17 AÑOS
El
19 de septiembre de 1984 La Jornada circuló por primera vez entre
los lectores. Se coronó así un esfuerzo informativo y un
proyecto civil que venía gestándose desde muchos meses antes
para crear un periódico atento a las voces de la sociedad, ajeno
a las consignas del poder --que entonces uniformaban y maniataban al conjunto
de los medios impresos y electrónicos del país-- y capaz
de dar expresión a las diversidades, a las inconformidades y a las
disidencias políticas, sociales y económicas que carecían
de voz.
En ese esfuerzo confluyeron, además del núcleo
fundacional de informadores y profesionales del periodismo, artistas plásticos
--encabezados por Rufino Tamayo y Francisco Toledo--, escritores, académicos,
creadores culturales, militantes políticos, luchadores sociales,
cineastas, sindicalistas y agraristas, amas de casa, maestros y estudiantes.
Compartíamos la certeza de que, bajo la cáscara
de la unanimidad oficial y en la base de un poder político piramidal
e hierático, México era ya una nación plural que reclamaba
plena democracia, derechos humanos, transparencia y equidad, y que un medio
informativo independiente habría de ser un instrumento fundamental
en la promoción de esos valores y en la construcción de un
país nuevo.
De entonces a la fecha, La Jornada ha acompañado
a la sociedad y a sus movimientos en las circunstancias decisivas: el terremoto
que, exactamente un año después de nuestra aparición,
destruyó parte de la ciudad capital y movilizó, en ausencia
de autoridades eficientes, a la sociedad civil; el movimiento estudiantil
de 1986-1987, primera gesta de masas desde 1968; la salida de la Corriente
Democrática del PRI, las elecciones de 1988 y la conformación
del PRD, un año después; la resistencia a la modernización
salvaje y corrupta emprendida por el salinismo; la caída del Muro
de Berlín, la extinción del bloque oriental y la Guerra del
Golfo; el alzamiento indígena de Chiapas, el primero de enero de
1994, que por primera vez puso en el centro de la atención pública
la agraviante situación de los indígenas mexicanos; los comicios
y los asesinatos políticos de ese mismo año; la pavorosa
crisis económica desatada a raíz de las inescrupulosas cuentas
de Salinas y de la torpeza de su sucesor; la galopante corrupción,
la insensibilidad y el autismo presidencial y otros estertores del sistema
político mexicano bajo el zedillismo; y, el año pasado, la
derrota electoral histórica del PRI y la llegada a la Presidencia
del primer mandatario surgido de otro partido político.
En el último año, La Jornada y sus lectores
han vivido, juntos, los avances, titubeos y empantanamientos de una transición
que no acaba de tomar un rumbo claro. La semana pasada los mortíferos
atentados terroristas perpetrados en la costa este de Estados Unidos provocaron
una nueva circunstancia crítica en el mundo y perspectivas sombrías
ante la probabilidad de un nuevo conflicto bélico injusto y absurdo.
A lo largo de las 6127 ediciones producidas desde hace
17 años, La Jornada se ha transformado --al igual que el país
y el mundo--, se ha adecuado a las nuevas realidades nacionales e internacionales,
ha cometido muchos errores y ha tenido múltiples aciertos, pero
se ha mantenido fiel a los principios y propósitos que le dieron
origen.
En este aniversario es pertinente reiterar nuestro compromiso
con tales principios y agradecer la solidaridad y la comprensión
de lectores, accionistas y trabajadores del diario.
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