LUNES Ť 24 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť En su espectáculo circense, la intérprete recorrió ritmos y letras de Gabilondo Soler

Eugenia derrochó voz y buen humor para miles de fans del Grillito Cantor

Ť El rey de chocolate, La muñeca fea, El baile de los muñecos y Dí por qué abuelita, entre otras canciones, sonaron en el Auditorio Nacional para la diversión de los niños y deleite de sus padres

FABRIZIO LEON DIEZ

Un manto de felicidad cubrió a miles de niños y a sus padres por una hora, al oír y ver representadas las canciones más famosas de Francisco Gabilondo Soler. Las historias y ritmos de Cri Cri en voz de Eugenia León y un extraordinario grupo de músicos y actores inundaron de buen humor y recuerdos las instalaciones del Auditorio Nacional, prácticamente lleno de fans -de todas las edades- del Grillito Cantor.

Respetando los arreglos del músico, astrólogo y boxeador, Gabilondo Soler, Eugenia León mostró sus dotes de magnífica cantante y llevó de la mano a todos los asistentes por los recuerdos más lejanos de la infancia; hizo olvidar por una hora (sólo una pequeña y extendida hora) todas las preocupaciones que nos han rondado por la cabeza en estos últimos días.

A las 12:15 horas un potente aplauso se produjo cuando se anunció la tercera llamada. Un niño muy pequeño al ver que se apagaba la luz y se oía el sonido de los grillos, similar a aquel que salía de la radio a las seis de la mañana cuando en la XEW comenzaba el programa de Cri Cri, antes de salir al colegio, dijo a su padre: "Mira apá... son lombrices verdes que vuelan". ƑCuáles lombrices, mijo", contesta el padre... eran las varitas fluorescentes que los pequeñines agitaban para recibir al espectáculo circense.

Llegaron las vocales

Ahí viene la A, cantó de principio, Eugenia León, ataviada como amazona, con su falda tipo tu-tu y zapatillas de ballet. Le sigue la E, y los payasos de su compañía componían con unas escaleras la figura de la letra, mientras otros pasaban por en medio. Y llegó la U, mientras daban vuelta a la cuerda con que siempre saltas tú.

Entonada y con excelente dicción, la intérprete de los recuerdos tenía en vilo a los niños y sus padres, que desde sus asientos y con la vista fija, no dejaban deeugenia-2 seguir, con susurros, las canciones. Pero el capataz del circo, un anunciador enorme, en zancos, y de mal humor, quería un escenario limpio y ordenado, así que exigió a la amazona León que "cabalgara por las canciones", así que salió a relucir El rey de chocolate, aquel que tenía amargo el corazón. Corrían de un lado para otro La Princesa Caramelo y el Marqués de Piloncillo...

Si Eugenia León ha transitado por todos los géneros de la canción en forma, por demás, notable, interpretando las rolas de Gabilondo Soler viene a complementar su repertorio y la convierte en verdadera amazona de la melodía y el ritmo.

El actor Alejandro Calva, interpretando al dueño de la carpa, dice a sus actores que "los sueños sucios se pueden convertir en pesadillas", no sabemos a cuenta de qué lo dijo, pero fue al final de aquella canción en la que el autor de Cri Cri vio en un oficio, un sueño alucinante: Pobre zapatero/ ya no puede trabajar/ porque a sus zapatos les dio por bailar. Tan, tan.

El oficio de teatrera

Otro oficio, el de teatrera, es el de Jesusa Rodríguez, quien con dos escaleras, una enorme sábana blanca, globos y una red, resolvió la puesta en escena, en forma por demás notable y sencilla. Con esos recursos y las luces, improvisó una balcón donde la niña Esther, desde lo alto canta y busca un príncipe azul: Métete Teté/ Que te metas Teté.

Vuelve el hombre sobre los zancos y regaña a la caballista, quien cansada de sus reprimendas le espeta: "Yo no soy del Amazonas, soy de Tlanepantla, estado de México". Ah, bueno, reconsidera el capataz y sigue el espectáculo con el clásico sentimental y pieza del filin mexicano, único en Latinoamérica y el mundo: La muñeca fea. Mami. Esa si nos hizo llorar a todos y Eugenia León le imprimió tal grado de dramatismo que mientras los niños felices seguían en enormes pantallas la representación, todos los adultos ahogaban en su pecho recuerdos, que sólo el estómago sabe: Muñequita, le dijo el ratón/ ya no llores tontita/ no tienes razón/ tus amigos no son de este mundo porque te olvidaron en ese rincón/ nosotros no somos así/ te quiere la escoba y el recogedor...

Una puesta en escena sobre los juegos de las niñas como La casita o La comidita, así transcurrió el show de Cri Cri, de Eugenia León. Un montaje tipo carpa cabaret, para niños, en el que los actores jugaban con el público y los músicos seguían al pie de la letra las composiciones y arreglos del autor infantil más importante del mundo. Cantaron el Ratón vaquero (aunque me hables inglés...), Caminito de la escuela (la tortuga va que vuela..), Los cochinitos (están en la cama), El baile de los muñecos (Son las tres de la mañana, los muñecos se paran a bailar), La negrita Cucurumbé (Un pescado con bombín, se le acercó...), y cantando a capela, acompañada por dos finas coristas, Eugenia León interpretó Dí por qué (dime abuelita/ dí por qué eres viejita/ dí por qué son tus cabellos como la espuma del mar).

Veinticinco actores y músicos en escena hicieron del medio día de ayer un remanso de felicidad y recuerdos, que niños y adultos agradecieron aplaudiendo a Eugenia León, quien rodeada de pequeños en el escenario se despedía, no sin antes jugar con su hijo Eugenio Rascón, al rehilete.

Estos son los espectáculos de calidad y contenido que el Auditorio, el CNCA y Ocesa deberían subsidiar para que miles de niños y sus padres de bajos recursos pudieran disfrutarlos a precios accesible, ahí mismo, sobre todo ahora que tanto optimismo nos falta.