MARTES Ť 18 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Ť Provocaciones y yerros
Ť Descortesía panista
SUCEDIERON YA cuatro años, pero esta vez parece que la idea de un gobierno de izquierda en la ciudad de México va fraguando, muy a pesar de los aires de derecha que soplan sobre el país.
EL INFORME de gobierno ofrecido ayer por Andrés Manuel López Obrador es parte importante de este perfil que ahora, después de escuchar a los legisladores del Distrito Federal, se acepta, no sin críticas, no sin evocaciones del pasado, pero sí como una realidad, hoy incontrovertible.
NO HUBO sobresaltos, aunque tampoco se sucedió sin la voz furiosa de la cabeza de los tinterillos camorreros de Acción Nacional, Federico Doring, que sonaron infames frente al oficio político de María de los Angeles Moreno, quien punzó los puntos críticos del gobierno en la ciudad.
PERO DE cualquier forma la provocación panista pegó en el centro de la perredista Dione Anguiano, o de sus jefes, los miembros de la Corriente de Izquierda ƑDemocrática? (CID), y se lanzó en una defensa inútil y farragosa que sorprendió a la mayor parte de los perredistas y, desde luego, a López Obrador, quien no creía lo que escuchaba.
PERO AUN así, pese a la provocación panista y el inmenso error de la CID, se hizo evidente que a partir del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, quien abrió el camino, y después con Rosario Robles la ciudad tomó un rumbo diferente, que día con día define con mayor profundidad las diferencia con otros gobiernos, pero principalmente con el federal.
MUCHAS VECES parece que no existen las diferencias y que el pragmatismo político acerca los polos y todo termina en una confusión donde no hay linderos, pero las acciones de los gobiernos sucesivos del PRD le han dado la vuelta a una tuerca que después de décadas y décadas parecía inamovible, oxidada por los vicios de siempre.
Y HABRA nuevas e importantes noticias durante esta misma semana que darán idea de hasta dónde puede ir cambiado la visión de la gente cuando se trabaja a su favor. No será cuestión de grandes anuncios ni de echar al vuelo las campanas, pero sí podrá ser visto en el análisis como uno de los actos de mayor fuerza en el empeño por concretar el verdadero cambio.
AL INFORME no asistió, aunque se asegura que recibió invitación, el senador panista Diego Fernández de Cevallos, pero tampoco se supo de algún representante del gobierno federal.
Y AUNQUE no se quiera esto, la ausencia en los usos y costumbres de la política de allá, que aún no cambia, es parte del quehacer cotidiano que esta vez, por razones cada vez más obvias, no se cumplió.
NO ASISTIO el gobierno panista porque las diferencias se han hecho abismales. No hay punto de encuentro, los gobiernos federal y local corren paralelos, pero lejanos y las metas están en diferentes puntos.
ESTA VEZ fue evidente y presagia momentos difíciles para el futuro inmediato del gobierno de López Obrador, porque hay necesidad de mayor presupuesto, porque los compromisos necesitan de recursos y es allí, por ese medio por el que seguramente se tratará de estrangular el proyecto de la izquierda en la ciudad.
SEGURAMENTE SERA el propio López Obrador quien responda con puntualidad al despreció político que ayer dejó sentir el PAN y su gobierno neoliberal, pero más allá de eso debería ser el partido azul el que explique cuál es el sentido de la ausencia.
POR EL momento no hay más que provocaciones, pero ya empiezan a verse la acciones hostiles que podrían desembocar en un nuevo episodio donde, al capricho de los panistas, seremos los habitantes de la ciudad quienes paguemos la visión azul, donde la gente muy poco importa.
SIN DUDA es difícil comprender el rumbo del gobierno, porque no es lo mismo, porque el cambio le duele a los que siempre lo han rechazado, pero el cambio va y no parece tener freno.
A FINAL de cuentas el primer gobierno de López Obrador mostró solidez sin estridencia y la postura panista no parece ser el factor más importante para restarle importancia a los hechos, pero seguramente ya se anotó en donde se debe esta falta de cortesía, que en política se llama guerra.
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