sabado Ť 22 Ť septiembre Ť 2001

Alejandro Zapata Perogordo

Solidaridad con el pueblo estadunidense

Indignación e impotencia fueron los sentimientos generalizados que el atentado a Estados Unidos causó a quienes, sin poder hacer nada para cambiarlo, observábamos las imágenes en la televisión. šNo lo podíamos creer!, las escenas rebasaban cualquier fantasía cinematográfica. Primero parecía un accidente aéreo, pero unos cuantos minutos después, la sucesión de hechos nos dejó un claro mensaje: se trataba de un ataque terrorista. A partir de ese momento todo nos pareció más pequeño, menos importante. ƑQué pasa?, la necesidad de conocer la información y los detalles nos inquietaron sobremanera.

Se perdieron miles de vidas ajenas al poder, a los intereses de grupo, a los rencores políticos. Se considera ya una de las peores tragedias de la humanidad, por lo menos después de la Segunda Guerra Mundial. El mundo, ciertamente, ya no será el mismo. Todos estamos ahora más conscientes de nuestra vulnerabilidad.

Y es por lo anterior que el ataque a Estados Unidos no debe ser entendido como un atentado a un solo país. Debemos investigar, perseguir y castigar a quienes, escondidos en el anonimato, son capaces de perpetrar actos como los que se llevaron a cabo el pasado 11 de septiembre. Aquí cabe resaltar lo señalado por el subsecretario de la Defensa de Estados Unidos, Paul Wolfowitz, quien indicó, al referirse a los agresores: "No se trata solamente de capturar a esta gente y hacerle pagar por lo que hizo, también hay que eliminar los santuarios, los sistemas de apoyo y acabar con los Estados que patrocinan a los terroristas y al terrorismo". Es hora de unirnos en contra de esta criminalidad.

ƑY cuál debe ser el papel de nuestro país ante esta tragedia? México debe promover la cooperación internacional, para luchar contra los siniestros naturales, la delincuencia organizada y el terrorismo.

La infiltración de los terroristas y las consecuencias trágicas de nuestros sistemas de seguridad, han hecho reflexionar al planeta entero, por lo que tendrá que haber un cambio radical en la percepción de la seguridad nacional y en la instrumentación de sus medidas. El escrupuloso cuidado en los aeropuertos es una acción obligada, tanto en lo relativo a la precisa identificación como a la revisión y documentación del equipaje de cada pasajero y de sus efectos personales. Igualmente las políticas migratorias, se prevé, serán objeto de endurecimiento, no solamente en el vecino país del norte, sino prácticamente en todas partes.

Creo necesario insistir: no fue un ataque hacia Estados Unidos, sino una alerta mundial. No se trata ahora de buscar la paz mundial, sino de garantizar el futuro de la humanidad. Nuestra forma de vida va a cambiar. Inclusive, desde el ámbito mercantil, los usos, costumbres y prácticas serán objeto de revisión y, desde luego, sufrirán transformaciones.

En principio esperamos la respuesta de Estados Unidos. Como acción inminente se espera el uso de la fuerza y la violencia contra la amenaza terrorista en lo mediato. Sin embargo, consideramos que la salida de largo plazo radica en el quehacer político y diplomático. La solidaridad de las naciones y organismos internacionales debe traducirse en acciones de cooperación en el combate real y efectivo, uniendo esfuerzos contra todo aquello que ponga en peligro la seguridad de las naciones. Se trata de la globalización de la seguridad.

Se ha especulado, por las declaraciones del canciller Jorge Castañeda, de un posible apoyo de México con el Ejército, situación que hasta estos momentos se encuentra totalmente descartada, en principio debido a que en política internacional siempre hemos sostenido el respeto y la pacificación. Adicionalmente porque nadie la ha solicitado y, por último, por tratarse de acuerdo a la fracción III del artículo 76 de la Constitución Política una facultad exclusiva del Senado.

Por otra parte, el principal apoyo que puede brindarse, además de la solidaridad hacia los vecinos del norte y el rechazo unánime a los brutales actos, lo constituye el apego a los convenios internacionales y las resoluciones que surjan en los organismos multinacionales de los que México forma parte. Estados Unidos son los directamente afectados y, como tales, pueden acudir a las instancias mundiales y pedir que se actúe conforme a derecho, posición a la que debemos otorgarle todo el respaldo.

El ataque terrorista tiene afectaciones de otra naturaleza, además de la pérdida de miles de seres humanos. Para México, significa el retraso de la agenda bilateral en temas tan importantes como la migración o el tráfico de vehículos de carga, o la depreciación del peso, lo cual podría afectar las exportaciones. Sin embargo, estas repercusiones son nada comparadas con el sufrimiento del pueblo estadunidense, que en este momento reclama plena solidaridad, comprensión, apoyo y, desde luego, el rechazo categórico y unánime a esta brutalidad. Ť