Ť Ante la falta de alternativas el mundo está a la deriva, asegura el sociólogo
Los atentados y la "nueva guerra", comienzo del derrumbe del viejo orden mundial: Wallerstein
Ť Sugiere a zapatistas y antiglobalizadores moverse con cautela, y un bajo perfil algunos meses
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 26 de septiembre. Los ataques terroristas y la "nueva guerra" declarada por Estados Unidos no forman parte de un nuevo conflicto, sino de expresiones de un conflicto en torno al mundo musulmán en particular y un desmoronamiento del sistema mundial en general, sostiene el sociólogo Immanuel Wallerstein en entrevista con La Jornada.
El reconocido intelectual comentó que el conflicto entre Estados Unidos y las diversas fuerzas y sus manifestaciones en el mundo musulmán no comenzó el 11 de septiembre, y que a pesar de que se insiste en que estamos frente a algo "nuevo", la dinámica de esta situación particular es parte de una larga serie de eventos.
Pero además, señaló, el contexto
para la declarada "nueva guerra" tampoco es nue-vo, más bien es
el "desmoronamiento del viejo sistema mundial", que tiene dos vertientes
a nivel mundial: una, la crisis que se agudiza en la acumulación
de capital; la otra, "el colapso de la vieja izquierda".
Para Wallerstein, director del Braudel Center de la Universidad
Estatal de Nueva York en Binghamton, los que manejan el sistema económico
estadunidense se han pasado durante los últimos 10 años "po-niendo
el dedo en el dique".
Pero los propios capitalistas ya se están cansando de los riesgos, aunque no cuentan con alternativas, por lo que se dedicaron a la actividad especulativa a lo largo de la última década, y ahora eso parece estancarse.
"Pero la otra cosa, y lo que le da fuerza a un tipo como Osama Bin Laden, es el co-lapso de la vieja izquierda. El saudita es la secuela del hecho de que los movimientos de liberación nacional no han producido, y los partidos comunistas no han producido... una reducción de la polarización del sistema mundial, que era lo que básicamente habían prometido, una nueva clase de mun-do", consideró Wallerstein.
Esta "polarización económica, social y demográfica es parte de una sola cosa": los pueblos perciben la polarización económica, y cómo se ha incrementado entre países y dentro de las naciones, con algunas ex-cepciones, durante los últimos 30 años.
Afirma que "las cifras se incrementan y la gente lo ve, ¿pero a quién culpa? Claro que culpa al capitalismo en general, pero ya no cuenta con la esperanza de que una solución es poner a los buenos en el poder, cambiar el sistema; es lo que ha estado ocurriendo desde la Segunda Guerra Mundial".
"Y ahora ya no lo cree, ¿y entonces hacia dónde mira? No sabe dónde buscar. Los Bin Laden del mundo ofrecen una respuesta; un retorno a la fe de ellos".
Eso se le ofrece a la gente, y actúa "como resultado, en parte, del colapso de la fe en que en el futuro las cosas mejorarán definitiva e inevitablemente. La gente ya no tiene más esa fe secular".
Wallerstein subraya que la izquierda contaba con esa fe a nivel mundial entre 1945 y 1970, como también antes de varias formas, ya que "todas estas organizaciones políticas tenían, de verdad, un apoyo masivo... y lo han perdido".
Considera el caso de Sudáfrica como el movimiento popular más reciente que llegó al poder: "Han generado resultados en el objetivo de corto plazo, un gobierno que tiene a su propio pueblo en el poder, pero no han podido generar de forma significativa un mejoramiento de las condiciones económicas básicas o transformar el sistema mundial de forma fundamental, y eso es lo que prometieron".
Con ello están perdiendo el apoyo y la fe del pueblo. Lo mismo ocurrió hace 20 años con el Frente de Liberación Nacional en Argelia, y en otros lugares, señaló.
Como resultado de la carencia de alternativas reales, más allá de "mejores versiones" de las propuestas aceptadas, y la falta de un apoyo masivo, la gente está a la deriva, incluso en Estados Unidos.
"A lo que voltea (esta gente) en Estados Unidos es a la bandera y al patriotismo, y eso la sostendrá por un periodo corto, hasta que mueran más. Estas son respuestas de fantasía. Si todos cantan God Bless America la situación se resolverá, si todos oran en un templo musulmán los viernes la situación se resolverá. Uno puede creer en eso hasta cierto punto, hasta que se vea que tampoco está resolviendo el problema".
Sobre la respuesta inmediata de fuerzas progresistas a la declaración de una "nueva guerra", Wallerstein consideró: "Claro, to-dos estarán paralizados durante los primeros seis meses. Los senadores demócratas están paralizados, el movimiento de paz está paralizado... toda la oposición al escudo antimisiles desapareció... porque todos en este momento sienten que deben demostrar que no pueden tolerar lo ocurrido en las Torres Gemelas. Y eso es muy entendible, aun el movimiento antiglobalización estará en apuros durante los próximos seis, ocho, o 10 meses. No podrán continuar como es-taban (las manifestaciones y las acciones directas) porque serán desacreditadas, y los manifestantes serán arrestados".
Wallerstein señaló que, debido a lo sucedido, para los movimientos populares dentro y fuera de Estados Unidos la mejor opción, tal vez, es "moverse con cautela" y mantener bajo el perfil durante los próximos meses.
Lo anterior sería su sugerencia tanto para el movimiento antiglobalizador como para grupos como el zapatista en México, no sólo por lo ocurrido en las Torres Gemelas y el Pentágono, sino por el hecho de que se combina con una crisis económica que aún no se sabe qué impacto político tendrá tanto dentro como fuera de este país.
Una vez que transcurra el impacto inmediato de los atentados en Nueva York y en Washington, los movimientos progresistas podrían tener una oportunidad para elaborar lo que se necesita, una alternativa, estimó por último Wallerstein.