VIERNES Ť 28 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Propone establecer nuevas políticas de apoyo

Revisar el TLC en materia agrícola, pide la arquidiócesis de Morelia

JOSE ANTONIO ROMAN

Sometido a la salvaje ley de la oferta y la demanda, esquilmado por el intermediarismo y relegado por las ineficaces y casi inexistentes políticas públicas, el campo mexicano enfrenta un gravísimo problema que arrastra a millones de campesinos que dependen de él y que viven en la miseria, afirmó la arquidiócesis de Morelia.

Ante esta situación, que desde hace varias décadas se profundiza cada vez más, la instancia eclesiástica plantea la necesidad de revisar el Tratado de Libre Comercio en lo referente a la producción agrícola, establecer nuevas políticas federales de subsidio económico y tecnológico, difundir tecnología agrobiológica, diversificar cultivos y elevar el nivel educativo de los campesinos.

''El Procampo no basta, además de que pertenece a un modelo político caduco. Hay que acompañar a los campesinos con reformas legislativas y nuevos modelos de organización e inversiones en el campo para integrarlos a los nuevos procesos'', señaló.

En un análisis publicado en su página de Internet, la arquidiócesis de Morelia aborda de manera muy amplia la situación del campo, justo en este momento electoral donde los candidatos a gobernador debaten sobre el tema. ''Desde hace varios sexenios se planteó la necesidad de que la autoridad buscara estrategias para mejorar las condiciones laborales y productivas de la región, y que los productores se dedicaran ciento por ciento a cosechar calidad y rendimientos; estas demandas, lamentablemente, siguen siendo las mismas en cualquier Informe de gobierno'', indica.

La arquidiócesis lamenta que los campesinos y pequeños productores, a los que identificó como David, se enfrenten irremediablemente a Goliat, en forma de grandes empresas como Gerber o Del Monte, las cuales también fijan el precio de los productos. Así, los productores de maíz, trigo, frijol y sorgo han visto mermada su productividad, mientras la agroindustria basada en la producción de hortalizas, destinadas fundamentalmente a la exportación, se desarrolla prósperamente. Sobre este punto, la Iglesia también criticó que las políticas estatales alienten esencialmente a los grandes capitales que se encuentran en el campo.

Incluso, reconoce, la reforma agraria provocó una más amplia distribución de la tierra, y aunque tuvo desde el principio fallas estructurales y fue manipulada políticamente, muchos de los campesinos mejoraron notablemente su nivel de vida. Todavía hay ejidatarios que añoran los tiempos dorados en los que levantaban muy buenas cosechas, dice.

La arquidiócesis concluye que hoy, pese a todo lo que se diga que se ha hecho y se hace por el campo, muchas tierras están abandonadas o se siembran parcialmente. Miles y miles de campesinos de Michoacán y de todo el país son arrancados de sus hogares y obligados, por las circunstancias, a viajar el norte para trabajar en tierras de otros con la ilusión de cosechar, ya no hojas verdes, sino billetes verdes. Otros, que también dejan su tierra, engruesan los cinturones de miseria de las grandes ciudades.