VIERNES Ť 21 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Destrucción de monumentos
Monumentos, templos, construcciones emblemáticas, iglesias, mezquitas y palacios han sido objeto a lo largo de la historia de ataques, elegidos para su destrucción por su significado simbólico. Este parece ser el caso de las Torres Gemelas y el Pentágono.
''Cada vez que una cultura se enfrenta a otra que no entiende, parte de su instinto original es arrasar con el otro'', señaló Lowry Burgess, profesor de arte de la Universidad de Carnegie Mellon, en Pittsburgh. La historia está llena de ejemplos así.
Uno de los más antiguos se remonta al año 356 antes de Cristo, en la ciudad de Efeso, hoy Turquía. Un joven de nombre Eróstrato quemó el imponente Templo de Artemisa, formado por más de 100 columnas que soportaban un enorme techo, al parecer para alcanzar fama inmortal. Por ello, tras el desastre, Efeso promulgó una ley en la que se condenaba a muerte a quien mencionara el nombre del saboteador.
En el año 70 después de Cristo, legiones romanas comandadas por Tito subyugaron a los judíos insurrectos y demolieron el segundo templo de Jerusalén. El primer templo había sido destruido en el mismo día y mes por el rey babilonio Nabucodonosor, en el año 587 antes de Cristo, en un acto que dispersó a las comunidades judías de la región.
En 1009, el califa egipcio Al Hakim ordenó destruir la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, construida en el año 330 antes de Cristo, en un hecho que ayudó a precipitar las Cruzadas, siglos de guerra entre musulmanes y cristianos.
En 1512, los conquistadores españoles destruyeron el Templo Mayor y todo el centro ceremonial de Tenochtitlan, la capital azteca. Sobre lo que fueron las dos pirámides del templo se construyó lo que hoy es la Catedral Metropolitana.
En un hecho más reciente, el régimen talibán en Afganistán destruyó hace unos meses las dos más grandes estatuas de Buda en el mundo, de 53 y 36 metros de altura, por considerarlas ''ofensivas al islamismo''.
REUTERS