba nada y aquí vivimos a gusto".