LUNES Ť 24 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Torpe estímulo de la empresa a dos novilleros triunfadores

Téllez y Lizardo hicieron lo imposible por complacer a 500 ateridos fieles

Ť Tendidos vacíos, fuerte aguacero, ganado manso y malinchista oreja a Antonio Saavedra

LEONARDO PAEZ

Ante la cotidiana violencia visual, auditiva, intrafamiliar, de explicable pero eficaz terrorismo y de las subsecuentes venganzas infinitas del imperio burlado que padecemos o atestiguamos, Ƒen dónde colocar la supuesta violencia generada por el espectáculo taurino?, Ƒa qué protectores de mascotas y ecologistas de banqueta explicar que la mansedumbre -en bestias y en hombres- excluye el riesgo, la emoción y la esencia de la tauromaquia?, Ƒqué funcionarios del cambio justificarán las toneladas de publicidad televisiva que insulta la inteligencia y fomenta la agresividad más que el consumo?

En medio de tan agobiante confusión, mejor pongámonos como taurinos.

En la undécima novillada de la temporada -novena organizada por los empresarios de la Plaza México- se lidió un encierro de Armilla Hermanos que, fiel a su prolongada trayectoria, volvió a acusar las consecuencias de la excesiva mezcolanza de simientes, así como la inocultable personalidad de sus criadores: discretos de cabeza, disparejos de presentación, débiles de remos, repetidores pero sosos, con buena presencia pero mal estilo, voluntariosos pero mansos en general y usufructuando un apodo ilustre al que nunca pudieron hacer honor.

Antipolítica promocional

Más tarde o más temprano habrán de aflorar en la historia de la fiesta de toros en México los inconfesables criterios de algunos seudoempresarios taurinos al hacer como que promovieron el candoroso espectáculo, con unos resultados artísticos y de atractivo inversamente proporcionales a las utilidades obtenidas.

De otra manera no se entiende que dos novilleros que llamaron poderosamente la atención en sus actuaciones anteriores en la Plaza México, sean estimulados por la empresa con un encierro de probada falta de garantías como el de los hermanos Armilla.

En este deslavado serial novilleril, Ƒlos metidos a empresarios cuándo piensan invertir en reses de ganaderías comerciales, es decir, de entra y sal, propicias para el lucimiento facilón de los consagrados o en vías de serlo? ƑLas anteriores hombradas del tapatío Mauro Lizardo y del guanajuatense Israel Téllez no fueron suficientes para ponerlos con ganado menos indefinido? ƑAsí piensan estos promotores hacer ambiente para la próxima temporada grande, a base de Hermoso, Ponce y El Juli? Un protector de animales y un ecologista no lo habrían hecho peor.

Vuelven los mexhincados

Mexhincado es el aficionado que magnifica lo hecho por un torero español por ser español, antes que por ser bueno, y devalúa lo hecho por un mexicano por ser mexicano, antes que por ser malo. Rigorista con los de casa y benévolo con los de fuera, acusa el síndrome de la matriz insuficiente, del espejo por desenterrar o de la historia de amor no correspondido con la indiferente madre patria.

Luego de su magnífica actuación en la quinta novillada, Israel Téllez volvió a evidenciar su torerismo en dos faenas de verdadero mérito. La primera al débil Capitán que abrió plaza, del que se deshizo de gran estocada por la que nadie pidió oreja, y la segunda a Grande -švaya encierro que empresa y ganaderos pensaban endilgarle al público como corrida de toros en el primer jueves taurino!-, al que le colgó dos emocionantes pares y sujetó en importantes derechazos hasta ser cogido y recibir un puntazo en el muslo derecho. Luego dedibujo toros pinchazo y estocada, escuchó tibias palmas.

Lizardo tampoco merecía tan siniestra oportunidad luego de su heroico desempeño, hace dos domingos, en la primera de las novilladas organizadas por Telmex, pero está visto que mientras unos quieren hacer fiesta, otros quieren hacer que desaparezca.

Mauro y la lluvia se entienden bien. En todo caso, en medio de un diluvio volvió a dar muestras de su afición y entrega. A su primero, Bagre, quizá el menos malo del encierro, lo veroniqueó con quietud, banderilleó con verdad y estructuró un trasteo derechista con hondura y emoción. Culminó su labor con una estocada desprendida que bien merecía la oreja, y pudiéndose dar la vuelta, pundonoroso prefirió agradecer en el tercio. Con su segundo Lizardo, resentido ya de un tobillo, lo intentó todo, fue lastimado en el otro tobillo, cubrió los tres tercios y demostró ser el novillero con más entrega de todo el deslucido serial.

Por su académica parte el sevillano Antonio Saavedra tuvo una actuación adecuada, es decir, con técnica pero sin sello, solvente pero sin emocionar. La estocada de efectos rápidos a su segundo hizo que el mexhincado juez Lanfranchi soltara generosa oreja. Pero de eso a trascender hay un buen trecho.