Rehúsa Zollman permanecer dos años más al frente de la Filarmónica de la UNAM
Ť A partir de septiembre de 2002 dirigirá la Sinfónica de Haifa
Ť El promedio de asistencia es de mil 600 personas; ''es un logro fantástico''
RENATO RAVELO
Ronald Zollman rechazó la propuesta de Ignacio Solares para permanecer un año más de transición al frente de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), por lo que a partir de septiembre del próximo año dirigirá la Sinfónica de Haifa, aunque aún no se sabe quién lo va a sustituir.
Sin programación especial en relación con los 450 años de la UNAM, ''porque no me avisaron que había un aniversario tan importante'', Zollman explica en entrevista cómo cuando llegó, hace nueve años, el público asistente no rebasaba el millar. En la actualidad acuden cerca de mil 600 personas de los 2 mil 300 de aforo de la sala de conciertos Nezahualcoyotl.
A ese público fue al que hizo referencia el titular de la Coordinación de Difusión Cultural, Ignacio Solares, cuando defendió en estas páginas el trabajo de Zollman, de la crítica que le hacía la investigadora Lucero Enríquez, en un artículo publicado simultáneamente (La Jornada, 6/9/01), en el que revelaba el sueldo del director musical (millón y medio de pesos) y cuestionaba el uso que hacía de la OFUNAM.
En la misma ocasión Solares explicó que no planear la transición en la orquesta a largo plazo podría ser fatal: ''Es muy difícil generar un público y muy fácil perderlo'', por lo cual se esperaba que Zollman permaneciera hasta 2003. Sin embargo, primero en una carta que hizo llegar a este medio y luego en entrevista, el director que transformó el sonido de la OFUNAM con un ambicioso programa -''riesgo calculado'' prefiere llamarlo-, anuncia que se va después de la temporada que se anunció este jueves, con la cual se estrenó asimismo Sergio Vela como director de Actividades Musicales de la máxima casa de estudios.
Lograr un estilo
-¿Por qué no aceptó la propuesta de Ignacio Solares de esperar un año más?
-La verdad es que el maestro Solares me pidió esto y hubo una campaña, pero siempre pensé que no era necesario. Pero todo está en la carta.
-¿Cómo encontró la orquesta cuando llegó?
-Con muchas potencialidades, pero no con gran disciplina; con excelentes músicos, pero saliendo de épocas de programación bastante débiles. Me pareció que mejorando la programación podríamos tener la base del repertorio sobre la que podríamos construir mejor el sonido y el carácter de la orquesta. Es muy importante que tenga un estilo particular de acercarse a la música, que sea identificable. Pienso que esto ha mejorado.
''La velocidad con que los músicos asimilan el programa es mayor: esta semana tocamos la cuarta sinfonía de Martinu, que nunca tocaron y que probablemente nunca oyeron porque hay dos discos de esta obra. Yo mismo jamás he oído esta sinfonía en concierto, y han entrado con una facilidad que no tenían hace cinco años.''
-Sus programaciones han sido calificadas de arriesgadas.
-Lo tomo como un cumplido, aunque no considero que mis programaciones sean arriesgadas porque de ser así se hubiera vaciado la sala. Tocamos para una comunidad importante, por lo menos para 3 mil personas y a veces para 4 mil 600 personas. Las salas tienen un aforo de 2 mil 300 butacas. Sabemos que el promedio de asistencia es de mil 600, tenemos que trabajar para un público muy vasto. Antes de que llegara la asistencia era de menos de mil. Ese es un logro fantástico, por lo tanto yo no hablaría de una programación arriesgada, sino de riesgos calculados. Eso no se logra en 14 semanas de presencia al año.
-Eso último lo dice en referencia al artículo de la maestra Enríquez. ¿Cómo deja la orquesta, con qué retos?
-Todavía no dejo la orquesta, estoy toda esta temporada...
-Pero usted sabe que estos procesos de relevo son paulatinos.
-El reto de la orquesta, como el de todas las orquestas del mundo, es mejorarse. El día que no te mejoras, cada vez que piensas que ya la hiciste, estás, como se dice aquí, frito.
-¿Alguna sección que tenga que trabajar más?
-Todos tenemos que trabajar más; cuando la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam vino a Bellas Artes, hicieron, para un repertorio que conocían muy bien, dos horas de ensayos seccionales el día del concierto, tocando la Primera sinfonía de Mahler, que en su estreno tocaron bajo la dirección del compositor; es decir, que la pueden tocar sin luz y les puede salir como Huapango (de Moncayo) a cualquier orquesta mexicana: conocen cada nota y todavía lo estaban trabajando. Toqué con el violinista Henryk Szeryng varias veces y, cuando lo visitaba en el hotel, lo encontraba estudiando el concierto de Chaikovski como si fuera un alumno.
La importancia de establecer una ruta
-Para usted, ¿cuáles son los retos a futuro?
-Hacer mi trabajo de la manera más íntegra, profunda, poniendo las marcas para no salir del camino principal. Me parece muy importante establecer una ruta, obviamente hay que enfrentar lo que va pasando, pero respetando lo que ha sido discutido y pensado. Cualquier concierto que doy es el más importante de mi vida.
''De los mil 300 conciertos que he dado, con 130 orquestas, en 35 países -a ustedes los periodistas que les gustan los datos- me ha pasado tres o cuatro veces tener la inmensa frustración de que por razones ajenas no siento que estoy en el concierto más importante de mi vida.
''Una vez me encontré un director que me dijo que el no tenía miedo de salir si no había alguien importante entre el público. Me parece una falta de respeto. La gente viene a recibir algo y yo a través de la orquesta, o la orquesta a través de mí, damos. Es una oportunidad magnífica, es un regalo que nos da la sociedad, que nos obliga a darles ese regalo.''
-Convencido de que ha dado la mayor parte el cien por ciento, ¿cree que este último escándalo es como una forma de incomprensión?
-No, porque creo que ha venido de muy pocas personas. Vivimos en la democracia, ellos pueden expresarse aunque hablen mentiras, falsifiquen la verdad. Me parece una campaña de muy bajo nivel que no está a la altura de la tarea que tenemos que desempeñar, cada cual vive y trabaja a su nivel.
Nunca en mis contratos se habló de que yo debía tomar parte en la vida académica de México en general, responde Ronald Zollman a uno de los cuestionamientos que la investigadora Lucero Enríquez hiciera en estas páginas hace una semana, en una extensa carta en la que destaca que la OFUNAM es hoy día la ''única orquesta mexicana capaz de presentar con regularidad una temporada completa de conciertos a escala internacional''.
La misiva plantea su defensa en tres de los rubros cuestionados: programación, oportunismo y participación en la vida académica. Este último se contesta con el argumento ya expuesto.
Zollman asegura que son tres las condiciones de programación: a) representación importante de la producción musical mexicana; b) presencia importante de música del siglo XX; c) programación de los grandes clásicos del repertorio.
Afirma que no ha ''usado'' a la UNAM para conseguir invitaciones recíprocas: ''yo las abolí desde el principio. Considero que la única razón por la que se debe invitar como huésped a un director es el beneficio que su calidad puede aportar a la orquesta y al público. Recibo con frecuencia propuestas de intercambios, y sistemáticamente las rechazo por motivos éticos''.
Finalmente anuncia que consideró hacer caso a la petición de Solares: ''Pero hoy más que nunca estoy convencido de que hemos llegado al final de nuestro camino común en calidad de director artístico, y que debo concentrarme en mi responsabilidad como director musical de la Orquesta Sinfónica de Haifa'' a partir de septiembre del próximo año.