MARTES Ť 25 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Por su nombre es el título de su novela más reciente

La necesidad íntima del texto superó a la miniprosa: Uribe

CESAR GÜEMES

El escritor Alvaro Uribe decidió llamar a las cosas y a su más reciente novela Por su nombre, que acaba de entrar en circulación bajo el sello Tusquets. Descripciones explícitas de encuentros sexuales, minuciosidad en la construcción interna de sus personajes y una cantidad de capítulos que casi ocupa cada uno de ellos una de las 300 páginas que conforman la obra son las características principales de este trabajo realizado por un miniaturista de la prosa que decidió llenar con letra menuda un mural.

-Es evidente la minuciosidad de la prosa en tu nueva novela. ƑQué tipo de vida dirías que refleja?

-Viene de mi formación: empecé a escribir como cuentista e incluso antes era como miniprosista. De forma previa a tener una historia qué contar, me nació el amor por las frases, los adjetivos, los puntos y las comas. Poco a poco he acumulado experiencia y se ha desarrollado la necesidad de ampliar mis relatos, aunque espero no haber perdido ese afán de perfeccionismo, el cariño por la palabra impresa. Sin exagerar, soy capaz de hacer ocho o diez versiones de cada párrafo antes de pasar al siguiente. Así hice esta novela, muy poco a poco, lo cual me permitió revisarla mucho más. Por cierto, no conozco otra manera de escribir. Y si bien todo el texto ha pasado por rescrituras muy numerosas tampoco quiero decir que esté libre de errores o torpezas.

Conservar el intento de brevedad

-Es posible pensar que luego de haber escrito varios libros, como es tu caso, se adquiere una cierta velocidad para el trabajo literario, pero parece que no necesariamente es así.

-En efecto. La única diferencia que para mí es sustantiva entre este nuevo libro y los anteriores es que le he podido dedicar más tiempo que a los demás debido al apoyo del Sistema Nacional de Creadores. Hice a lo largo de cuatro años dos sesiones de escritura al día. En mi caso en particular es difícil que uno aprenda a escribir mejor. Lo único que podría hacer con el aprendizaje que me otorgó escribir Por su nombre sería la posibilidad de hacer otra que se llamara igual y contuviera lo mismo. Me doy cuenta que a lo largo de mi vida, con este sistema de trabajo, conseguiré escribir no muchos libros, y es por eso que trato de llevarle la contraria a los anteriores en cuanto a recursos estilísticos. Trato de ser siempre enteramente distinto.

-ƑCómo alguien dedicado a la miniatura se dedica a trabajar en una novela de casi 300 páginas?

-La historia misma lo fue exigiendo. Es la primera vez que me ocurre con tal nitidez que los personajes mismos, al entrar el contacto conmigo, al comenzar a moverse en la página, fueron ampliándose y requiriendo un espacio más grande que el original. La novela al principio fue un cuento que nunca llegué a terminar precisamente porque iba incrementándose. Llegué a escribir unas 80 páginas manuscritas, una constante en mi manera de trabajar y sólo entonces me di cuenta que el texto era más complejo y más extenso que lo planeado. Tuve que volver a empezar. Entre otras cosas, me desterré de la historia: el cuento estaba narrado en tercera persona y lo que más sobraba era ese recurso; a cambio le cedí al personaje Artigas contar su propia historia. Así que no fue el azar sino la necesidad íntima del texto lo que me fue llevando a escribir más y más.

-La lectura de Por su nombre resulta fluida entre otras cosas porque hiciste caber casi 200 capítulos en 300 páginas.

-Eso obedeció a varias razones. Una es que ya iniciado como ejecutor de textos muy breves el salto a empresas más amplias siempre es difícil. De ahí la profusión de capítulos.

''Y corresponde también a una necesidad de la novela: la historia se entrecorta por la nostalgia, la reflexión, el arrepentimiento. El narrador Artigas lo hace con cierta duda, con interrupciones.''

-Los escritores de tu generación comienzan a interesarse de nuevo por la novela en donde exista movimiento más que reflexión. Tú insistes en la obra que profundiza en sus personajes.

-De hecho traté de combinar las dos vertientes. El personaje fue una de las razones, casi la principal, de la que me desterré de la historia porque hubiera sido pedirle demasiado al lector que creyera en un narrador que cuenta intimidades escabrosas. La única forma de conseguirlo era que el narrador viviera los hechos.