LUNES Ť 24 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Claudia Domínguez Hernández, directora de la oficina de atención de la Sedeso

Tres de cada cuatro mujeres víctimas de violencia familiar deciden regresar a vivir con su agresor

Ť Dependencia económica, falta de preparación laboral y baja autoestima, entre las causas

SUSANA GONZALEZ G.

Pese a la asistencia jurídica, sicológica, médica, nutricional y de capacitación educativa y laboral que reciben, tres de cada cuatro mujeres que ingresan al Albergue para Mujeres que Viven Violencia Familiar, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social capitalina, deciden regresar a vivir con sus propios agresores -en su mayoría sus propios maridos- al mismo hogar del que han huido por recibir maltratos físicos y emocionales.

Dependencia económica y falta de preparación laboral y educativa son en la mayoría de los casos los motivos por los que las víctimas de violencia familiar optan por volver a ese núcleo, pero aún así se estima que su estancia en el albergue -con capacidad para alojar a 75 personas (mujeres solas o con hijos) - propicia cambios de comportamiento en la víctima y en su agresor, señala Claudia Domínguez Hernández, directora de Atención y Prevención de la Violencia Familiar.

En tal sentido, la funcionaria anunció que la dependencia pretende, con su personal de trabajo social, hacer un seguimiento de todas las mujeres recibidas en el albergue para documentar qué tanto ha cambiado su calidad de vida y si ya no permiten que se les agreda.

Según los lineamientos establecidos por la Dirección General de Equidad y Desarrollo, al que pertenece desde abril pasado, el Albergue para Mujeres que Viven Violencia Familiar "acepta a toda mujer (con o sin hijos) que viva violencia familiar y le brinda una atención integral en las áreas médica, sicológica, jurídica social e infantil, pero también desarrolla un programa educativo y preventivo que promueva el fortalecimiento de la autoestima, la toma de decisiones, la equidad, responsabilidad y relaciones sin violencia."

Además, les imparten cursos de alfabetización mediante el INEA; talleres de tecnología doméstica a cargo de la Profeco, o de artesanías y panificación por parte de Sagarpa, lo mismo que becas de trabajo, oportunidades para proyectos de microempresas y bolsas de trabajo con instituciones locales y federales.

Así se les proporcionan herramientas para que se valgan por sí mismas y cambien de vida, ya que se ha detectado que "67 por ciento se dedica a labores del hogar, 20 por ciento son empleadas y 9 por ciento comerciantes." Apenas la mitad tiene educación primaria; 40 por ciento ha sufrido maltrato en sus familias de origen y 33 por ciento "padece alcoholismo como característica heredada de los hogares en que crecen".

El albergue ha dado atención integral a 588 personas, 60 por ciento alojadas por más de un mes y el resto de nuevo ingreso; a todas se les dan cinco comidas al día, espacios para dormir, asearse y lavar sus pertenencias.

Pese a toda esta atención y preparación, Domínguez Hernández admitió que sigue siendo "muy alto" el porcentaje de mujeres que luego de haber sido recibidas y atendidas en el albergue por haber huido de sus casas al vivir situaciones de violencia extrema con sus parejas o familiares, deciden regresar al mismo hogar al cabo de un tiempo. "Lamentablemente, pese a que las víctimas reciban tratamiento completo, en 75 por ciento de los casos regresan al núcleo de la violencia."

No obstante, la funcionaria aclaró que aun así se notan cambios, por pequeños que parezcan, en el comportamiento tanto de los receptores -que en su mayoría siguen siendo mujeres y menores de edad- como de los generadores de la violencia familiar.

"Podemos decir que casi en ciento por ciento cuando una mujer se ha decidido a iniciar un procedimiento legal, ellos (los generadores de violencia) empiezan a disminuir el nivel de agresiones, porque ya se ven evidenciados ante la sociedad y la opinión pública como responsables de esta problemática."

Admitió que también para los profesionales que les atienden en el albergue para modificar conductas resulta un tanto "frustrante" que las mujeres determinen regresar al hogar de donde han huido por golpes, maltrato sicoemocional o de plano agresiones sexuales.

Un diagnóstico sobre el tipo de población que recibe el albergue indica: "38 por ciento de las receptoras de violencia son casadas; 56 por ciento vive en unión libre; 2 por ciento en amasiato y otro dos por ciento son solteras; el principal generador de violencia es el esposo o pareja. La violencia hombre-mujer predomina en 91 por ciento de los casos, y la del padre hacia hijos e hijas, en 45 por ciento..."