Lunes en la Ciencia, 24 de septiembre del 2001



 

Helia Bravo Hollis a sus 100 años

Abraham Rubluos Islas

Es sabido que nuestro país no es especialmente rico en habitantes longevos; cuando pensamos en personas centenarias nos situamos en países como Rusia o India, existen informes de que en Serbia se han registrado comunidades particularmente notables de ancianos que fácilmente han rebasado los 100 años.

Cumplir 100 años no es tarea fácil y es frecuente encontrar que mucho antes de llegar a esa edad, algunas personas ya no disfrutan, no viven, arrastran la vida.

Por esta razón, cuando conocemos o encontramos a alguien que cumple 100 años en plenitud mental y psíquica debemos detenernos a meditar y sobre todo a observar y absorber la savia que en estas personas casi inevitablemente fluye y así enriquecernos con su experiencia.

cactusCumplir 100 años y al cumplirlos alguien con voz clara, firme, con una convicción que inspira, responde puntualmente a pregunta expresa acerca de cuál es su mensaje para las nuevas generaciones: "que los maestros enseñen con amor a sus alumnos y que a su vez les inculquen ese amor por la naturaleza y por la preservación de la vida en el planeta". Quien habla así, con lucidez completa y entusiasmo propio de quien ha disfrutado y ama intensamente la vida es la doctora Helia Bravo Hollis, quien este 30 de septiembre cumple 100 años. Cactóloga eminente, profesora emérita de la UNAM reconocida y admirada nacional e inter- nacionalmente por su trabajo monumental Las cactáceas de México editado por primera vez por la UNAM en 1937 para después reditarse en tres enriquecidos y expléndidos volúmenes en 1978 y 1991 con la colaboración de don Hernando Sánchez Mejorada, cactólogo y caballero de inolvidable memoria para todos los que tuvimos la fortuna de conocerlo.

Bravo Hollis ejerció la diaria práctica apostólica de la mejor enseñanza que se puede dar, la del ejemplo, recorriendo el país colectando, estudiando, disectando amorosamente las cactáceas de México para después vertir esa enorme riqueza intelectual en las frescas mentes de los jóvenes. Las cactáceas constituyen sin duda el paisaje de México, casi se diría, botánica y físicamente hablando, la marca de nuestro país, más aun, social, cultural e históricamente se han plasmado en símbolos que caracterizan el espíritu de lo mexicano: nuestro escudo nacional y el de la UNAM, por mencionar sólo dos casos. Cumplir 100 años y al cumplirlos ser capaz de recordar con emoción y alegría miles de jornadas caminando por las agrestes zonas donde viven y dan vida las cactáceas al paisaje mexicano, ver la belleza donde otros sólo ven espinas, regocijarse en la sorprendentemente maravillosa diversidad y capacidad de adaptación de estas plantas.

Cumplir 100 años y recordar con gratitud el haber vivido una etapa maravillosamente importante de la historia contemporánea de México; con un gigante llamado Vasconcelos encabezando la lucha contra el verdadero enemigo de nuestro país: la ignorancia y la incultura, haber formado parte de aquel ejército de grandes que lo mismo asaltaron nuestros más selectos muros para dejar plasmados mensajes trascendentes de mexicanidad y humanismo no sólo de pan, sino de saber, haber vivido en épocas en que una mística de renovación y encuentro con la patria era el común denominador de un pueblo que se levantaba, para ir por ahí a golpes de sacrificio, sudor y renuncia, forjando patria.

Cumplir 100 años y tener clara conciencia de la huella dejada, abrir la alforja de caminante y desparramar pródigamente la ubérrima vendimia, es ciertamente una herencia que todo mexicano bien nacido debe reconocer agradecer e imitar. Esos son los caminos que en nuestro diario deambular debemos transitar, tener presente como lo acotó nuestro Alfonso Reyes: ser buen mexicano es ser buen químico, buen abogado, buen biólogo. Cumplir 100 años querida maestra Helia Bravo, cumplir 100 años así, son una bendición que nos emociona y nos compromete.

Felices 100 años maestra.

El autor es titular del Instituto de Biología de la UNAM


Inicio