Ť Al no aplicarse el reglamento taurino, las corridas resultan un fraude: Rivas Monroy
El circo del torito, la estocada a la fiesta brava
Ť La Benito Juárez quiere descargar su responsabilidad, afirma el comisionado honorario
MARIA ESTHER IBARRA
El circo del torito, como llaman ya a la fiesta taurina, es la estocada que está a punto de dar muerte al toreo mexicano. Matadores zacatones a lidear toros de "verdad" y los "capotazos" de las autoridades delegaciones de Benito Juárez para no aplicar el reglamento taurino han generado que, a la vez, las corridas sean un fraude hacia el respetable, asegura Pedro Rivas Monroy, integrante de la Comisión Taurina del Distrito Federal.
"Las plazas se han convertido en grandes cantinas, pues la gente se dedica a beber ante ese circo en que ha degenerado la fiesta brava mexicana, carente de matadores, figuras importantes", lamenta en entrevista. Agrega: "El toreo no es sólo dar capotazos, pasodobles o lucirse. El arte del toreo estriba en el arrojo y el grado de peligrosidad del animal".
Al comisionado Rivas Monroy le duele decirlo, pero resalta que los toreros aprendieron del mandón Manolo Martínez a querer sólo torear animales a la medida, es decir, de menos de 450 kilogramos y cuatro años de vida, por su miedo a cornadas y embestidas por el peso del animal. "Aun cuando Manolo era Manolo, y que los martinistas se molesten, él propició la muerte de la tauromaquía mexicana, pues actualmente hasta los novilleros otrora entrones, con ganas de triunfo y entrarle a un buen toro, se echan para atrás".
Decepcionado, como muchos otros aficionados, lamenta que el arrojo y valentía de los grandes matadores de la época de oro sean añorados frente a la actual situación del toreo mexicano que, día a día, "languidece en un círculo vicioso en donde matadores, ganaderos, empresarios y autoridades delegacionales se echan la bolita para revivir la fiesta brava que ha devenido en ese circo del torito por la imposición de los toreros de lidiar prácticamente de becerros.
Magistrado del Instituto Electoral del Distrito Federal, comisionado honorario de Normatividad de la Comisión Taurina del Distrito Federal, Rivas Monroy explica que el peso de 450 kilogramos y cuatro años de vida de las reses determinan si tiene trapío, estampa y bravura para ser considerados toro de lidia, tal como exige el reglamento taurino.
Requisitos cuyo cumplimiento deben vigilar en este caso las autoridades de la delegación Benito Juárez -donde se ubica la Plaza de Toros México- antes y después de la corrida. Sin embargo, dice, quieren descargar esa y otras responsabilidades en la Comisión Taurina cuando nosotros no tenemos esas facultades para ello".
Explica que a la actual comisión -entró en funciones en febrero pasado-le heredaron el problema de casi ocho exámenes post mortem de toros lidiados. Estos carecieron del control del peso previo por los veterinarios de la delegación, cuyas autoridades también han "puesto obstáculos para entregar la documentación respectiva", dice Rivas Moroy.
Aclara que la Comisión Taurina no pretende ser la espada de Damócles de la tauromaquía mexicana, sino que la fiesta brava se realice conforme a los cánones, pues ahora lo único que hace es ahuyentar a la afición. La Comisión Taurina analiza los expedientes de ganaderos cuyos toros al parecer incumplieron requisitos, entre ellas las de Carbonell e hijos, Garfias, los Martínez y San Lucas.