viernes Ť 28 Ť septiembre Ť 2001

Horacio Labastida

El terror de ayer y el de hoy

Kurt H. Wolf y Barrington Moore Jr. editaron en Beacon Press, hacia 1967, un conjunto de ensayos en honor del eminente filósofo Herbert Marcuse (1898-1979), el autor de One Dimensional Man (1964), obra en la que se denuncia la catástrofe que implicaría el nacimiento de la sociedad sin oposición, que trata de modelar el Estado avanzado al inducir una general parálisis de la razón. El texto de Beacon Press, The Critical Spirit, dividido en cuatro partes, es ejemplo de lo que connota la inteligencia cuando asume con plenitud sus facultades críticas, radicalmente opuestas a la supeditación del pensamiento al poder más poderoso de todos los poderes: la mezcla consustancial del poder económico y el poder político cuyos efectos opresivos ya se perciben, magnificados, en el nuevo milenio. Hacer del Estado un instrumento impositivo de la verdad y del bien únicos, según las elites dominantes, avasallando la disensión y restringiendo en todas sus formas las expresiones de la libertad, significa reproducir una vez más lo que la cultura moderna ha condenado como absolutismo inadmisible. El cambiar las libertades logradas durante siglos de lucha contra privilegios y fueros, por la restructuración de formas feudales al servicio del capitalismo salvaje, como lo intentó Hitler entre 1933 y 1945, es alentar el reculamiento del hombre a su primaria condición animal. Y a pesar de que esta perspectiva parecería imposible en la conciencia del hombre honesto, las crisis de hoy abaten las esperanzas de una justicia común y abren las puertas sin pudicia a la lógica de la ganancia y la acumulación de riqueza como único camino posible, incluyendo para esto el terrorismo de Estado.

ƑEl terrorismo de Estado y el terrorismo civil son modos de violencia que de algún modo auspician la civilización y debilitan la barbarie? En The Critical Spirit, E.V. Walter, que profesara en la Universidad de Boston, se ocupó de analizar las políticas terroristas desde Montesquieu hasta Saint-Just y Robespierre, al instituirse el terrorismo, en 1793, durante la Revolución Francesa. El 5 de septiembre de este año, la Convención decretó: "terror es el orden del día", pues se había convenido en que era el camino de alarmar al pueblo y obligarlo a salvarse por sí mismo. Ya con anterioridad Montesquieu, en De l'spirit des lois (1748), había hecho notar que sólo en el régimen despótico resulta consistente el terror con la política gubernamental, y agrega que si el objeto del terror es la tranquilidad, la verdad es que ésta no es la paz, y sí el silencio que se logra en las ciudades que el enemigo está pronto a invadir. El terror elimina resistencia, prevé desórdenes y mantiene estáticas y reunidas las áreas que un gobierno despótico organiza bajo su mando, puesto que independientemente de la corrupción implicada en el terror, el déspota asegura la permanencia intacta del sistema, admitiendo desde luego el principio de que "ningún gobierno es perfecto". Saint-Just y Robespierre fueron adelante al ocuparse de la función y los límites del terror, al concluir que una vez derrotada la monarquía, el gobierno revolucionario tendría que batallar contra sus enemigos e iniciar el terror con el propósito de suprimir a los contrarrevolucionarios, extendiéndolo a toda resistencia activa o pasiva y deponiendo a las clases hostiles, sus bases económicas, y fortaleciendo a los sans-culottes, bases del gobierno republicano. Así el terror de Estado sería la inauguración de la sociedad republicana. Ahora bien, Ƒcuáles fueron las consecuencias de la era del Terror? No la democracia ni la república y sí el imperio absolutista de Napoleón I. Es decir, el terror del Estado contra el terror civil o de otro Estado no lleva a la libertad; por el contrario, gesta, amplía, difunde la sumisión del hombre por el hombre. Y si hemos traído el clarividente caso de lo que ocurrió entre junio de 1793-julio de 1794 en Francia, año este en que fue decapitado Robespierre (julio 27), es porque aquellos hechos arrojan luz sobre el terrorismo que ha iniciado Washington contra el terrorismo que se atribuye a Osama Bin Laden, posiblemente refugiado en Afganistán. El pasado es confirmado por el presente. Las matanzas estadunidenses en Panamá, los sufrimientos yugoslavos, todos estos hechos no han agregado un milímetro de libertad al mundo y sí hartos sufrimientos. Vale entonces preguntar, Ƒla inminente destrucción de Afganistán traerá algo positivo al siglo XXI? La respuesta es obvia, šno!, de acuerdo con la historia en la mano.