viernes Ť 28 Ť septiembre Ť 2001
Luis Javier Garrido
El miau
El servilismo de los gobiernos latinoamericanos ante la guerra irracional de Washington no sorprende a nadie, pero que México haya abandonado su política exterior independiente y se asuma como "república bananera" de los años 50, ha generado amplio repudio social al gobierno de Vicente Fox y pone de manifiesto, como en todas partes, que los gobiernos no tienen el respaldo de los pueblos para esta guerra.
1. La guerra global que George W. Bush está iniciando en los planos militar, político y financiero, no busca combatir el terrorismo, sino recomponer el dominio del capital trasnacional en el planeta, empezando con criterio geopolítico por el heartland del continente asiático, visto antes como mercado potencial. De ahí que sea una guerra de EU contra el Islam (aunque se argumente que no), contra los países más desposeídos (aunque los gobiernos de éstos pretendan ignorarlo) y contra los derechos fundamentales de todos. Es la guerra de Washington contra los pueblos, en nombre del neoliberalismo, de ahí la gravedad.
2. Los objetivos estratégicos de la rebautizada Operación Libertad Duradera no se ocultan. Lo que se pretende en realidad es: a) recomponer la hegemonía militar y política de EU en el mundo, b) establecer gobiernos peleles en países islámicos, de Irak a Afganistán, a fin de controlar directamente los recursos petroleros y otras materias primas; y para ello c) se pretende criminalizar a diversos Estados, organizaciones de liberación nacional, entidades gubernamentales y hasta empresas privadas bajo la acusación de terrorismo, y d) ejercer un chantaje a gobiernos de otras latitudes, en especial a los de América Latina, para someterlos más. Todo lo cual implica e) abandonar oficialmente el orden jurídico internacional -edificado pacientemente en la segunda mitad del siglo XX- para f) establecer el "orden neoliberal" del siglo XXI en lo financiero y lo político. La sumisión de los gobiernos latinoamericanos a esa política constituye una miopía histórica y un atentado contra sus pueblos.
3. El discurso de Bush al Congreso (20 de septiembre), desconociendo el orden jurídico internacional y los principios que sustentaron la fundación de EU, constituye el inicio de este proyecto madurado en el último lustro, y que ahora encuentra el pretexto para lanzar una nueva escalada. La decisión de los congresistas de conferir poderes supraconstitucionales a Bush para hacer la guerra contra cualquier país y sin motivo real, aplaudida obcecadamente por gobernantes irresponsables, como el presidente mexicano, aunada a las decisiones que han ido avalando los órganos de gobierno estadunidenses para suprimir derechos civiles (sin que exista un estado de suspensión de derechos individuales) y su amenaza de avanzar en esa dirección, cancelando garantías para proceder a arrestos indiscriminados, confiscar cuentas bancarias y limitar el derecho a la información, no son más que signos ominosos de la pendiente hacia la que se dirige la nación estadunidense, ante la ceguera de quienes la gobiernan.
4. ƑQuién podría aceptar en el siglo XXI la tesis que esgrime el Departamento de Defensa, elaborada por el subsecretario Paul Wolfowitz, en el sentido de que EU se considera por encima del derecho internacional si sus intereses vitales se hallan en riesgo?
5. La conciencia crítica estadunidense no acierta a entender las dimensiones de lo que acontece y esto no hace más que ahondar la brecha entre estadunidenses y el resto del planeta. La periodista Barbara Probst Solomo parecía querer preguntarse en El País (24/09/01) , sin acertar a hacerlo, cuándo extraviaron el camino. O, en otras palabras, cuando se jodió para siempre el capitalismo estadunidense y trasnacional, aunque parece querer reconocer que fue cuando todo se subordinó a los intereses de los grandes consorcios, incluyendo instituciones públicas y los derechos de la nación.
6. Los gobiernos del continente no tienen argumentos para justificar su respaldo a políticas violatorias del orden internacional y es el caso de México. Al afirmar el canciller Jorge G. Castañeda ante legisladores (26/09/01) que México respalda una guerra contra no se sabe quién porque las resoluciones de la OEA y del Consejo de Seguridad constituyen, según él, un orden jurídico obligatorio para nosotros, demuestra profunda ignorancia, que podría subsanar leyendo el artículo 133 de la Constitución.
7. Menos válido sería el otro "argumento" que esgrimió en el sentido de que de no subordinarnos a Washington imcumpliría el TLCAN y otros acuerdos (que de hecho ya no respetan), pretendiendo que para que se observen tratados y acuerdos entre Estados se requiere la subordinación política. Como tampoco es aceptable la expresión que utilizara ese mismo día ante la radio: "no se puede mamar y dar de topes", sugiriendo que el gobierno foxista recibe privilegios inconfesables de Washington.
8. Las reiteradas muestras de subordinación de Fox a la Casa Blanca, que rayan en la abyección, anuncian que está dispuesto a obedecer las directrices centrales del discurso de Bush del día 20 y utilizar la crisis bélica para profundizar su política en todos los órdenes, lo que iría desde justificar nuevos fraudes financieros y su alianza con el narcosalinismo, hasta la cancelación de programas sociales o supresión de derechos fundamentales, acusando de "terroristas" no sólo a opositores, sino a integrantes de cualquier movimiento social. Y sobre todo para exigir un sometimiento de las fuerzas políticas y sociales en nombre de "la unidad nacional".
9. El desafío para América Latina es hacer prevalecer la razón sobre la fuerza, y el derecho sobre las pretensiones de unos cuantos que a toda costa buscan salvaguardar sus prerrogativas. La nueva guerra lleva a una definición de enorme trascendencia para el futuro del siglo XXI, por eso resulta más deleznable la actitud de los gobernantes entreguistas del continente, que en plena impunidad y sin ningún freno anteponen sus intereses de grupo a los derechos nacionales. No es de extrañar que en México los legisladores del PRI, que en el Congreso simularon discrepar de la postura entreguista de Fox, días después fueran a ofrecer sus servicios al embajador Jeffrey Davidow, y en un acuerdo con éste pactaron trabajar sobre "nueve medidas claves" para responder a las exigencias de Estados Unidos.
10. El desfase entre los gobiernos y los pueblos ha marcado desde su origen este conflicto y es la sociedad la única fuerza que puede evitarlo.